Capítulo 21

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—¡Apágalo! ¡Apágalo! ¡Heiner! —escondo el rostro en su pecho, que vibra por las carcajadas— ¡No quiero ver más!

Ariana ríe contagiada por la situación, mientras yo chillo en el pecho del adonis.

¡Odio las películas de terror! Y ésta me ha dejado con el corazón a punto de explotar. Aunque no puedo decir lo mismo de Heiner y mi amiga; los dos se encuentran satisfechos con las retorcidas cosas que aparecen en la pantalla.

Y ni siquiera hemos llegado a la mitad de la película. Creo que he aguantado lo suficiente.

Heiner detiene la horrible escena donde aparecía la silueta negra de ojos rojos. Ariana bufa y yo sigo escondida hasta que se deja de escuchar el sonido de suspenso.

—No es justo —refunfuña Heiner—. Estaba empezando a ponerse divertida.

Entrecierro los ojos en su dirección.

—Si divertido le llamas a que un maldito hombre de negro le arranque la piel a un adolescente, pues no comparto tu idea.

—Es ficción, Erdbeere. Para ser tan mala no parece que le temes a...

—Cállate —golpeo su hombro—. A veces soy débil, es normal.

—¿Que tal si vemos otra y dejan de hablar? —espeta Ariana, desde la otra esquina del sillón, justo al lado de Heiner.

Ella se encoge por el frío y el adonis la arrastra del tobillo hasta dejarla a su lado para abrazarla. Sí, que la amistad entre ellos aumenta y me alegra mucho de que Ariana se esté abriendo con nosostros. Recuerdo que los primeros días que conoció a Heiner, le temía y solo le miraba cuando era necesario.

Ahora se cuentan su día a día y aunque Heiner cree que no me doy cuenta, lo he pillado pidiéndole a Ariana favores para encontrarme con él. A veces le da obsequios solo porque mi amiga me cubre con decirle a papá que duermo en casa de ella. No me gusta involucrarla en estas cosas, pero con Heiner no hay nada que pueda hacer. ¡Es imposible!

Yo también me acurruco a su lado y cualquier persona que viera esta escena justo ahora, podría pensar que somos una pareja de tres.

Han pasado cinco días desde el comercial del perfume, desde entonces he dormido y convivido con Heiner. Papá todavía asegura que yo duermo en casa de Ariana y, aunque no me está gustando esta idea, la dejo pasar. La verdad es que me gusta la compañía del adonis, porque aunque hemos mantenido al margen nuestra relación de solo sexo, hay ocasiones donde solo somos nosotros, donde no hay intimidad sexual, sino que intimidad del alma. Días donde solo hablamos por horas mientras cocinamos y quemamos la comida, donde amanecemos viendo maratón de crepúsculo y comiendo fresas hasta que nos duele el estómago. También lo he obligado aprenderse las canciones de Sam Smith y Taylor Swift, al igual que él me obliga a escuchar su ridícula música de rock. Es algo como una amistad, como si fuéramos amigos de toda la vida. Y si soy sincera, me está gustando esto.

Las horas pasan y la discusión de Heiner conmigo por la puta película, no cesa, nos sumimos en una pelea insignificante y no nos damos cuenta el momento en que Ariana queda dormida en el hombro del adonis. Joder. Le doy una mirada quisquillosa a Heiner y busco su móvil que está más cerca para tomar una fotografía, porque aunque Ariana sea mi persona favorita, no quita el hecho de que se vea divertida en este momento.

Tiene los labios entreabiertos y un hilo de baba recorriendo su mentón. Se ve tan dulce y chistosa que no me aguanto las ganas.

Busco el mejor ángulo y disparo el flash que la hace remover incomoda. Sonrío, pero la deshago cuando me doy cuenta que Heiner me miraba con intriga.

Más allá de una caricia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora