CAPÍTULO 7: UNA LUZ DE ESPERANZA

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El tiempo de fin de año llegó rápidamente.

Las calles decoradas de adornos dorados, rojos y verdes, las luces parpadeantes en los puentes de la ciudad, aquellos muñecos de Papá Noel en las tiendas de regalos, todo anunciaba que la navidad estaba por llegar. El ambiente festivo se respiraba por toda la ciudad.

Las clases había terminado y el período vacacional comenzaba con la temporada en los centros turísticos de todo el país.

Paula tomó un poco del dinero que había cobrado y se dirigió al shopping a hacer una compras. La mayoría de su sueldo se lo había entregado a sus padres para ayudarles a pagar deudas y saldar los servicios e impuestos.

Deseaba que estas fiestas fueran diferentes. Durante muchos años, sus padres con mucho esfuerzo les habían regalado a ella y a su hermano un presente en la navidad, pero ellos nunca se hacían regalos. Por eso este año que tenía empleo, Paula quería regalarle algo bonito a sus padres y hermano; y también quería comprar algo para Cristina y Carmen.

Caminaba distraída y pensativa mirando las vidrieras cuando una vos conocida la sobresaltó.

_ Hola

_ ¡Marcos!_ exclamó sorprendida

_ ¿Qué haces por aquí?_ preguntó el joven mientras se acercaba a saludarla.

_ Comprando algunos regalos para mi familia... ¿Y tu?

_ Vine con unos amigos a jugar al bowling y nos estábamos yendo cuando te vi desde el ascensor... ¿Todo bien?

_ Si, aprovechando mi tiempo libre

_ Trabajas demasiado.

_ Necesito ayudar a mis padres. Además me gusta mucho mi trabajo.

_ ¿Te molesta si te acompaño?

_ No, claro que no

¡Por supuesto que no le molestaba! Estaba feliz de que Marcos la acompañara. Pero a la vez se sentía nerviosa. ¿Qué debía decir? ¿Cómo actuar? Sabía que oportunidades como estas solo se dan una vez en la vida y ella quería aprovechar cada segundo a su lado.

Entraron en un par de negocios, rieron, charlaron de cualquier tema y cuando Paula hubo terminado sus compras se dirigieron a la heladería.

Esta vez no iba a negarse ante la invitación.

Continuaron caminando despacio mientras comían sus helados y charlaban.

_ ¿Así tu trabajo es cuidar a una anciana?_ le preguntó él

_ Si cuido a Cristina Chávez, es una señora mayor que iba a nuestra iglesia. ¿Te acuerdas de ella?

_No, la verdad, no conozco a mucha gente mayor de la iglesia.

_ ¿Y... no te aburre?

_ ¡Para nada! ¡Deberías conocerla! Tiene un espíritu tan alegre y positivo, su vida ha sido tan emocionante...

_ Si bueno, mi abuelo es alegre, pero repite cien veces las mismas cosas... a veces me canso de escucharlo!

_ Debes que tenerle paciencia_ dijo Paula con un tono dulce y sereno_ ¿sabes? Cuando miro a las personas mayores, pienso mucho en lo que fueron... en sus años de juventud... cuando eran fuertes y activos, cuando tenían metas y sueños... hoy se ven limitados fisicamente y su mente tampoco les ayuda, debe ser feo no poder hacer las cosas que te propones, que quieres...

_ Nunca lo había pensado de esa manera.

_ ¡Algún día nosotros seremos ancianos y estaremos en su misma condición! ¿Cómo te gustaría que te trataran tus nietos?

_ ¡¡Si pero falta tanto para eso!!... ¿Por qué preocuparnos ahora?

_ No, no me preocupo por mi, pero intento ayudar. Cuando Cristina me habla de su pasado su rostro cambia... es como si ella misma se transportara a aquellos años donde era joven y donde fue tan feliz... si con solo escucharla ella es feliz, entonces.. la escucho!...

Marcos detuvo la marcha mientras seguía escuchándola con atención.

_ Espero que al recordar mi vida, mi juventud, pueda hacerlo con felicidad como ella.

_ Eres diferente Paula, muy diferente... El resto de las chicas de tu edad solo piensa en ropa, maquillajes y salidas... ¡y vos estás cuidando a una anciana!

_ ¿Eso es malo?_ preguntó mientras se encogía de hombros.

Marcos se paró frente a ella, muy cerca, quizás lo más cerca que nunca antes habían estado, mientras decía:

_ Para nada. Esos es muy bueno. Me gusta como eres... eres especial.

Paula no pudo evitar bajar la mirada y ponerse colorada ante aquellas dulces palabras.

<Eres Especial> había dicho Marcos.

Y aunque no quería ilusionarse, aquella frase volvió a darle una pequeña luz de esperanza.

No todo estaba perdido con Marcos.

Si bien Agustina no iba a hacerle fácil el camino, los sentimientos de ella se hacían cada día más fuertes.

El celular sonó repentinamente, cortando aquel momento incómodo. Era la mamá de Paula.

La hora había avanzado y estaba preocupada.

_ Estoy saliendo para casa... llegaré pronto..._ explicó.

_ Déjame acompañarte_ dijo Marcos_ ya se ha hecho tarde y me quedaría más tranquilo de ir hasta tu casa con vos.

_ Tomaré un taxi... pero bueno... puedes acompañarme.

Continuaron animadamente la charla hasta llegar a la puerta de la casa.

_ ¿Te veo el sábado en la reunión? Será la última del año_ dijo el muchacho.

_ ¡Si por supuesto!_ respondió Paula mientras abría la puerta del taxi.

_ Hasta el sábado entonces.

Marcos se acercó y la despidió con un beso.

Si bien el beso había sido en la mejilla, como tantos otros que se había dado, para Paula fue especial.

Algo en aquel tiempo juntos los había conectado de una manera diferente.

Caminó desde la vereda hasta la puerta de entrada lentamente, se sentía como en las nubes.

Nada podía opacar la felicidad de aquella hermosa tarde.

Un mensaje de whatsapp sonó en su celular.

_ Hola Pau, ¿todo bien?

Era Agustina.

No tenía ganas de responderle.

No quería tener que mentirle si le hacia preguntas, aunque le hubiera encantado contarle todo lo sucedido con Marcos, para que se muriera de envidia.

¡¡Pero no! ¡Ella no era así! ¿Porque tenía aquellos crueles pensamientos? Agustina era su amiga, habían compartido tantos años de juegos, campamentos, salidas, noches charlando. Y ahora por un chico, por Marcos, estaban enfrentadas.

Respondió en breves palabras y luego se acostó en su cama. Se sentía tan extraña. Tan confundida con sus sentimientos de rencor y envidia hacia su amiga.

Volvian a su mente una y otra vez las palabras de Marcos: me gusta como eres, eres especial.

Esto la hacía feliz, y le daba esperanzas de que en algún momento quizás, las cosas con Marcos llegarían a más que una amistad.

Recordó la lista de Cristina. Las diez cosas que un hombre debía hacer para enamorarla y hacerla feliz... ¿Qué sería lo que Cristina había escrito? ¿Cumpliría Marcos con los requisitos?


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