Álvaro Beltrán.
Sebastian cojea, haciendo una mueca de dolor antes de sentarse frente a mí. Al muy imbécil lo golpearon hasta el cansancio. Tiene moretones en toda la cara y las manos con sangre seca. Su pierna derecha está vendada y ni hablar de la vestimenta que tiene. Por primera vez desde que lo conozco, lo veo como un vagabundo.
Se encuentra despeinado, el pantalón roto en su muslo, imagino que ahí le han disparado. Tiene la camisa blanca llena de sangre y las manos magulladas.
Es un idiota.
—¿Me dirás que te pasó? La verdad.
—Te he dicho la verdad —se relaja en el sofá—. Fue un intento de robo, puse resistencia y me dispararon.
—No te creo —le doy un sorbo a mi café, arqueando una ceja—. Quiero la verdad o lo averiguaré por mi cuenta.
—Y a todo esto, ¿a ti que te importa?
—Me importa porque estás saliendo con mi hija, idiota. No voy arriesgarme a que la metas en tus sucios negocios.
Me mira con incredulidad, tensando la mandíbula. Odia que le reclamen, o le ordenen. Me sabe a mierda, él tiene a Chiara por ende hará lo que yo diga.
—No son negocios socios, Beltrán. Solo fue una estupidez. Ya mi abogado está trabajando en ello.
—Si me estás mintiendo ya no será divertido —advierto y se ríe.
—Venga, ¿crees que me das miedo? He liado con hombres peores que tú. Además, lo de Chiara y yo no es algo formal y lo sabes.
—Más te vale, basura. Porque ya no soporto que estén juntos.
Rueda los ojos.
Él y Heiner me creen imbécil.
El segundo ya está en mi radar, pero Sebastian es un inepto. Lo creía más inteligente y resulta que no es más que un débil de mierda.
—¿Crees que no he intentado sonsacar a tu hija? Pero no es tonta, sabe que soy tu socio, no va hablarme de su relación con Heiner.
—No me digas —sonrío para no asesinarlo—. Ibas con un objetivo y terminaste enamorado. No has hecho nada de lo que te he ordenado, imbécil.
—No estoy enamorado, Álvaro —gruñe entre dientes.
—¿Entonces admitirás que esos golpes fueron de un ladrón o de Weber? —desvía la mirada, tan frustrado que me sorprende que no se levante para partirme la cara—. Eso creí. Fue ese hijo de puta.
—Ya está aquí, en España. No pude detenerlo y sabes cómo es cuando está furioso. Va por tu hija.
—Lo sé. Pero no puedo conformarme con que tú lo digas, Sebastian. Quiero pruebas.
Creo que es el hecho de que aún no asimilo que mi hija, mi pequeña, esté saliendo con Heiner. Ese puto desagradecido, quien no solo es dieciocho años mayor que Chiara, también estuvo casado con Gisela, siéndole infiel con mi hija.
Ya lo venía sospechando. De hecho mi primera sospecha fue aquella vez en mi oficina donde ella como la descarada que es, se sentó en sus piernas y susurró algo a su oído. No me fío de ella, sé que Heiner captó su atención desde el día uno, es por eso que comencé a cegarme para no asimilarlo. Ni siquiera podía pensar en algo como eso. Heiner era capaz de meterse con ella, incluso Chiara, quien es una mujer imparable, pero aún con todo eso en mi cabeza, me negaba a admitir que ambos estaban juntos. Viéndome la cara todo este tiempo.
Sebastian iluminó mi cabeza y como hace muchos años me debía un favor, decidí cobrárselo ahora. Quedamos en que acecharía a Chiara y le sacaría toda información acerca de Heiner, para así yo tener pruebas y estar seguros que ambos me mentían. La muy hija de su... fue tan inteligente que se guardó todos sus secretos y como siempre, terminó engatusando a Sebastian, volviéndolo un inepto.
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Más allá de una caricia
RomancePasión Mentiras Infidelidad Chiara Beltrán se verá atrapada en una situación bastante complicada, donde lo que empieza como un juego, termina en un amor intocable y doloroso.