Capítulo 41

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Heiner.

—Es extraño verte a la cara —bromeo, después de todo, ver sus gesto mientras eyaculaba en la boca de Chiara, no es una imagen agradable. Pero John no mueve ni un poco sus labios. Al menos para una media sonrisa.

Lleva el cigarrillo a sus labios y luego se recuesta en el sofá.

—Deja tu mierda, Heiner.

—¿Qué? ¿Acaso te harás el imbécil?

Rueda los ojos.

—Habla de una buena vez. Quiero largarme.

—No hay nada más que hablar. Solo necesito que estés de acuerdo con el nuevo proyecto para el club y puedes irte a la mierda.

—No me gusta la idea —hojea el documento y lo lanza al otro lado—. Es aburrido y fuera de lugar.

—¿Aburrido en qué sentido?

—No quiero una puta fuente de alcohol, Heiner. Descarta esa idea.

—Eso es divertido.

Niega.

Hacerlo cambiar de opinión no será trabajo fácil. Debería al menos estar relajado que ha hablado más de la cuenta, normalmente suele decir dos palabras y dar por terminada la reunión, pero ahora lo veo tranquilo.

—Vale. Creo que tienes razón —recojo el documento—. Gerald no estuvo de acuerdo.

—¿Y qué hay de Sebastian? Espero que tampoco tenga mucho que decir, no quiero sus narices en mi mierda—pregunta como si ese maldito fuera de mi estima.

—Sebastian tiene las horas contadas. No me hables de ese buitre maldito.

John suelta una pequeña risa y juro que es la primera vez desde que lo conozco, que muestra su dentadura con una sonrisa.

—Buitre —repite—. La insolente está haciendo de las suyas.

—Y Sebastian se aprovecha de eso. Pero no por mucho tiempo.

Infeliz.

Está en mi lista negra. De hecho tengo otra lista donde guardo todos los instrumentos con los que pienso torturarlo hasta la muerte.

Escuchar su voz a través de la línea, fue una puta tortura. Hace unos días quise llamar a Chiara con la intención de solo escuchar su voz, pero me llevo la gran sorpresa de que Sebastian estaba ahí con ella, aprovechándose de mi ausencia. El muy jodido estaba cerca de Chiara, se reían y los sentí tan juntos que mi estómago dió un vuelco. Lo primero que tenía a la vista era mi laptop la cual fue arrojada y hecha trizas.

Entonces fue ahí cuando mil conclusiones llegaron a mi cabeza y como yo no soy imbécil, comencé una pequeña investigación privada. Nada serio, pero tengo muchos planes para ese puto aprovechador.

Si no fuera mi socio, ya lo hubiera botado a patadas. Pero lamentablemente comparto uno de mis clubs con él, al igual que una de sus joyerías está a mi nombre.

¿Que pasará entre ellos? Es la pregunta que me he hecho hace cuatro días. Álvaro se escuchaba muy feliz y tranquilo. Y no me fío de él, porque en el fondo sé que sabe toda la situación entre su hija y yo.

Me frustra en demasiado saber que ya Sebastian la ha tocado, que ha puesto sus asquerosas manos encima de ella.

Ya han pasado unas cuantas semanas desde que dejé España y con ello, a mi mujer. Esa acción me ha dejado consecuencias irreparables.

Pero juro por Dios que si esos dos están juntos, soy capaz de destruir el puto mundo con tal de separarlos.

Sebastian es un maldito buitre. Sabe que Chiara es mía, lo supo desde el primer momento y decidió ignorar ese pequeño detalle, pequeño detalle que le costará la vida y la verdad no me importaría dejar un explosivo en cada una de sus joyerías.

Más allá de una caricia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora