▫️ Capítulo 50 - Te deseo en las llamas -▫️

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Aquí sí que se respira falta de... humanidad.

El cielo tiene los colores rojos y grises. Mis ojos se percatan de la presencia de almas divagando. Los pies de Adelard hacen que los míos no pierdan su paso y estemos al mismo ritmo. Estamos callados. Mi vista encuentra una especie de... ¿castillo? sí, es un maldito castillo, es alto, y de piedra. Él y yo caminamos por el puente, el agua se vuelve inquieta. Él me agarra con agresividad del antebrazo y quedamos frente a un serafín con alas grises. Un guardia. Sus ojos rojos nos estudian profundo y abre la puerta para nosotros. Nos indica en donde se encuentra y seguimos sus órdenes.

—¡Adelard! qué bueno que llegaron.

Tiene un ojo rojo y el otro es de color marrón, la piel blanca, cabello azabache, y las alas tan negras que se le pueden confundir con la oscuridad de la pared detrás de él.

—Hola... papá. —digo aún sin poder creerlo. Él me abraza con emoción, siento que no encajo aquí. Su tacto es helado. Él se aparta y me deja respirar.

Segundos después se acerca una mujer, mi madre, usando un vestido blanco liso y con tiras, y dejando al descubierto su pierna. La única diferencia entre ella y yo es el cabello, ella lo tiene más claro.

—No sabes cuánto hemos estado esperando este momento. Bienvenida a casa, hija. —hacemos contacto visual y nos sonreímos, su mano se desliza por mi brazo hasta que quede con la mía.

Los cuatro hablamos mientras caminamos. Nos dirigimos a la sala y conversamos antes de que todos nos vayamos a nuestras habitaciones correspondientes.

Mis pies se meten a la ducha y dejo que el agua tibia limpie mi ensangrentada, y sudada, piel. Visto un vestido liso con mangas blanco junto con mi ondulado cabello castaño libre sobre mis hombros desnudos. La vela alumbra las tinieblas. Mis alas salen por si solas. Subo mi cuerpo a la cama y me coloco de rodillas, en posición de oración, pero no rezo.

Lo único que necesito es...respirar.

Beso el anillo. Intento contactar a Dylan por la mente y le entrego un mensaje:

"Ojalá Sterling esté bien, espero que ambos lo estén. Los quiero."

Los cuatro estamos desayunando. Papá viste ropa negra, al igual que Adelard, ya veo, viene de familia. Mamá, en cambio, utiliza colores claros, un vestido amarillo con su precioso cabello amarrado, haciendo la ilusión de una corona. Uso uno color rojo sangre con mangas transparentes, tacones negros, y con mi cabello suelto. Mi vestido lo encontré en mi ropero personal plateado, sí, plateado, se nota que a mis padres les gustan las cosas costosas, o al menos eso pienso, aún no los conozco.

Ellos están enfocados en su comida, y yo estoy enfocada en ellos: En los utensilios de plata que tocan los platos cada necesario segundo, en sus caras al saborear los platillos. Sería interesante entrar a su mente, sin embargo, cada que lo intento fallo, están ¿bloqueadas? no lo sé, quizás lo estén.

—Cuéntame Allie ¿qué tal el mundo humano? —parece que sus ojos fueron goteados con miel y rayos de sol, al igual que su voz, que es dulce y pasiva.

—¡Davina! no hablaremos de eso. —exclama papá.

Ella se gira él rodando los ojos.

—¿Acaso no quieres escuchar las maravillosas historias de nuestra hija? ¿no te importa siquiera saber alguna?

Él da una señal para que prosiga. Siento que si a ella le cuento de mi compromiso estará feliz, porque sé que él no estará contento.

—Bueno, es lindo. Un cielo azul, conocí a unas personas increíbles, y también... —hago una pausa y bajo la mirada discretamente a mi mano para luego volverla a mirar-a alguien incondicional.

EL VÍNCULO ETERNO © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora