Chiara.
—¿Que creen que soy? ¿Una puta paralítica o qué? —pregunto, tan irritada por la presencia de Sebastian.
No sé si es por el hecho de que me advirtió sobre el discurso de Gisela, o por asumir cosas que eran ciertas y que probablemente papá ya las sepa. Porque... ¿en que momento se volvió tan blando? No recuerdo la última vez que le haya gustado que un chico me corteje.
¿A quien diablos le interesa que Sebastian esté sonriéndome en el umbral de la puerta con una caja de terciopelo en la mano? No lo quiero a él, quiero a mi adonis. Quiero que sea Heiner quien me esté sonriendo, mientras me obsequia todos mis caprichos solo para que mi enojo desaparezca.
De repente mi dolor desaparece y ya quiero largarme de aquí. Solo me asfixia la amabilidad de papá. Algo oculta y sé que no es bueno, conozco sus gestos cuando está molesto.
Papi puede ser muy impulsivo, pero cuando planea algo, lo hace por lo más bajo. Siempre busca sus piezas para después encajarlas y el que Sebastian esté con él, me hace pensar que algo traen en mente.
«Eres de Heiner»
Esas palabras de Sebastian aún palpitan en mi cabeza, dejándome más atónica que nunca. No debería juzgar tan rápido a una persona. Pero me sabe a mierda, ahora debo desconfiar de todos ya qué hay un espía suelto, con muchas pruebas y fotografías que me joderán la vida en cuestión de segundos.
Debería descartar a Gisela, se largó y no le veo muchas intenciones de querer cotillearle a papá. Aunque muchos insultos se me vienen a la cabeza, prefiero ahorrarlos y desquitarme cuando la tenga de frente. Borrarle esa sonrisa que sostuvo en toda la ceremonia, dejarle claro que ese hombre el cual abrazó y forzó, no le pertenece.
Pero ya llegará mi momento, vendrán mis mejores días y ahí se va arrepentir de jugar con Heiner y conmigo. ¿La razón? Ese hijo que tiene en su vientre no es más que de su amante. No hay que tener más de dos dedos de frente para saber que esa estúpida engañó a Heiner. Heidi se encargó de reunir todas las pruebas y aún así no fueron suficientes.
La odio, juro que la odio y quisiera que su cabello se vuelva de un color espantoso y no se pueda ver jamás en el espejo.
Benjamín tenía razón cuando dijo que esa víbora no era más que una interesada de mierda en busca del dinero de Heiner. Que lo cegó por años y que él nunca estuvo tan pendiente de eso. Benja cuenta como Gisela estafa a sus modelos y solo invierte en negocios sin futuro, que probablemente la llevarán a la ruina. De no ser por el adonis, esa mujer no tuviera ni un euro.
Decido en no seguir torturando mi mente y borro la desafortunada cara bonita que tiene Gisela. Porque hay que ser claros en algo y es que la pelirroja cuenta con un físico perfecto. Empezando por su bonita manera de vestir y el rostro perfectamente limpio siempre.
Sin embargo, borro todas esas imágenes de mi cabeza y vuelvo a enfocarme en los hombres frente a mí. Ah, y no puedo obviar a Rio quien se une a la reunión. Mamá tiembla de inmediato y no duda en refutarle de nuevo a papá.
—¿Ahora también tus hombres entrarán cuando se les apetezca a mi casa?
Papi se tapa el rostro, lleno de frustración y toma una bocanada de aire.
—Ahora Rio no es mi hombre —se burla, impaciente—. Trabajará para ti.
—¿Qué?
Papá sonríe casi de inmediato, llenándose de satisfacción cuando mi madre entra en pánico. Está jugando sucio, sabe que Rio es terreno peligroso para mamá y que es una excusa para hacerle la vida imposible, ya que no pudo desterrarla de España ni mucho menos asesinarla, para ser más exactos. Así que imagino que la mejor idea que tuvo para hacerla sufrir, fue poner a Rio a su disposición. O eso creo que escuché cuando hablaba con Angie en su oficina.
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Más allá de una caricia
RomancePasión Mentiras Infidelidad Chiara Beltrán se verá atrapada en una situación bastante complicada, donde lo que empieza como un juego, termina en un amor intocable y doloroso.