▫️Capítulo 4 - No desaparezcas -▫️

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—¿Ya sabes lo que haremos esta noche? —dijo Sarah arreglando el cuello de su chaqueta de cuero en el espejo del vestidor.

Sentada en mi cama y usando mi teléfono le digo:

—No tenemos que ir a ningún lugar por mi cumpleaños.

—No lo pasarás aquí, debemos festejar. Iremos a la discoteca, solo nosotras dos ¿te parece?

—Me cambiaré en un momento. —le aseguro no apartando la vista de la pantalla. Murmuro y suelto carcajadas que me hacen tener la cara roja—Ay ¡qué divertido!

—¿A quién le escribes tanto? ¿se puede saber?

—Es solo Dylan. —le aclaro el panorama de todas las personas a las que le podría hablar.

—Uhh ¿dice algo interesante? —pregunta sentándose en su cama haciendo ruido con sus uñas en mi mesa de noche.

—Es que...no lo entenderías. —ahogo una risa—Es chistoso, no puedo parar de reír. —Sarah mueve su mano, esperando una explicación, pero no puedo entregársela, se sentiría incómoda—No te gustará, es tema de adultos.

—Oh, entiendo. Prefiero no saber, gracias por la advertencia.

Suelto risas y levanto de la cama con entusiasmo de salir a pasear. Salgo vistiendo un atrevido vestido largo vino tinto con abertura de la pierna hasta el hueso de la cadera, no deja a la imaginación. Sarah y yo tomamos un taxi a la discoteca. La noche está estrellada, antes de bajarme, me doy la tarea de revisar los mensajes. No logro responder el mensaje de Dylan ya que Sarah me pide que me apresure.

Le pago al taxista y salgo a caminar por la muchedumbre hasta que estoy a su lado de la fila. Sarah paga nuestras entradas y tira de mi mano para finalmente pasar. El lugar está lleno de luces, personas bailando, una barra para pedir lo que desees, este lugar es fantástico. Ella tira de nuevo de mi mano y vamos a la barra.

—Señoritas ¿qué les ofrezco?

El barista es joven, quizás unos veinte años, cejas gruesas, ojos grandes verdes, labios finos, cabello negro y piel mestiza.

Reviso de nuevo el celular y esta vez le contesto, y Sarah lo nota.

—¿Puedes dejar el celular? apágalo si es necesario, vinimos a festejar. —Sarah mira al barista como estúpida enamorada—Un tequila para mi amiga y —toca su cabello—, una especialidad para mí.

El muchacho sonríe por el coqueteo de Sarah y asiente.

—Bien, denme un momento.

Ya cuando lo perdemos de vista, ella me toca el codo.

—¿Qué?

—¿No es guapo? digo, meow. —ríe tierno.

Sonrío ante la expresión de su cara, es amor a primera vista, y el muchacho no se ve que sea mala persona.

—¿Lo invitarás a salir?

—Hablaremos un rato y cuando crea que sea el momento, le daré mi número. Espero que todo salga bien.

—Saldrá bien. Se ve que es un buen partido.

—No quiero ilusionarme, a veces las personas hermosas son las que más te lastiman y decepcionan. —no puedo evitar estar de acuerdo—Bien, te dejaré por un rato ¿eso está bien para ti?

—Te aseguro que estaré bien. Ve a divertirte.

Ella me abraza, aunque no esté cómoda con los abrazos en este momento. Se acerca un hombre vestido con pantalones negros y camiseta roja.

EL VÍNCULO ETERNO © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora