▫️ Capítulo 31 - Lo qué pasó en la cabaña -▫️

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DYLAN

—Dylan ¿vas a algún lado? —pregunta mamá con tono dulce. 

—Saldré, necesito tomar aire fresco. —por favor que no lo haga.

—De acuerdo ¿quieres que vaya contigo? —lo que me temía.

—Oye Dylan ¿me podrías ayudar con...? —comienza Élise por aproximarse. Ella viste jeans con una camiseta remangada blanca y botas.

—De hecho, pensaba en ir con Élise. —rodeo su hombro. Ella me mira extraño.

—Espera ¿qué? yo no... —le abro los ojos—será un gusto ir contigo.

—De acuerdo, diviértanse sin mí. Supongo que me quedaré a leer.

—Al fin te encuentro. —mi padre localiza a Jordan que llega conduciendo camioneta, pero a punto de irse—¿a dónde irás?

—Bueno tengo que hacer algo por trabajo relacionado con demonios, pero no soy un sabiondo del tema, no sé si usted...

—Acepto. Yo iré, cualquier cosa que mantenga mi mente ocupada. —se apresura a decir mamá y se monta en el asiento del copiloto.

—Briana ¿qué haces? —le pregunta papá cruzando los brazos.

—¿Qué no es obvio? trabajo. Soy útil. No creas que me quedaré en casa, este no es el siglo XVIII, Gaveil. Acostúmbrate de una vez.

Él rueda los ojos, ya es una derrota padre. Ella va al asiento trasero.

—Lo tengo claro, gracias.  —acelera el auto y salen de mi vista.

—Gracias, Élise, me salvaste de una explicación muy extensa.

—Para algo estoy ¿no? —le hago una seña al auto. Ella entra y se abrocha el cinturón—No entiendo, explícame a dónde vamos.

No le digo al instante, prefiero esperar a que se dé cuenta. Aparco en la acera y caminamos al verde bosque. Élise no cuestiona o hace preguntas de más mientras vamos por las hojas caídas, suelo mojado y pájaros cantando y volando en nuestros alrededores. La luz del atardecer me traza tramos en el césped y flores y el cielo le brinda paz a mi cabeza. Siento que no puedo pensar con claridad si no estoy o lejos de casa o en la naturaleza, que responde a mi llamado y mi súplica. Quiero volar y atravesar las nubes y sentir el sol en mi rostro, pero este no es el momento de esa aventura.

—Ey, yo conozco esto —me mira de brazos cruzados—¿qué tramas, Dylan? ¿hay algo que necesite saber antes?

—Nada. Quería hablar contigo en un lugar que no fuera la casa.

—¿No hubieras preferido hablar con Allie? —pregunta mientras nos adentramos, nuestras botas forman eco en el ambiente.

—Quería hablar contigo, creo que con todo lo que ha pasado… no hemos podido hablar como antes. Allie y yo tenemos un problema, y necesito decirte lo que nos está pasando, y eso no me deja dormir.

—Nervios en tu voz… ¿tienes algún miedo que quieras expresar?

—Debo confesar que sí, si tengo miedo de algo en particular.

—¿Dylan Martin con miedo? eres el hombre con más coraje que he visto jamás, sin embargo, a veces se nos sale de control todo.

—Tenemos que guardar distancia del otro, mi padre no nos quiere ver juntos. Nunca le había disgustado algo tan significante en mi vida, no hasta que le presenté a Allie, es silencioso y piensa con cuidado sus palabras, puede ser que la siente como la peor… mujer.

La última palabra la digo con tristeza y la siento como filo caliente cortando mi piel, cortando mis venas y quitándome la vida.

—Entiendo que tu padre se muestre que no le agrada, él sabe que no es una de nosotros, es una mortal y su vida es la más frágil. En mi perspectiva, él tiene miedo que cuando sea la hora de su partida al cielo te pases la eternidad con desconsuelo y tormento por no poder salvarla de su destino, pero también tiene que considerar que... es tu vida. Tú decides con quién estar.

EL VÍNCULO ETERNO © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora