Siempre me dijeron que en la vida existen blancos y negros, toda la vida me fueron enseñaron sobre el yin y el yang, lo bueno entre lo malo y lo malo entre lo bueno.
¿Pero que pasaría si en ves de blanco y negro, existiera el gris?
Eso voy a descubr...
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El dibujo quedó como ni siquiera me lo imaginaba solo dejé que el lápiz hiciera su magia y que mi corazón lo guiara. Al final dibujé una cascada brotando sus aguas sin piedad y sin nadie que la parase. No sé realmente si tiene que ver con lo que quería plasmar pero así me siento, como una cascada desbordada de sentimientos. Desprendiendo rizas, abrazos, tal vez solo respirando pero siempre tan libre como esa cascada.
No muy convencida con los retoques que le hice al final se lo entregué a la profesora esta me miró y sonrió.
—Ten lindo día.—se despidió.
—Igualmente.—esta es una de las únicas profesoras que me cae bien. Es sincera y sobretodo muy observadora y eso tiene mucho valor en una persona.
Salgo del aula en dirección a la cafetería en busca de Lía, se supone que ella terminaba las clases primero que yo y me esperaría ahí hasta acabar con mi última materia.
Miro a mi alrededor y la escuela está prácticamente vacía. Camino por el largo pasillo en silencio. Hasta que alguien lo interrumpe.
—¿Al final que has dibujado?—dice Samael apareciendo de repente.
—Felicidad.—respondí sin inmutarme.
—¿No te da curiosidad saber que dibujé yo?—insiste en ser sociable porque no pierde su sonrisa.
Also los hombros porque sabía que diera la respuesta que diera igual me lo iba a contar así que mejor no gastaba saliva.
No puedo evitar reír así que lo hago. Se empeña tanto en ser agradable que aveces es algo ridículo.
—Que bien por ti.—le digo incomoda. —Necesito irme Lia me espera.—digo apresurando mi paso ya que si seguía así no llegaba mañana.
No dejé ni que respondiera así que llegué a la cafetería y...no había nadie seguro se cansó de esperarme y se largó sin mi.
Dejó salir un suspiro y doy media vuelta. Veo a Samael caminando por el pasillo hacia la salida y le grito.
—¡Ey espera!—le pediré acompañarlo de todos modos lo que no quiero es irme sola.
—Pensé que te irías con Lía.—balbucea.
—Si, pero la muy tonta se fue sin mi.—admito.
—Podemos ir juntos si quieres.—sonrié.
—Dibujé una cascada.—le comento ya que antes fui muy grosera y el es muy agradable conmigo al menos para que el camino fuera más ameno.
—Es interesante, no todos tendrían esa idea. —habla.—Eso habla mucho de tu personalidad, además de ser muy inteligente eres impulsiva, tienes carácter y sobre todo no te gusta sentirte cohibida.
—¿Valla y eso lo deduces por un simple dibujo?—pregunto levantando una ceja.
—Es mucho más que solo dibujo es sentimientos, tu firma como autora. Los artistas siempre hablan un poco de sí en sus obras, ya sea literaria o de arte. —comenta sin apenas pestañear.
—Entonces por tu dibujo puedo decir que eres muy comelón, que te gusta el chocolate y que eres una persona sencilla que ve la felicidad en las pequeñas cosas que los demás ven insignificantes.—me coloco la mochila hacia el otro brazo.
—Pues entre otras cosas.—sonríe pero esta vez de una forma distinta, más maliciosa.
—Ya hemos llegado.—digo al darme cuenta que estamos justo en la esquina de nuestras casas.
—Cuidate.—dice mientras yo sigo avanzando. No se si le importo demasiado pero sonó más como una advertencia.
No miro hacia atrás y sigo avanzando.
Al llegar no hay nadie en casa subo hasta mi habitación la cual está un poco más oscura de lo normal porque aún tengo la cortina hacia abajo para evitar ver a dicha persona que no mencionaré.
Suelto mi mochila y me dejó caer en la cama mirando hacia el techo. Ha sido un día tranquilo pero al mismo tiempo agotador. No he podido encontrar nada sobre el signo pero no me daré por vencida mañana termino más temprano, al salir de clases iré a la biblioteca de la ciudad tengo la esperanza de poder encontrar algo más que simple hojas arrancadas.
Me coloco los audífonos y pongo Believer de Imagine Dragons. Dejo que la música apague cualquier sonido que pueda molestarme y cierro mis ojos.
Al rato despierto por la horrible pesadilla que estaba teniendo. Abro los ojos y me quito los audífonos de un tirón.
—¿Qué haces en mi habitación?—interrogo frustrada mirando a semejante persona.
—Tienes las cortinas abajo no podía molestarte así que decidí hacerlo en persona.—se sienta en la esquina de la cama.
Me levanto de ella y me alejo de él lo más que puedo.
—¡Sal inmediatamente! —le grité señalando la puerta.
—No debes gritar tanto eso molesta a las personas.—dice muy calmado mientras se recuesta.
—Acaso crees que me importa si te molestan mis gritos. A demás con qué derecho vienes a decirme que no grite. ¡Estoy en mi casa!—resoplo y me cruzo de brazos.
—Bien si es lo que quieres me voy.—dice levantándose.—Pero yo tu subiría la cortina así no tengo que verme en la necesidad de volver a allanar tu casa.—vuelve a colocar su cara de culo de siempre y se va.
<<Es un loco>>pienso.
Ni que se crea que le voy a obedecer, esas cortinas se quedan así porque lo digo yo.
Enojada entro a darme una ducha a ver si así me relajo un poco. Entro al baño y el agua está tal y como me gusta lista para pelar pollo. De esas que casi te quema la piel. Dejo que el agua haga su trabajo y me relajé los músculos.
Cuando termino me seco, me enrollo la toalla al rededor de mi cuerpo y salgo.
Maldecí a todos los dioses y al propio lucifer por estar en esta situación.
Miro atentamente al chico que acabo de botar de mi casa y que ahora está acostado en mi cama con cara de cínico mirando mi cuerpo.
¿Acaso no tiene vergüenza?
—Te dije que subieras las cortinas y no lo hiciste ahora afronta las consecuencias.—sonríe diabólicamente, para ser la primera vez que lo veo sonreír da algo de miedo.