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Piensa en algo que leyó una vez, en un libro, hace mucho tiempo, cuando tenía la edad de Jinyoung y estaba tan solo y jodido por los sentimientos como el chico delgado a su lado, que finge no estarlo.

Algo así cómo: "Tu sombra por la mañana caminando detrás de ti". O "Tu sombra al anochecer saliendo a tu encuentro. Te mostraré el miedo en un puñado de polvo".

Algo que se había quedado con él a lo largo de los años y siempre había regresado en los momentos más extraños. Como ahora, que está parado en una plataforma de metro con Jinyoung apoyado contra su pecho y suspirando satisfecho.

El joven, lleno de arrogancia juvenil e inocencia similar a la que había conocido una vez, encajaba contra él como un rompecabezas.

Piensa en la cita y siente ansiedad como arena entre los dientes.

Jinyoung nunca le habla sobre el dinero y, a su vez, no le pregunta al respecto. Se había enterado a través de una llamada telefónica que prácticamente había tirado el dinero que le había dado al chico que le entregó su bicicleta.

No sabe qué ha hecho con el resto, ¿lo gastó?, tal vez ¿lo guardó?. Tal vez lo haya hecho, debido al despecho infantil que aún acecha en las comisuras de su boca, ha dejado que todo se incendie. Tal vez, lo había quemado en un intento de quemar cualquier sentimiento que le diera a él también.

En cualquier caso, se mueve y busca en su bolsillo donde los billetes doblados lo han estado agobiando toda la noche. De repente, se sienten pesados ​​y, sin embargo, atraen sus dedos como un imán: está acostumbrado a esto, a dar.

El dinero es indiscriminado y ruega cambiar de manos sin importar la forma en que sus dedos parecen temblar cuando se cierran alrededor de las esquinas suavizadas por millones de personas.

Su corazón comienza a latir con fuerza.

Esto es todo, piensa, deslizando el dinero de su bolsillo y presentándolo como monedas sueltas que encontró entre los cojines del sofá.

Los ojos de Jinyoung caen sobre él. Rápidamente, las miradas se encuentran y una corriente de aire caliente sopla por la escalera a sus espaldas. Se pregunta si Jinyoung se da cuenta de la forma en que le revuelve el cabello de una manera que hace que quiera besarlo, hasta que duela.

Ve su mano temblar como si no le perteneciera, sostenida a la altura del estómago y el efectivo metido cuidadosamente debajo de su pulgar clavándose como garras imaginarias.

Su corazón comienza a latir con fuerza y ​​Jinyoung sigue mirando. Es un tornasol injusto, pero ha puesto demasiado de sí mismo sobre la mesa en este punto como para no intentar que Jinyoung muestre incluso el más mínimo vistazo de su propia mano.

—Lo siento si ella te hizo sentir incómodo con lo que dijo. Toma esto, en caso de que tú... —lucha con las palabras.

Están ahí pero no vendrán. ¿Cómo verbaliza su temor de que Jinyoung esperaba dinero?, ¿nada menos? Aunque sabe, más de lo que Jinyoung nunca sabrá, que no es toda la verdad, hay más de por qué Jinyoung se ha quedado. Pero no hay tiempo para pensar en eso ahora.

—Solo en caso de que sintieras como si estuviera asumiendo algo más

Jinyoung no se mueve y el tren se acerca. El movimiento vibra en sus pies a través de los pisos de acero. La sombra de su romance se eleva a su encuentro, saluda con la mano, vuelve sus ojos abismales hacia la escena que tiene delante y la tiende como diciendo: te mostraré el miedo en un puñado de polvo.

Difícilmente, traga, su mano aún temblando, la mente acelerada, el incienso persistiendo en su ropa en un halo empalagoso y el residuo sangriento de sus predicciones manchando sus dedos visiblemente.

Bendita sea mi mala suerte [Bnior/JJP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora