Un día como hoy pero catorce años atrás nací yo. Para los que aún no me conocen me llamo Aitana Dagger; Aitana Dagger Edevane. Producto del amor de Adriel Dagger y Ailena Edevane, nada mejor que ser hija de uno de los demonios más temidos y de la Reyna del inframundo; es ironía.
Retuerso los ojos frente al espejo mientras repito mi maldito nombre una y otra vez. Odio lo que mis apellidos representan y toda la responsabilidad que implican. ¿Por qué no pude ser alguien normal?
Esa pregunta me ha atormentando desde que tengo memoria. Mi infancia no fue tan mala de hecho creo que esa etapa es la única en la que he sido verdaderamente feliz. Luego todo se complica, aprender sobre leyendas, mantener una postura eréctil, prácticas de defensa personal, clases de idiomas y miles de actividades que mi madre preparaba para mí.
"Eres nuestro futuro, mi reemplazo y la heredera al trono debes aprender a comportarte"
Sus palabras las tengo marcadas como un tatuaje, lo que sin tinta.
Ya pueden imaginarse la relación con mi madre, no es de las mejores que digamos. En parte la entiendo, quiere que esté preparada para lo que se avecina pero ella vivió su vida, tuvo sus amistades.
¿A quién tengo yo? A nadie. ¿Para qué quiero celebrar mi cumpleaños si no voy a tener a quién invitar? Nadie quiere ser amiga de la hija de la Reyna del inframundo, la nieta de Lucifer y ni hablar de mi padre que siempre mira a todos con cara de odio.
No es que me moleste mi soledad, aunque todos me teman y no quieran acercarse estoy bien así, mi personalidad no es que conecte con cualquiera. De hecho con el paso del tiempo esa soledad es lo único que me ha dado paz.
—¿Cariño ya estás lista?—la voz de mi padre se oye tras la puerta de mi cuarto.
—Casi—contesté abriendo la puerta.
—Estas hermosa mi vida—sonrío mientras termino de alisar mi cabello con el cepillo.
—¿Ya están todos?—indago y él asiente—Enserio odio esta fecha—admito sentándome a su lado en la cama.
—No digas eso mi niña, tu nacimiento fue lo más hermoso que nos ha pasado a los presentes hoy, todos te quieren mucho deberías ser un poco más amigable.
—Papá es que todos los años es igual, mi abuelo queriendo ser el centro de atención, Lilith que no se queda atrás de igual modo queriendo resaltar y luego está ella, queriendo que todo sea perfecto; que yo sea perfecta—bajo la vista al suelo y respiro profundo—Y no lo soy, estoy muy lejos de serlo.
—Se que esta familia suele ser un poco controversial pero eres la luz de todos y tu madre solo quiere que no pases por todo lo que ella pasó, quiere que seas fuerte y estés lista para todo—me agarra el mentón haciendo que suba la vista—Para mí no hay nadie más perfecta porque eres tú, y eso es más qué suficiente.
—Te amo—susurro en su oído mientras lo rodeo con mis brazos.
—Y yo a ti mi niña—no hay lugar más seguro para mi que entre sus brazos, un abrazo de papá y los días grises se tornan más claros—Vamos ya es hora.
Bajo las escaleras agarrada del brazo de mi papá y por un minuto imaginé mi boda, imaginé mis pasos hacia el altar acompañada de ese hombre que hace florecer cada una de mis sonrisas. Pronto volví a la realidad al ver a mis familiares venir hacia mi felicitándome.
—Gracias a todo es un placer que estén aquí—agradezco educadamente con una sonrisa en mis labios.
Al principio era genuina pero en el transcurso de la fiesta fue cambiando, estaba agotada de tanto parecer perfecta, la boca la tenía dormida de tanto tiempo fingir la sonrisa; hasta que no pude más.
—¡Ya basta!—grite mirando a todos los presentes—Odio mi cumpleaños y me parece ridículo está estúpida fiesta. ¡Me voy! O mejor ¡Larguence todos!—una sonrisa se dibujó en mi rostro al ver los ojos de mi madre encarnados en mi, la rabia en ellos son notables.
El silencio se apodera en la sala, todos me miran serios hasta que mi querido abuelo habló.
—¡Esa es mi nieta!—se acerca para ponerme la mano en el hombro—Ya era hora de que explotaras, no naciste para recibir órdenes de nadie—esto último lo dijo mirando a mi madre, quién si fuera una simple mortal ya hubiera muerto de un infarto.
—A excepción de sus padres Lucifer, así que no me mires así. Porque de todas maneras no fue una orden que le di, así que ahora Aitana puedes retirarte—miro a mi madre y asiento para después subir a mi habitación.
Puedo oír cómo Lilith también dio su opinión, y así cada uno de los presentes, pero poco me importó, hoy estoy cumpliendo a penas mis catorce años, y llevo sobre mi la gran responsabilidad de un reino, al parecer mi madre no es consciente de eso.
Cierro la puerta de un golpe y me dejo caer en la cama, siento como poco a poco una bruma negra se hace presente en la habitación.
—Si vienes a decirme que vuelva a la fiesta, vete.
—Mocosa rebelde, no vengo a eso —me reincorporo en la cama, y le presto atención.
—¿A qué vienes entonces? —camina por la habitación, hasta sentarse en la silla de mi escritorio.
—Sabes que tú madre no lo hace con la intención de lastimarte, ¿no? —suspiro.
—Lo sé tía, pero... —no me deja continuar, porque habla ella.
—No, no hay peros. Has tratado todo este tiempo a tú madre como la culpable de todo esto, y nadie aquí te ha puesto un límite, ni tú padre, ni tú abuelo, nadie. Todos te sobre protegen, porque bueno, eres la niña de todos aquí, y sabes que también la mía, pero ya que nadie te pone un límite, voy a ser yo quién lo haga —iba a hablar, pero nuevamente me corta—. Tú madre se tuvo que enfrentar a cosas que tú no te imaginas, y siendo muy novata, porque ella no sabía lo que era, nunca entrenó, nunca tuvo quién la preparará para lo que venía, cuando todos se enteraron que Lucifer tenía una hija y que ella sería su sucesora, la mayoría de los demonios se revelaron, y fue ahí cuando nos mandó por ella, cuidarla era nuestra misión, si bien mi inicio con ella fue complicado, di mi vida por la suya, porque cuando un demonio tiene una misión, debe cumplirla o la muerte es lo que te espera. ¿Y sabes? Volvería a dar mi vida por tú madre, porque nadie jamás reinó el inframundo como ella.
—Ese es uno de mis temores, ella es una excelente reina, la mejor. ¿Cómo se que voy a hacerlo tan bien como ella? —camina hacia mí, y se sienta a mi lado.
—Mira pequeña, nadie nace preparado en esta vida, y mucho menos para ser reina del inframundo, y te puedo jurar que si alguien no estaba preparada era tú madre, pero lo logró y lo sigue haciendo, el día que a ti te toque reinar, vas a estar más que preparada, porque eso es lo que ha estado haciendo tú madre todo este tiempo. Vi cómo Lucifer te felicitó por tu arrebato, y sentí el orgullo de tu madre, ella no busca una hija sumisa, ella quiere una hija con el carácter para gobernar el inframundo —deja un beso en mi frente y desaparece así como vino.
¿Ser la reina del inframundo es mi misión? Entonces entrenare hasta la muerte para ser la mejor de todos los tiempos.
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Alas grises.
FantasySiempre me dijeron que en la vida existen blancos y negros, toda la vida me fueron enseñaron sobre el yin y el yang, lo bueno entre lo malo y lo malo entre lo bueno. ¿Pero que pasaría si en ves de blanco y negro, existiera el gris? Eso voy a descubr...