El ángel me lleva al centro del salón. La orquesta empieza a tocar y nosotros bailamos suave, con nuestros pechos tocándose. Su forma de bailar es intacta y no me toma tiempo adaptarme a ella.
La mano de Phaouls se mantiene firme a mi espalda al danzar. Ni la hermosa música clásica me puede despegar de esos ojos oscuros y sonrisa amigable. A unos segundos de terminarse el baile, mis ojos captan otros en la distancia. Dylan está aquí.
Ambos nos quedamos viendo. Él me sonríe y viene hacia aquí.
—¿No quieres bailar otra? —le propongo a Phaouls—tenemos toda la noche para... nosotros.
—¿Mm? —no me estaba prestando atención—perdón, ¿qué dijiste, amor mío?
—¿Quieres bailar otra? ¿otro vals?
—Ah, eso, ahora no. No me gustaría dejarte exhausta, quisiera que hiciéramos otras actividades, me podrías mostrar la casa, por ejemplo.
—Oh, gracias, por interesarte por mí, es una pena, creo que será en otro momento cuando bailemos hasta que nos duelan los pies.
—Sí, otro momento mejor. —me deja ver una sonrisa y yo le sonrío de vuelva, pienso que podríamos ser buenos amigos si así lo queremos.
—Disculpen, —una voz familiar. Volteo mi cuerpo a su dirección—¿me permite bailar con la reina?
—Sí, no hay problema. Con permiso.
Dylan me extiende la mano acompañado de una cálida sonrisa.
Él me lleva hacia el centro junto con otras parejas. La orquesta toca: Eugen Doga -Grammofon waltz.
Nuestras manos, una frente a la otra, hacen movimientos de olas de mar, sin tocarse. Damos cinco pasos en círculos, y luego con las otras manos hacemos lo mismo, movimientos de olas y cinco pasos en círculos del lado opuesto. Ya cuando el ritmo cambia, y los violines hacen aún más presencia, posiciono mi cuerpo al frente del suyo, él agarra mi mano alzada y entrega un dulce beso en el dorso de mi mano. Nos balanceamos juntos. Dylan me da una vuelta y pega nuestros cuerpos para bailar con las otras parejas, sin embargo, nuestro danzar se vuelve tan rápido y enérgico, que las parejas acceden a darnos espacio a nosotros. Paso adelante, paso atrás. Ojos en sus ojos, y sin perder el ritmo. La música de la orquesta suena pasiva por un momento. Dylan me da otra vuelta, yo me sostengo de su brazo y me hace bajar de forma delicada.
Los presentes nos aplauden y chiflan. Dylan me endereza y él hace una reverencia antes. Todos los presentes vuelven a sus asuntos y la orquesta toca otro tipo de música.
—Wao. —doy un brinco al ver a Phaouls detrás de mí. Coloca una de sus manos en mi hombro—Me encantó como bailaron, todo fue tan...natural.
—Agradezco tu comentario, y, ¿quién eres tú?
—Él es... Phaouls. —digo por él.
—Ay, amor mío, no tenías que decirlo.
—¿Amor mío? —Dylan frunce el ceño.
—Oh. Allie será mi esposa en escasos días. —su mirada penetradora me entrega el mensaje que: Tengo que explicarle la situación cuánto antes. Observo como los ojos de Dylan lo matan con la mirada. Está tan serio que podría excusarse sin hacer alboroto ni levantar sospechas—Lo siento, ¿cuál es su nombre, caballero?
—Dylan Martin. Eres hijo de Semyazza ¿no?
—Sí ¿cómo lo sabía? ¿quién le dijo?
—Nadie lo hizo, tengo... —me estudia de arriba abajo—conocimientos, supongo.
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EL VÍNCULO ETERNO ©
ParanormalAllie Jensen, de dieciocho años, es una estudiante de primer año en la Universidad de Massachusetts Boston. Ella, junto a sus mejores amigos: Stefan y Sarah conocen a un muchacho: Dylan Martin. Allie y Dylan se vuelven amigos con el pasar de las se...