Capítulo 19.

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La he besado, se ha sentido tan exquisitamente perfecto

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La he besado, se ha sentido tan exquisitamente perfecto. Me resulta complicado esto de saber quién es mi alma gemela, antes no sentía nada, ni me importaba nada. Ahora está ella y es todo muy diferente, no puedo decir que estoy enamorado porque les mentiría no sé cómo es estar enamorado.

Solo sé que cuando estamos cerca es diferente, tengo esta extraña sensación de querer protegerla y cuidarla de todos supongo que me preocupo por ella. También se que estás ganas que tengo de hacerla mía son demasiadas, su olor me vuelve loco. Ese beso fue solo el comienzo de mi final.

"El amor es una debilidad"

Me crié con ese pensamiento por eso a pesar de que no sentía nunca me interesó hacerlo a diferencia de Samael yo solo me guiaba por mi instinto sexual. Me gustabas, te follaba y solo era eso. Ahora tengo un punto en el cual pueden romperme y ese es mi miedo.

No le he dicho a nadie que es mi Alma gemela y espero que siga así, no estoy listo para aceptar frente a todos que tengo una debilidad, una debilidad tan hermosa como Ailena Edevane. Sus ojos, su pelo color fuego, sus labios y sobre todo su olor hacen que quiera ser débil y no puedo permitirlo.

Alejo mis pensamientos al sentir un pequeño ruido en el patio. Me asomo cuidadosamente a la ventana sin hacerme ver. No hay nadie pero siento que si, espero unos segundos y vuelvo a escuchar otro ruido. Abro la ventana y me tiro en busca del enemigo.

—¡Qué haces!—exclamo mirando desconcertado a la peliroja tratando de subir hacia mi ventana.

—No puedo dormir, me siento observada.—aclara y se deja caer llegando nuevamente al suelo.

—¿Así que tienes miedo?—niega.

—No, no tengo miedo solo no tenía sueño y pensé en molestarte.—funce el ceño.—Ademas tú entras a mi cuarto siempre que te dé la gana porque yo no puedo hacer lo mismo.

—Porque a diferencia de tí yo no hago tanto ruido y en segunda tampoco me tardaría media hora en subir hacia una ventana.—me burla.

—Ok Spiderman, hombre trepa ventana.—susurra cruzándose de brazos.

—Y no lo niegues Ailena solo hay dos opciones por la que quisieras venir a mi cuarto, primera tienes miedo o segunda, tienes ganas de dormir a mi lado y repetir ese beso.—indico y ella sonríe tímidamente.

—Te faltó una tercera opción.—comenta.—Qué quería darte el premio al mejor capullo del año.—me saca el dedo corazón y sale caminando de regreso a su casa.

—¿A donde vas?—pregunto sonriendo.

¿Estoy sonriendo?

—A mi casa.—dice enfadada.

—¿Acaso no terminarás lo que venían a hacer?—pregunto brindándole mi mano, ella la acepta después de mirarme con rencor unos segundos.

—¿Me abrirás la puert..?—tuvo que callar ya que he saltado hacia la ventana con ella en brazos.

—¡ESTAS LOCO!—me grita con los ojos muy abiertos.—Podrías a verme matado.

—Habla bajo despertarás a todos.—hablo normalmente mientras me bajo el pantalón para quedarme solamente en calzones.

—¿Qué estás haciendo?—pregunta mientras trata de cambiar la vista de mi parte inferior del cuerpo.

—Dime Ailena, ¿cuál de las tres opciones es la verdadera?—digo mientras me voy acostando en la cama, ella me mira cautelosamente y traga saliva.

—¿Importa?—se sienta en la esquina de la cama.

—Realmente no, pero podrías acostarte no creo que sea cómodo dormir sentada. —ella asiente y se recuesta a mi lado.

—¿Algún día se cansarán de perseguirme?—me pregunta por sorpresa.

—Hasta que no acabemos con los de la rebelión no puedo asegurarte nada. —ella sonríe sin gracia.

—¿Y ustedes, se cansarán de protegerme?—niego.

—Eso no es una opción Ailena, mientras que yo siga con vida puedes estar segura que siempre estaré para cuidarte y protegerte no dejaría que nadie te dañara.—declaro y ella sonríe.

—Se que soy tu alma gemela.—eso me tomó por sorpresa, no tenía idea de que supiera o nisiquiera que supiera en qué consiste.—Estuve hablando con Lucifer y me ha dicho él porqué solo tú puedes entrar a mi mente.

No hablo solo me mantengo en silencio y ella también lo hace por un rato, es lindo tenerla cerca poder sentir ese calor que desprende pero el silencio fue interrumpido por otra de sus preguntas.

—¿Dime Adriel crees que soy una debilidad, tu debilidad?—suelta mientras se acomoda en mi pecho.

—Si, es difícil de aceptar pero haría cualquier cosa por ti y mataría a quien fuera por tu bienestar pero me asusta que llegue el momento en que no pueda protegerte y te usen para dañarme o dañar a cualquiera de la casa.

—¿Te refieres a la daga?—sigue con sus preguntas pero esta vez levanta su cabeza para mirarme y sus labios quedan tan cerca de los míos que puedo escuchar su voz.

—Esa daga es un desconcierto para todos, la única pista es que solo tú puedes llegar a ella.—hago una pequeña pausa y hablo antes de que suelte alguna otra pregunta. —Creo que deberíamos dormir.—comento fríamente.

—Tienes razón. —despega sus labios volviendo a su posición anterior. —Gracias.

—¿Por qué?

—Por dejarme quedarme, igual si vine por las tres razones juntas. —sonríe.—Si tenía algo de miedo y...

Se calla y se gira rápidamente hasta quedar encima de mí.

—También vine a por ese segundo beso.—dice con sus labios sobre los míos.

El beso es tierno pero va intensificando la velocidad. Dejo que sea ella la que guíe el beso. Mis manos son muy traviesas así que también dejo que haga su trabajo. Puedo sentir el bulto creciendo en mi boxer y se que ella también. Se detiene y aleja sonriendo.

—Felicidades capullo.—se baja y se acurruca a mi lado.—Mañana te daré tu premio, ahora vamos a dormir.

Se la ha desquitado la muy hija de puta.  Me ha dejado igual o más caliente que yo a ella la otra vez. Sonrío sin poder evitarlo.

—Buenas noches Ailena.—le doy las buenas noches mientras me acomodo y la abrazo.

—Buenas noches capullo.—sonríe.

Descansa diablilla mía.

Alas grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora