Capítulo 7: infantil

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Sabía que vivir con Isaac tendría muchas variables que perturbarían mi tranquilidad, sé que llevamos varios años juntos y otros muchos más conociéndonos, sin embargo, no me puedo acostumbrar a su extravagante vida.

No estoy acostumbrado a tener sirvientes, además sigue siendo mi jefe y a pesar de que puede separar su vida privada con el trabajo, en algunas ocasiones se me vuelve imposible no enfadarme con él cuando hace algo en el trabajo que me pone en aprietos.

Como su trabajador, entiendo sus órdenes, las obedezco sin problema y me aparto cuando me lo designa, sin embargo, como su pareja es más complicado, ya que me mantengo nervioso todo el tiempo y dudo cuando debo alejarme en un momento crítico que puede lastimarlo.

La mayoría de sus planes salen bien, pero no puedo evitar preocuparme por su seguridad, incluso pensar más de la cuenta cuando menciona que desea hacer algo que no me gusta.

Sé que no debería sentirme así, obviamente no soy un Daniels, a pesar de ser su pareja, sigo siendo su trabajador y cuando asuntos de la familia Daniels se encuentran interfiriendo, no me queda de otra más que asumir sus decisiones y observar desde la distancia.

Tampoco se trata de que quiero ser un Daniels, al contrario, no estoy interesado en casarme, algo que él sabe perfectamente y hasta respeta mi decisión, justamente porque no deseo tomar su apellido si nos casamos.

Nosotros lo hablamos con seriedad, él obviamente al principio buscaba insistir, pero luego cuando le di mis razones accedió respetando mi decisión, aunque al otro día me regaló un costoso anillo de compromiso diciéndome "No me puedo casar contigo, pero al menos tu dedo está reservado para mí" antes de añadir un "Y así de paso, ahuyento a la gente que se interese en ti" dejando ver sus verdaderas intenciones con aquel gesto.

Al principio pensé que lo mejor sería rechazar su regalo, pero me gustaba el hecho de tener un anillo en mi dedo, por ende, también le compré uno a él.

Mi único inconveniente es que no sé cómo entregárselo, es vergonzoso, principalmente porque me esforcé para que sea parecido al mío y que convienen como lo harían dos argollas de matrimonio.

Obviamente no tiene piedras preciosas, el que me regaló no tenía, aunque tenía un diseño de oro que logró gustarme mucho, además era azul, por ende, mandé a replicar el diseño, pero para él lo compré en negro, sabiendo que combinaría a la perfección con él.

Cuando lo mandé a pedir, no pensé en los detalles de la entrega, por ello, estoy bastante nervioso a medida que conduce de regreso a casa, ¿debería entregárselo ahora? De hecho, podría aprovechar que está distraído para que no se dé cuenta de mi nerviosismo.

–Daniels– lo nombré– te compré algo.

–¿En serio? –preguntó mirándome un instante antes de mirar el camino, estábamos por llegar a casa, debía dárselo ahora o más tarde sería más complicado.

–Sí...–dije sacando la pequeña caja de mi bolsillo, sin esperarme el hecho de que detendría el auto en medio de la carretera, aprovechándose de que no había nadie.

–Acepto– dijo observando la cajita.

–No te estoy pidiendo matrimonio– le dije cada vez más avergonzado, mientras que él abría la cajita y observaba el anillo.

Isaac soltó una risita antes de tomarlo para luego ponerlo en su dedo, observando con una amplia sonrisa el anillo.

–Me gusta mucho– dijo en un tono alegre que confirmaba sus palabras.

–Me alegra–dije sintiéndome más relajado, incluso como acercó su rostro al mío, no pude evitar salir a su encuentro deseando besarlo, sin embargo, el pitido de un auto nos apresuraba.

Un final feliz [Bl]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora