CAPÍTULO 10: EL BESO

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Cristina estaba cansada, llevaban toda la tarde conversando, así que Paula la acompañó a su habitación y la dejó dormir tranquila.

Sabía la historia no estaba terminada, pero la dejaba tranquila que el final sería feliz: Una boda, Clarisa, una familia y juntos para toda la vida.

_ Quisiera tener esa misma seguridad para mi historia con Marcos_ pensó mientras caminaba por el pasillo de regreso al comedor_ yo lo quiero tanto, siento que podría pasar mi vida a su lado...

_ ¿Te quedarías a cenar con nosotros?_ la voz ronca de Matías la sacudió de sus pensamientos y sobresaltó su tranquilo caminar.

_ ¿Me está invitando a cenar?_ preguntó confundida.

_ Sí, por supuesto, si no tienes otro compromiso que se interponga.

_ No, no tengo otro compromiso... si, me quedaré_ respondió con una media sonrisa.

_ Bien, ¿te gusta el pescado?

_ Sí.

_ Le diré a Carmen que prepare salmón al horno, es una de sus especialidades. Estoy seguro que te encantará... subiré a cambiarme... puedes usar la piscina cuando lo desees, a esta hora el agua está deliciosa...

_No tengo traje de baño.

_Puedes traer uno mañana si quieres.

_ Lo pensaré_ respondió.

_ Paula, para Nochebuena y Navidad, me encargaré de mi abuela, tienes ambos días libres, de la misma manera para año nuevo. Creo que mereces un descanso. Ya arreglaré con mi madre y mi tía para que me ayuden con ella.

_ Gracias señ..._detuvo sus palabras recordando la petición de su jefe y agregó_ Gracias... Matías.

Era la primera vez que ella le llamaba así, por su nombre y le trataba de manera cercana. De sus finos labios, el nombre Matías, sonaba tan bien que sintió que el corazón saltar un latido de la emoción.

_ Una cosa más... en dos semanas tengo un congreso médico durante todo el fin de semana, ¿podrías venir y quedarte a dormir? Estaría más tranquilo sabiendo que estás con ella las 24 horas, te pagaré cada hora extra.

_ Creo que no habrá problema, lo consultaré con mis padres y le avisaré.

Matías subió a su cuarto y Paula aprovechó para avisarles a sus padres que cenaría en la casa con Cristina y su jefe.

Mientras cerraba la puerta del cuarto Matías se sintió un adolescente inmaduro al buscar cualquier excusa para estar con la chica que le agrada.

Todavía se arrepentía de haberla invitado a cenar.

Quizás había sido muy apresurado. ¿Qué pensaría la muchacha? ¿Imaginaría las intenciones de su jefe de conocerla más... de acercarse a ella?

Hasta el momento, había avanzado un pequeño paso al romper la fría formalidad, pero todavía le costaba encontrar un tema de conversación con ella, algo que le permitiera conocer su forma de pensar, sus valores.

Al parecer su abuela era el punto en común entre los dos.

Matías debía ser astuto y utilizar una buena estrategia; y Cristina sería su aliada aun sin saberlo.

Sabía que podía ser encantador cuando se lo proponía. En el pasado, nunca tuvo problemas al conquistar una chica. Y si bien Paula no era como el resto, con bonitas palabras y tiempo juntos, tenía la esperanza de que ella se fijara en él.

Se cambió su traje y camisa por una bermuda de jeans y una remera negra. Se recostó unos minutos pensando en Paula, en su mirada, su sonrisa... y el cansancio le venció, quedando profundamente dormido.

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