Siempre me dijeron que en la vida existen blancos y negros, toda la vida me fueron enseñaron sobre el yin y el yang, lo bueno entre lo malo y lo malo entre lo bueno.
¿Pero que pasaría si en ves de blanco y negro, existiera el gris?
Eso voy a descubr...
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Puedo ver como antes de irse me da una mirada, pero lo ignoro, capullo.
El profesor ingresa a la clase con lo que puedo ver un poco de preocupación, pero lo esconde con una sonrisa.
—¿Está todo bien?—este asiente.
—Si, tema familiar.—asiento pero no le creo.
—Bueno, creo que nuestra clase terminó, ¿no?
—Si, espérame y te acompaño hasta tú casa.—frunzo el seño.
—No hace falta, voy a ir con mi amiga.
—Está bien, cuídate.
Asiento para después salir del aula, eso fue extraño, muy extraño.
Lía ya está esperándome en la entrada, parece frustrada.
—¿Que ha pasado?
—Un capullo, nada importante.
Dejamos el tema ahí y comenzamos el camino a casa.
—¿Sigues sin hablarle?—la miro sin entender.—Adriel.
—Si.—digo seca.
—¿Realmente no vas a cuestionarte el hecho de que el tenga ese poder sobre ti? Ailena, te conozco desde que llegaste, jamás en la vida te vi tan frustrada por un hombre, jamás te importó uno, a no ser de tu padre, claro está.—niego.
—Lo único que pasa con él es que molesta su presencia, y lo del otro día fue un error, fui débil, nada más.
Iba a decir algo mas pero se limitó a quedarse callada, lo preferí así. En cuanto llegamos, nos despedimos y subí a mi habitación.
Al parecer mis padres no se encuentran, deben de estar trabajando. Me recuesto en mi cama y no sé en qué momento me quedé dormida.
Me despierto por un sonido que proviene desde afuera, me levanto un tanto desorientada y miro por la ventana. ¿Cuánto dormí? Ya es de noche.
Ailena, el sonido, concéntrate.
Cierto, gracias consciencia.
Busco y al parecer hay alguien en la puerta de mi casa, ruedo los ojos y me encamino hacia la entrada para poder abrir.
Dónde sea el capullo de alado, voy a matarlo, me despertó.
Al abrir me encuentro con un hombre, no es mayor, puedo deducir qué tiene veinte o quizás un poco más.
Pareces boba, pregunta que quiere.
—¿Eres Aliena?—frunzo el seño.
—¿Quién pregunta?—veo una sonrisa asomarse en sus labios.
—Un buen amigo.
—¿De quién?—pregunto confundida.
—Eso no importa, tú debes de venir conmigo.—lo miro para comenzar a reírme.—¿De que te ríes?