Capítulo 33.

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Ailena se nota tensa y es extraño porque suele relacionarse muy bien con todos o al menos con los que le caen bien así que supongo que este le cae del culo

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Ailena se nota tensa y es extraño porque suele relacionarse muy bien con todos o al menos con los que le caen bien así que supongo que este le cae del culo. A cada rato la pillo mirándolo como si buscará en el algo.

A mi me parece un chico normal al menos no es un demonio porque no puedo sentir su aroma. La cena transcurre normal, Margaret y mi madre hacen un dúo de detectives estupendas no se cansan de hacer preguntas.

Federico a tallado muy bien conmigo la verdad es un hombre tranquilo y de poco hablar encaja perfectamente conmigo. A Lía la veo bien, algo ilusionada para no decir que está enamorada del tal Marcos.

Al acabar la cena mi madre y yo nos vamos a la casa obviamente me despedí falsamente de Ailena porque dentro de unos minutos me meteré en su cama. Al entrar a la casa están todos enfadados.

—¿Y esas caras largas?—comenta Lilith entrando por la puerta.

—¿Se la han pasado bien?—dice Samael pero puedo notar el sarcasmo en su voz.

—Si te ha enfadado que no los invitaran a la cena no es culpa mía.—digo subiendo las escaleras.

—¡Nos han dejado fuera y tuvimos que cenar pizza recalentada porque ninguno de nosotros sabe cocinar!—me grita Belia.

—Margaret cocina exquisito.—se burla mi madre.

—¡Tú te olvidas de tu otro hijo!—grita Samael.

—Y yo que soy el padre de Ailena ni siquiera pude estar ahí.—esta vez balbucea Lucifer.

No le respondo a ninguno así que retomo mis pasos y entro a mi habitación. Me recuesto en la cama por unos minutos. Es extraño que acabo de pedir la mano de Ailena. Ya bien sabemos que no nos gustan los títulos pero seriamente lo que tenemos es lo más grande que he podido sentir y tener con nadie. La quiero y ya puedo aceptarlo, me siento débil aceptando que quiero mucho a una persona pero es real y me alegra que sea capaz de sentir amor por alguien.

Cuando eres un demonio y tus emociones son restringidas al punto de casi no sentir nada es extraño cuando lo haces y es lo que me pasa. Ailena me hace sentir tanto que no quiero que acabe nunca.

El libro que tuve que dejar en la biblioteca, el que hablaba de la daga ha desaparecido. Se me ha hecho extraño que justo después que yo lo leyera desapareciera. Nadie me vio con él así que no entiendo cómo dieron con el así que supongo que no soy el mismo investigando sobre la daga.

No le había comentado nada Ailena pero creo que ya va haciendo hora de que tengamos esa conversación necesito hablarle de la profecía y que me explique cómo obtuvo el dibujo de la daga.

Miro hacia su habitación y puedo ver qué la luz ya está apagada así que ya debe estar durmiendo. Abro mi ventanal y me tiro.

—Buenas noches princesa. —le beso el cuello.

—Hey, pensé que hoy no vendrías.—dice girando su cuerpo hacia mi.

—¿Crees que podría dormirme sin antes follarte?—ella niega y me besa.

—Ailena.—esta es nada más y nada menos que Margaret entrando a su cuarto.—¡Adriel!

—Toca antes de entrar.—le reclama Ailena.—Estábamos a punto de follar.

—No necesito detalles y ya lo sé para la próxima.—esta me mira confusa.—¿Tú no te fuiste con tu madre, como entraste?

—La ventana señora.—esta se asombra.

—Estos jóvenes.—cierra la puerta terminando esa frase.

Yo y Ailena nos miramos casi a punto de estallar en riza.

—Ahora si, ¿Donde nos quedamos?—comienza a besar mi pecho.

—Ailena.—la detengo y capturó su atención.—Tengo que hablarte de algo.

—¿Qué pasa?—se acomoda y me mira atentamente.

—¿Cómo obtuviste el dibujo?—me mira confusa.

—¿Cuál?—señalo al libro que aún está en su mesita de noche.

—Ah ese.—alza los hombros.—Realmente no lo sé, lo único que recuerdo de ese día es venir de la escuela luego hay un gran vacío hasta que me despierto y el dibujo estaba encima de mi.

—Es raro.—ella asiente.

—¿Qué tiene de importante?—dirige su mirada al libro y se estira para agarrar el dibujo.

—Esa es la daga Ailena, la que todos buscan.—ella se sorprende así que no sabía nada.

—No me jodas.—asiento.

—Hay una profecía.—ella me corta.

—La de la chica hija de lucifer y un ángel.—asiento. —Ahora que lo pienso esa chica soy yo.

—Ailena debes espabilarte.—encarna una ceja.

—No soy tonta.—sonrío.

—Eso lo sé, pero me refiero a que estás rodeada de peligros presta más atención a todo lo que pase en tu vida, nada es coincidencia.

—¿Cuál es tu profecía?

Le comento todo lo que vi el otro día en el libro y también que este había desaparecido.

—Ahora que lo mencionas la pesadilla de la otra noche era eso.—admite.

—No es solo un sueño.—me preocupa mucho Ailena esto se está complicando. —Era tu subconsciente dejándote ver un poco de lo que te depara del futuro.

—¡No pienso matarte!—justifica rápidamente.

—No sabes en las condiciones que estaremos ni las vueltas que da la vida. —ella niega.—Es una profecía Ailena tarde o temprano se cumplirá.

—Voy a cambiar la profecía porque no pienso matarte ni a ti, ni a mi propio padre. —me alegra saber de qué está decidida, no hago más presión en el tema pero aún me asusta el futuro.

Morir en manos de tu alma gemela no debe ser lindo y mucho menos cuando estás sintiendo cosas tan fuertes como las que Ailena me ha hecho sentir.

—Ahora si vamos a follar que este tema hay que dejarlo de lado.—ella concuerda conmigo así que se sube encima de mi a horcajadas y me quita mi pulóver. Luego pasa a quitar su pijama y dejar al descubierto esos senos que me encantan.

Beso su boca mientras mis manos la acarician y froto su pecho moviéndolo a mi parecer. Ailena es tan ardiente como el mismísimo fuego, es cruel como un diablo y bella como un ángel.

Alas grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora