Capítulo 14

5.7K 357 179
                                    

Nota: leer la aclaración al final del capítulo.

Chiara.

—Que grato verte, John —Heiner lo saluda amablemente, palmeando su hombro, como si hace unos segundos no lo hubiera amenazado de muerte.

Doy una respiración profunda y me aferro a la camisa de papá, esperando que haga algo al respecto.

Tener a tres adonis a mi lado no es algo que deba pasar desapercibido. Papá es un hombre que, además de hermoso, es intimidante hasta la médula. John parece un demonio disfrazado de Ángel, y bueno, Heiner es el sinónimo de peligro y belleza. Es obvio que me ponga nerviosa.

—John ha venido para una junta conmigo. Y, pido perdón por la pequeña pelea que he tenido contigo en mi despacho, no debí dudar de ti —Heiner asiente a lo que dice papá.

Mmm, creo que alguien ya había planeado todo desde un principio.

—No pidas disculpas. Sabes que jamás haría algo para perjudicar a Chiara, es tu hija y eso no debo pasarlo por alto.

Sonrío con disimulo, sin embargo Heiner no me mira, solo se enfoca en papá. Ya se acabó la mirada lasciva que me regala a cada nada, también la sonrisa coqueta y el guiño de ojo. Ahora no hay expresión en su rostro, solo seriedad y su habitual vacile al hablar.

John... bueno, él solo mira a papi y asiente. Como siempre es un maldito cubo de hielo; frío e inexpresivo.

—¿Y? —pregunto—. ¿Te vas hoy a Londres?

No me mira, nada. Es como si le hubiera preguntado a la pared.

—Se va hoy, mi amor —papi acaricia mi espalda—, pero ya que estamos todos aquí, pueden pasar a mi despacho.

—Creo que no es buena idea. Si John se va hoy a Londres, debe estar descansado para el viaje.

—Insisto —espeta papá—. Vamos al despacho.

—No tengo ningún problema —Dice John, con su voz fuerte y ronca.

Heiner tensa la mandíbula y pasa por mi lado, me mira dos segundos antes de dirigirse al despacho de papá.

—Tú, ve a tu habitación y descansa —papi besa mi mejilla—. Has de estar exhausta por la fiesta en el club de Heiner.

¡¿Qué?! ¿Como se ha enterado...? Claro. Es Álvaro Beltrán, todo lo sabe.

Joder. Debería estar cabreado y no dándome amor.

—Voy, papi. Pero antes me gustaría preguntarle unas cositas a John.

—Vale. —Mira al adonis número dos—. Te espero en mi despacho.

Y con eso, sale en grandes zancadas de mi vista.

—¿Que le dijiste a papi? —lo encaro, pero no responde.

Intenta hacerme a un lado, pero vuelvo atravesarme en su camino. No muestra ni siquiera fastidio. ¿Que come este hombre? Dios, no lo soporto.

—Te estoy hablando.

Nada. Silencio.

—Pasaremos todo el día aquí si no te dignas a hablarme.

Más allá de una caricia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora