Capítulo 37.

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Ha pasado un día y no hay señales de Ailena

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Ha pasado un día y no hay señales de Ailena. No puedo contactar con ella y Belia no puede rastrearla.

¿Cómo estará? ¿Le estarán haciendo daño? ¿Dónde está? Son algunas de las preguntas que no me han dejado cerrar los ojos.

Sus padres están preocupados aunque lucifer los hipnotizó y les hizo creer que estaba en un campamento de vacaciones. Algo raro para ser Ailena pero fue lo que surgió en las circunstancias.

Esta incertidumbre me está matando justamente cuando empiezo a aceptar que estoy enamorado, cuando logro entender mis sentimientos y estar seguro de que la quiero junto a mi nos alejan, se la han llevado y no puedo hacer nada para encontrarla.

Es una búsqueda a ciegas, no sabemos a quien culpar, a quien investigar ni mucho menos por donde comenzar a buscarla. Todo ha sido muy extraño y lo es aún más que no pueda comunicarme con ella, ni que Belia pueda rastrearla.

—Deben tenerla en un lugar donde esté totalmente bloqueada.—todos me miran con atención.—Piénsenlo; no puedo entrar a su mente ni comunicarme con ella, Belia no puede rastrearla.

—Tienes razón pero eso no nos ayuda en nada.—habla lucifer poniéndose de pies.—Los bloqueadores no son un lugar sino la persona que la tiene secuestrada, así que saber eso no disminuye ni facilita la búsqueda.

—¡Entonces que vamos a hacer!—dejo salir un suspiro.—No puedo seguir aquí sentado mientras mi alma gemela sigue ahí afuera lejos de mi y de su hogar.

—Hablaré con Angélica.—todos lo miramos confusos y a la vez extrañados.—Necesitamos su ayuda, su hija la necesita.

—¿Crees que la dejen ayudarnos?—este niega.

—No lo hará por nosotros sino por ella, no se interpondrán en que venga a rescatar a su hija que también es un ángel.—vuelvo a respirar esperanza.—Aunque ese ángel tiene mucho de su padre.

Sonrío al recordarla tan hermosa y testaruda, tan inteligente y sincera, directa y desafiante; definitivamente una combinación entre Lucifer y Angélica.

—Bien, esperaremos.—comenta Samael volviendo a su lugar.

—No nos queda de otra.—Belia imita la acción de este y se sienta.

—No os preocupéis chicos ella estará bien, estoy segura de eso.—habla mi madre dirigiéndose a la cocina. —¿Alguien quiere jugo?

Todos asienten menos yo, no podría pasar nada por mi garganta teniendo está angustia, nunca antes había tenido miedo de perder a alguien y ahora se cómo se siente. Este vacío en el pecho, la impotencia de no poder moverme y no saber qué hacer. Tengo miedo de que la dañen, no me lo perdonaría yo tendría que a verla cuidado sobre todas las cosas.

—No es culpa tuya.—me dice mi madre entregándole el jugo a Belia.

—¿He?—salgo de mis pensamientos.

—Que no te culpes nadie sabía que esto pasaría de esta manera.—niego.

—Sabia que estaba en peligro y no la protegí como debía. —tengo ganas de salir corriendo y golpear a todo el que se me cruce delante.

—Adriel.—me habla Belia.—Tranquilizate.

Notó que mis puños están cerrados.

—Tus ojos.—esta vez habla Samael. —Están desprendiendo fuego.

Los cierro y trato de calmarme hasta que siento como la adrenalina va saliendo de mi cuerpo. Me levanto rápido del sofá hacia la puerta ya que han tocado, se que es imposible pero la esperanza de que sea ella me impulsa.

—Lia.—digo en un tono de desagrado.

—¿Y esa cara?—dice adentrándose a la casa.—Mejor dicho y ¿esas caras?

—Se ha muerto una abuela de Belia.—Belia mira a Samael confusa y luego se mete en el papel.

—Lo siento mucho.—comenta Lía.—¿Ailena no está aquí?

—Se fue a un campamento regresará si Dios quiere mañana.—literalmente todo depende de Angélica.

—Que extraño no me había comentado nada.—esta se pasa la mano por el cabello.—Ademas es extraño que se fuera a un campamento por voluntad propia sin que yo la estuviera obligando.

—Si a todos nos sorprendió que dicidiera ir.—le sigo la corriente.

—Bueno ella está media loca así que se puede esperar cualquier cosa.—todos reímos sin gracia. —Me voy, debo buscar a Marcos lo llamo y no me devuelve las llamadas.

—Ok.—le abro la puerta y se va.

—¿Mi abuela, enserio?—Belia está fulminando a Samael así que los dejo en lo suyo y sigo hacia la cocina.

—¿Crees que esté bien?—le pregunto a mi madre sentándome a su lado.

—Estoy segura de ello. —pone su mano sobre mi hombro.

Realmente este gesto es el único más parecido a amor que me ha dado en toda mi vida. Nunca ha sido de dar cariño, es más fría, aunque siempre está para dar un consejo. Nuestra relación no es de las mejores pero está ahí y eso es lo que vale.

—Eso espero no soportaría verla mal.

—Me alegro tanto de que la encontrarás, tener a tu alma gemela a tu lado es lo mejor que le puede pasar a un demonio, para bien o para mal. —la miro y puedo imaginarme a Ailena a través de sus ojos, ambas son realmente hipnotizante.

—¡Chicos vengan todos!—escucho la voz de lucifer y corrimos hacia la sala.

Ahí estaba la tan imaginada Angélica, realmente entiendo por qué es el amor de la vida de Lucifer. Es realmente hermosa, su belleza es incomparable con cualquier otro ser o cosa existente. Se nota que es única apenas mirarla, Ailena tiene un gran parecido a ella con excepción de la gran cabellera roja de mi amada.

—Esta es Angélica.—todos la saludamos y ella devuelve el saludo.

—Angelica.—mi madre la mira y está hace un gesto solamente con la cabeza, creo que entre esas dos pasó algo.

—Es una lastima tener que conocerlos directamente en esta situación.—asiento.—Así que dejaré las formalidades y hagamos algo para rescatar a mi hija.

—¿Qué hacemos?—hablo y los demás me apoyan.

—El demonio que la tiene es muy poderoso además de que tiene grandes habilidades es un gran manipulador y mentiroso.—asentimos.—Como ya bien sabéis está en un lugar donde no pueden ser utilizados los poderes ya que ese lugar fue preparado antes de secuestrarla.

—Así que no estamos hablando de un secuestro cualquiera, está bien planeado y organizado así que probablemente encontraremos trampas y pistas falsas en el camino. —habla Belia.

—Exactamente, pero para eso estoy yo, los guiaré y no permitiré que caigan en esas trampas de falsedad. —confirma Angélica. —Desde el cielo tenemos vista a todo así que se el lugar exacto donde se encuentra.—la esperanza irradia mi pecho y sonrío.—Aunque eso no quiere decir que valla a ser fácil.

—Este es el plan.—habla Lucifer por primera vez y nos cuenta todo lo que tienen planeado.

Princesa espérame, voy a por tí.

Alas grises.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora