▫️ Capítulo 33 - Lograste tu cometido en tiempo récord -▫️

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DYLAN

—¡Golpea más fuerte el saco, Martin! ¡golpea como si tu vida dependiera del golpe de tu puño!

«¿Acaso mi instructor piensa que mis energías no han bajado desde las últimas dos horas de entrenamiento? quizás considera que debajo de mis vendas mis nudillos están de maravilla, no enrojecidos por la fuerza aplicada en las diferentes técnicas. Necesito ducharme y partir a casa.»

—Bien, tiempo fuera. Descansa. —me indica. Hidrato mi cuerpo con agua de mi botella—Tus golpes van mejorando, te has vuelto ágil y ya piensas con mayor rapidez en los combates cuerpo a cuerpo, estoy orgulloso, sin embargo, te noté distraído unas cuantas veces ¿evento importante? ¿problemas?

—¿Problemas? no, todo excelente.

—Por favor, eres un asco mintiendo. Si no me dices no te puedo ayudar a mejorar en las futuras prácticas, no lo habías pensado ¿o sí?

—No es nada, por favor dile a los otros que no podré ir a la junta siguiente, debo ducharme.

—¡Tonterías! el equipo necesita de tu asesoramiento, la junta se hará en veinte minutos, el tiempo suficiente para disfrutar de la ducha. Ahora, ve.

—Espero que sea rápida la junta de hoy, tengo un compromiso al que no puedo faltar, hazle saber a Hank, no quiero malos entendidos.

—¡De acuerdo! ¡de acuerdo! le diré, pero ya vete a las duchas o llegarás retrasado ¡eres imposible de adelantar ¿lo sabías?! —me grita desde la distancia.

—Es lo que me dicen mis más allegados ¡grandioso complemento, instructor!

Recojo mi mochila y camino hasta el final del pasillo con mis pasos acelerados por el piso blanco de mármol y las paredes blancas. El ascensor desciende al quinto piso, el área de las duchas. Parece que fue ayer que estuve aquí, repitiendo la rutina. Giro la perilla del agua a temperatura caliente, me agrada que me relaje y duermas mis músculos adoloridos. Todo el lugar se encuentra despejado, justo como la última vez. Los minutos pasan lento, sin embargo, mi intención no es prolongada en la ducha.

Seco mi cuerpo en los vestidores y admiro sentado en el espejo hasta que un ruido me sobresalta el corazón. Miro la oscuridad detrás de mí, pero mi visión no logra distinguir nada en la penumbra.

—¿Hay alguien ahí? —pregunto y espero a que alguien camine al frente. Quedo perplejo al reconocer los pasos, sí los pasos, tan cortos y suaves. Suena demente decirlo, pero así es, yo conozco a esa persona tan bien que le reconozco el caminar—¿Emma?

Emma no tiene una sonrisa en el rostro como es lo habitual; o una pícara, en cambio, su expresión es nula, con los brazos frente de sí y una mano tomándose a la otra; con jeans negros, una blusa púrpura claro manga larga junto con un colgante plateado en su cuello y tacones negros.

Ella tapa sus ojos y se disculpa en voz baja, no se me dificulta comprenderla, sin embargo, la segunda vez que habla lo hace con el tono de voz alto:

—¡Lo siento! no sabía que tú estabas...así. Te esperaré afuera de los vestidores.

—No, Emma, espera. —digo antes de que se diera la vuelta—¿cómo es que entraste aquí? pensaba que en este lugar no tenías permitida la entrada o incluso no tenías acceso a una de las llaves ¿te voltearías, por favor?

—Claro, por supuesto. —ella se voltea mientras me visto para la junta y también para la cena de hoy—Creo que olvidaste que también venía aquí a las juntas es por eso que poseo mi propia llave, veníamos juntos ¿no lo recuerdas?

—Oh, cierto, lo siento, no lo recordaba. —le admito y termino de vestirme: uso unos pantalones negros, camiseta vino tinto y zapatos negros y de accesorio, mi reloj de muñeca—Grandes tiempos aquellos, fue cuando comenzamos a ser un equipo.

EL VÍNCULO ETERNO © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora