Capítulo 6.

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Si bien me aterró un poco, no sé lo hice saber, "en mi debilidad he conocido tu fortaleza" oí una vez, así que jamás dejaría que alguien viera mis miedos, y menos un individuo que no conozco, es una locura.

—¿Tú bien sabes que esto está considerado como un delito en este país no?—le pregunto al desquiciado que está frente a mi.

—¿Lo qué?—cuestiona, alzo una ceja.

—Esto.—lo señalo.—Estás invadiendo mi casa, mi habitación, sin mi consentimiento, y ni siquiera has usado la puerta, ingresaste por la ventana, ¿acaso estás loco?—alza los hombros.—¿Entiendes qué no sé quién eres? No te conozco.

—Si me conoces, quizás aún no lo entiendas.—niego frustrada.

—No, no lo hago, ¿vas a decirme aunque sea tu nombre? Porque por lo visto tú si sabes el mío.—asiente.

—Adriel Dagger, ese es mi nombre.—lo miro por una milésima de segundos.

Dagger, ¿de donde me suena eso?, No se por qué, siento que alguna vez en la vida lo oí, pero quizás sea parte de mi imaginación, o simplemente lo oí de pasada.

—Ya puedes irte.

—Nos estaremos viendo, Ailena.—dice para después acercarse a la ventana y salir por ella.

En lo posible no quiero volver a verlo, me causa una sensación muy extraña tenerlo cerca, una que de alguna manera llega a ser conocida para mi, ese chico acarrea con él mucho misterio, que llega a ser tan atrayente, pero sé que debo mantenerme lejos de él.

°°
Al otro día me levanto con la mayor pereza del mundo, odio la rutina, no me gusta, soy de las personas que si o si tienen qué hacer algo distinto cada día, sino se aburre, por eso me aburre tanto ir a estudiar, porque ya es algo rutinario.

En fin, a nadie le importa así que sigo contando mi fastidiosa rutina, luego de levantarme, voy al baño para poder asearme y hacer todo el protocolo de la mañana, luego de eso me visto, con el maravilloso uniforme.

Sigo preguntándome por qué las mujeres no podemos tener como uniforme un pantalón, sólo los hombres, nosotras debemos de conformarnos con una falda, y lo peor es qué tampoco es una gran falda, es lo suficientemente corta, ¿saben lo horrible que es ir al colegio con una falda en pleno invierno? Un maleficio provocado por miles de demonios.

Si, quizás estoy exagerando un poco, pero no quita que sea horrible, que vaya el señor director con falda, el problema de él es que es un viejo baboso y le encanta andar viendo culos, por eso puso como regla inquebrantable el hecho de que siempre llevemos esa condenada falda.

Con respeto a la falda, claro, no tiene la culpa de nada.

En fin, me fui nuevamente por las ramas. Luego de vestirme, tomé mis cosas y bajé, ya ahí está Margaret con el desayuno listo, ¿cómo hace para estar siempre despierta antes que todos? Esa es una pregunta que ronda en mi cabeza desde siempre, es un don que tienen las madres.

—Hola cariño, ven a desayunar que ya debe de estar por venir Lía.—dice y asiento.

Camino hacia la mesa y tomo asiento para después comenzar a desayunar, es muy buena en la cocina, de eso no hay duda.

Oímos el sonido del timbre, eso sólo puede indicar la llegada de mi tan adorada amiga.

—Muchas gracias Margaret, estaba exquisito todo.—ella me sonríe.

Me levanto para dejar un beso en su mejilla y luego salir, allí ya me esperaba Lía, pero no estaba mirándome a mi, sino que mirada para la casa de alado.

—¿Qué haces?—pregunto.

—Miro.—dice aún viendo para allí.

—Sí, me puedo dar cuenta, pero, ¿qué se supone que ves?

—Al vecino.—niego.

—¿A cuál?

—Al sombrío, está sin camisa.—ruedo los ojos.

—Sabe qué lo estás viendo, quiere hacerse ver, no le prestes atención.

—Mejor aún si sabe, ¿por qué a ti no te afecta ver a un chico sin camiseta?—me mira con el seño fruncido.

—¿Por qué me afectaría?

—Porque eres tú, y a ti te encanta todo lo que mida casi dos metros, tenga una polla entre las pierna, buen físico, ah y qué sepa mentir, más aún cuando tiene fama de capullo.—río.

—Entonces al parecer el no tiene una polla entre las piernas, porque los demás requisitos si los cumple.—comienzo a caminar, siento como ella me sigue.

—¿Cómo sabes que tiene un buen físico si no has volteado a verlo?

—La ventana de su habitación tiene contacto con la mía, lo veo así todos los días.

—¿Entonces le has visto la polla?—pregunta asombrada y niego.

—No he tenido el interés, ya qué todo lo que sale de su boca es molesto para mí.

—¿Cómo que has tenido conversaciones con él?—pregunta confundida y asiento.—¿Por qué yo no sé nada de eso?

—Porque el no es importante cómo para que hablemos de él.—alza los hombros.—Y ya cállate que ahí viene el hermano.

—Uy, ese también me gusta.—río.

—No lo dudo.—Samael se acerca a nosotras.

—Hola chicas, ¿no les molesta que las acompañe?—Lía niega enseguida y no me queda opción que aceptar.

Y tuve que soportar caminar con alguien que a penas conozco, que diversión. Ella era la persona más feliz del mundo, sigo sin entender su gusto por los niños con cara de buenos, ya le he dicho que son los peores, pero al parecer no lo entiende.

Sí, prefiero enrollarme con los gilipollas, por qué ellos ya te muestran lo que son enseguida y tú vas segura, por qué sabes dónde te estás metiendo, al contrario de los "niños bien", esos te venden humo, te hacen creer que son una cosa cuando son los contrario, y Lía ha pasado por eso, pero ahí está ella otra vez, Samael me da esas vibras, él muestra ser bueno, pero sé que algo se trae en manos.

Al llegar lo agradezco, así puedo ya alejarme de ese par, ellos se van juntos, por qué al parecer les toca la misma clase y yo sigo mi camino hacia mi aula, antes de llegar me encuentro con ¿Adrián?, ¿así se llamaba? Bueno él.

—¿Te enrollas con niños?—me pregunta frenando mi camino.

—¿Qué?—le pregunto confundida, ¿de que habla?

—Ya me oíste, ¿lo haces?

—¿A ti qué te importa?

—Nada realmente, pero si va a importarme si lo llegas a hacer con mi hermano, no te metas en ese campo Ailena.—alzo una ceja.

—Pues dile a tú hermano qué no se meta en el mío, por qué no, no me enrollo con niños, pero dónde él me de luz verde no voy a tener drama en hacerlo.—le sonrío falsamente para luego seguir mi camino, dejándolo con la palabra en la boca.

Alas grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora