Capítulo 18

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Chiara.

«Maldita Amelia»

Ni siquiera se merece mi odio, mucho menos mi tiempo. Es por eso que no me he detenido en planear algo para vengarme por la mala jugada de ayer. Perra estúpida.

Lo mejor que puedo hacer es ignorarla. Demostrarle que aunque me vió vulnerable por un momento, no me afectó y no me interesa. Porque ella es eso, un cero a la izquierda, al menos para mí. Papá insistió en hacer algo al respecto, pero le rogué que dejara las cosas así. La verdad es que no quiero hacerle saber lo mal que me he puesto con su broma de mal gusto.

Oliver es otro inepto, ha creído que me quedaré con los brazos cruzados luego de semejante burla. Lo que sea que había entre nosotros las últimas semanas, se acabó desde el momento que ignoró y se hizo la vista gorda con el maldito juego de Amelia. No niego que me gustaba saber que me acostaba con Heiner teniendo novio, pero no quiero seguir siendo parte de su maldito ego. Que se vaya a la mierda él y la otra estúpida.

Mierda.

«Heiner»

Mi puto adonis.

Desde el momento que salí de su departamento, una punzada se instala en mi pecho al recordar las palabras que compartimos en la cocina, antes de obligarme a comer. Quería entender el porqué de mi maldito orgullo a la hora de hacerme la dura respecto al comentario de Heiner: «Solo sexo por diversión y pasar el rato. Creía que eso de que no me acostara con nadie más era enserio». Claro que era en serio. Pero no quería que él se diera cuenta de lo mucho que me afectaba esa conversación. Pensar en que él consienta a otra como lo hace conmigo, que la bese de la manera que me besa a mí, que la mire y la folle con la misma intensidad. Joder, no quiero pensar en eso y una chispa de ira se apodera de mi cuerpo, algo más que una obsesión y capricho. Es obvio que yo no lo haría con alguien más y eso me deja confundida. Todo lo que dije fue una clase de armadura para proteger mis pensamientos y mis estúpidos intentos de mantener la calma, pero no tenía idea que mencionaría lo de acostarse con otra mujer.

Incluso me da ira cuando pienso en que a su esposa le dice las mismas cosas que a mí.

Al diablo.

Heiner puede reclamarme todo lo que quiera, puede mostrarse posesivo conmigo durante el sexo. Pero, creo que es hora de que yo también deje de lado mi maldito capricho y lo doblegue ante mí. Quiero que solo me mire a mí, que me folle y consienta solo a mí. Así sea lo último que haga.

Vale. No puedo olvidar tampoco el que haya mencionado eso de que no había follado con la pelirroja desde hace un buen tiempo. Eso quiere decir que he sido suya desde entonces y nadie más lo ha escuchado gemir sobre su oído, justo como hace conmigo a solas. Joder. Me pongo caliente de solo recordar lo bien que se siente. El dominio que emana y el control que tiene sobre mí en la cama. No quiero que otra tenga eso, no quiero que nadie más lo escuche gemir. Pero si quiero evitar eso, también debo destruir mi armadura y hacerle saber que lo quiero solo para mí.

A lo largo de los años he obtenido lo que se me plazca. Papá se ha encargado de complacerme en todo y poner el maldito mundo a mis pies, como una reina. Y aún así no soy egoísta, nunca lo he sido con todos los privilegios que me han ofrecido. Sin embargo, quiero serlo con Heiner, es lo único que no quiero compartir y que quiero solo para mí.

Mío.

—¿Me estás escuchando?

Ariana me da un empujón y me disculpo con una sonrisa. Vale, estaba tan sumida en los pensamientos estúpidos, que me había olvidado de ella.

Más allá de una caricia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora