Capítulo 7

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—Londres —musito mientras visualizo mi alrededor.

El chofer se encargó de dejarnos en un lujoso y elegante hotel, uno de los más costosos de la ciudad. Las veces que he visitado Londres, jamás me había hospedado aquí, es por eso mi encanto con dicho lugar.

El viaje fue un silencio perturbador. Desde que abordamos el coche en Madrid, hasta que bajamos del jet, todo fue silencio e incomodidad. Heiner no dijo una palabra, nada. Leer revistas y escuchar música de mi amado Sam Smith se volvió aburrido después de todo, creo que fue el hecho de que el adonis no me haya prestado atención en lo más mínimo. Estoy tan acostumbrada a ser el centro de atención, que cuando alguien me ignora, quedo anonadada. Yo tampoco intenté hablar con él, si no le da la gana de hablarme, puede irse al diablo, pero de mi escarmiento no se escapa.

Ideé mil cosas para hacerlo perder la cabeza, cientos de ideas llegaron a mi mente, haciéndome sonreír de vez en cuando.

Papá me dió un pequeño sermón cuando salí de casa y Ángela me dijo las palabras que no pude borrar de mi mente en todo el camino.

«—Tu padre va asesinar a Heiner y lo sabes. Irá a la cárcel y quedaremos solas. Nunca te he reprochado nada y siempre te he apoyado, pero ahora te has descarriado por completo. Weber está casado y tú tienes novio. Si me quieres un poco, al menos si amas la confianza que tienes con Álvaro, piensa las cosas y no te metas en problemas.»

Juro por Dios que en ese momento pude sentir su preocupación, incluso la voz se le quebró un poco. Pero no puedo cohibirme de mis deseos, ella sabe que si quiero algo, lo debo conseguir así me cueste lo que me cueste. Desde el día que vi a Heiner en casa, sabía que algo más me iba llevar hasta él. Tenía claro que no iba a parar hasta tener más de sus miradas lascivas.

Follar con el adonis fue otro maldito impulso, algo que en ese momento no pude controlar y que me llevó a un nivel de locura extrema.

Así que no me interesa.

He hecho cosas terribles, soy una mentirosa y manipuladora nata. Jamás dejaría que papá se enterase de esto, al menos haré todo lo posible por mentirle con lo que sea, si eso me lleva a obtener lo que quiero.

Sonrío internamente al imaginarme cómo saldrá mi plan para Heiner. Quiero ver su cara cuando le proponga el mejor de los tratos, un trato que beneficiará a ambos.

Aunque la sonrisa no dura mucho, ya que recuerdo las malditas "vacaciones" sin compras. Me aflige el hecho de estar en Londres y no poder comprar lo que se me apetece, ver a las modelos hará que mi corazón se destruya en mil pedazos. Pero esto es mejor a no venir.

Siento unos enormes brazos rodear mi cintura y no necesito adivinar, ya que la fragancia masculina invade mis fosas nasales haciéndome suspirar. Heiner.

—¿Que pasa? —pregunta a mi oído.

Quiero gritarle que no se haga el estúpido. Ahora pretende hablarme como si nada luego de ignorarme por horas.

Pero solo hago lo mejor que sé hacer.

—Yo... solo —finjo que me muero de agonía—. No puedo quedarme un minuto más aquí y saber que no podré comprar nada.

Ríe.

—¿Es eso? ¿Crees que me ofrecí para hacerte pasar algo así? Compra lo que quieras, la maldita ciudad si quieres.

Sonrío internamente.

—¿Lo dices en serio?

—¿Tengo cara de imbécil?

—Vale —me doy la vuelta—. Ahora solo quiero descansar. Mañana empieza el desfile y quiero sentirme relajada ¿puedes llevarme a mi habitación?

—Claro. Solo no hagas ese maldito puchero.

Más allá de una caricia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora