Capítulo 24.

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Sabía que no iban a defraudarme, si bien he no dado mucha pista, porque realmente no las tenía, algo en mi me decía que ellos no iban a fallarme

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Sabía que no iban a defraudarme, si bien he no dado mucha pista, porque realmente no las tenía, algo en mi me decía que ellos no iban a fallarme.

Estos gilipollas han sido bastante bruscos ha decir verdad, como ahora, no tengo movilidad en mi cuerpo y me duele todo, no he comido y no he bebido agua, no sé si su idea es matarme o recuperar la daga.

No sé cómo pero puedo sentir la preocupación de Adriel al verme, quiero sonreírle pero no puedo, tengo la boca tapada.

Estoy bien capullo, concéntrate.

Logro hablarle y este me regala una mini sonrisa.

—Déjala ir y arreglemos esto.—le dice al demonio que me tiene.

—No tenemos nada que arreglar, lo que quería ya lo tengo.—ejerce más fuerza en su agarre hacia mí.

—Sorius, no hagas que esto sea peor para ti.—habla Lucifer.

¿Por qué le hablan? Mátenlo.

Miro hacia todos lados, buscando algún indicio de algo, si ellos piensan seguir hablando, yo debo hacer algo.

Veo hacia el suelo y me encuentro con uno de los cristales de Adriel, eso sin duda alguna puede cortar la soga que me tiene atada, y también puedo ver como Belia es muy buena con las navajas.

Necesito una distracción.

Comienzo a hacer sonidos con la boca, indicando a Sorius que quiero hablar, el rueda los ojos pero baja mi venda de la boca.

Muevo mi mandíbula para acostumbrarme a estar sin ella, ha sido muy incómodo.

—Gilipollas.—le digo y este me mira amenazante.

—¿Qué quieres?

—¿Puedo ir al baño?—niega.

Vale, segundo intento. Le sonrío coquetamente.

—¿Y si vamos?—me acerco como puedo a él.

A este se le ensancha la sonrisa, mira a Adriel desafiante y luego a mí, asiente.

Miro mis sogas y él también.

—Así es muy difícil.—doy una breve mirada a Belia que ella logra entender muy bien.

—No creas que soy tan imbécil como para soltarte.—se aleja, pero en ese momento un golpe llega a su rostro.

Belia corta mis sogas enseguida, muevo mis manos por el dolor. Necesito salir de aquí, sé que ellos van a poder con Sorius, el problema principal era que no tuviera con que amenazar a Adriel y Lucifer.

Belia toma mi brazo y me arrastra hacia lo que parece una salida, en cuánto la luz me abraza mis ojos se cierran, fue muy cruel eso.

—Joder Ailena, ¿estás bien?—me examina Samael, lo abrazo.—No, no lo estás.

Alas grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora