Capítulo 45

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Chiara.

—¿Puedes dejarme ir? —pregunto a papá y niega.

—Faltan... —le da un vistazo a su reloj—. Unos diez minutos para que llegue Sebastian.

—No voy a irme con Sebastian, papá —exclamo, cabreada.

—No es una petición. Te lo estoy ordenando.

Su voz en fría y dura, tan demandante que dan ganas de llorar.

Solo han pasado veinticuatro horas desde el incidente en casa de mamá. Es el tiempo que llevo sin ver a Heiner, al menos sin tener una idea de cómo se encuentra. Necesito alguna información, ver qué no está tan herido, pero papá se niega a dejarme ir. Me ha privado de toda libertad y hasta mi móvil está decomisado.

Luego del show que hizo hace unas horas, John ayudó a calmarlo y traerlo a casa. Nada funcionó y ahora papá adelantó un viaje en el cual me iré con Sebastian por unos meses, sin importarle mi felicidad.

No es como si quisiera volver con Heiner, pero quiero saber que no necesita ayuda y que todo está en orden. Me frustra pensar que papá lo ha dejado muy herido y no tenga alguien a quien acudir.

En este momento lo detesto. Odio que quiera gobernar mi vida y también que Angie no pueda opinar al respecto.

—Eres egoísta y no me agradas en este momento —me cruzo de brazos y él hace lo mismo, enarcando las cejas.

—¿Crees que soy el malo? Chiara, eres mi hija. Tienes dieciocho años y quieres tener una relación con un hombre que cuando naciste, tenía tu edad. Un hombre que ha estado con miles de mujeres y se divorció de su esposa por estar contigo. ¿Crees que no hará lo mismo contigo? ¿Acaso piensas que esto lo hago porque soy un puto verdugo? —se levanta del sofá y está a mi lado en segundos—. No soy el malo, hija. Estoy actuando como un padre. Yo no quiero esto pa ti, eres una niña.

—No soy una niña, papá.

—Lo eres. ¿Tienes ideas de las cosas que ha hecho Heiner? Solo lo conoces hace un par de meses. ¿Yo en cambio? Le conozco hace muchos años y he visto como doblega mujeres y saca su lado perverso. No quiero eso para ti.

—Y yo no quiero verte.

En realidad, me duele decir esto. Papi es mi mayor felicidad, pero ahora solo la está apagando, obligándome a olvidar al hombre que amo. Tal vez su instinto de padre no le permite soltarme, pero debe hacerlo.

—Vale. Entonces quédate con esa idea. Yo soy el malo.

—No me iré con Heiner —prometo—. Solo no quiero que lo lastimes.

—No voy a lastimarlo, Chiara. ¿Crees que fue mi amigo en vano? Estoy tan... —sacude la cabeza, antes de limpiar el sudor de su frente y continuar—. Estoy muy decepcionado de ambos. Él simplemente quiso corromperte y destruir la confianza que teníamos y tú... bueno, mi siquiera puedo explicarlo.

—Heiner me quiere.

Bufa, casi burlándose.

Es increíble como alguien puede volverse insoportable por tomar decisiones mientras está hirviendo en furia. Papá es más malo que esto, pero nunca lo fue conmigo.

Siempre vi como doblegaba personas y hacía que su poder se notara. Aveces hasta abusaba de su posición como empresario reconocido, pero nunca le importó. Y que esto pase es un golpe duro.

—Heiner solo quiere el dinero.

—Y a mí...

Rueda los ojos, me ignora y se va al móvil. Hace unas cuantas llamadas y solo me toca esperar.

Más allá de una caricia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora