CAPÍTULO 20: LA ENFERMEDAD DE MATÍAS

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Álvaro y Clarisa salieron a la sala de espera.

Matías permanecería unas horas en observación para controlar cualquier indicio de su enfermedad.

Los trámites del traslado del cuerpo de Cristina a la sala funeraria demorarían unas horas más.

Carmen pidió un taxi y regresó a la casa, porque era muy tarde y estaba muy cansada.

Laura, Clarisa y su hija se fueron también para avisar a los familiares y amigos de la muerte de su madre.

Paula se quedó sentada cerca del pasillo.

Quería pasar a ver a Matías, necesitaba saber que estaba bien.

_ ¿Puedo sentarme?_ escuchó decir a Álvaro que estaba de pie frente a ella.

Asintió con la cabeza, mientras se enderezaba en su silla y el padre de Matías se sentaba a su lado.

_ Tu nombre era Paula ¿Verdad?

_ Sí señor_ respondió en un susurro.

_ Necesito pedirte un favor, es algo muy importante.

Paula abrió los ojos con sorpresa.

_ Cuida a Matías. Va a necesitar apoyo y cariño en este tiempo. La pérdida de Cristina puede afectarlo demasiado... y temo que su enfermedad pueda regresar... Se nota que eres importante para él.

_ ¿Por qué me pide esto? Ustedes son su familia... ¿Qué puedo hacer yo?

_ El te quiere. Se nota que ustedes son cercanos... Y ya sabes que nuestra relación... bueno no es la mejor.

_ ¿Usted sabe porque Matías está resentido con usted?

_ Claro que lo sé. Conozco a mi hijo. Desde su internación... no volvimos a ser los de antes.

_ Matías dice que usted lo torturaba con sus experimentos y tratamientos.

Álvaro hizo una pausa mirando hacia el pasillo.

_ ¿Sabes? Matías estuvo internado en este hospital. Vivimos un año completo de nuestras vidas entre estas paredes... Cuando le trajimos, un 4 de Agosto a la madrugada, pensábamos que sería un control de rutina y al día siguiente regresaríamos a casa. Ni Clarisa, ni yo estábamos preparados para escuchar el diagnóstico médico: síndrome de Guillain-Barré.

» Aunque era médico, poco sabía sobre esta extraña enfermedad. No había ningún doctor en Argentina que tuviera experiencia en el tratamiento, ni tampoco en los países limítrofes. Matías se moría.

Paula lo miró con atención. No dijo ni una palabra, solo se limitó a escucharlo.

_ Comencé a estudiar y leer sobre el tema. Pasé noches enteras sin dormir... La enfermedad seguía avanzando con rapidez, primero la parálisis de sus piernas, luego de su torax y brazos... los pulmones y el corazón sería lo siguiente... Así que le propuse al director de la clínica un plan de intervención, pero ninguna especialista quería llevarlo a cabo, ¿sabes? Nadie quería ser responsable de su muerte. Así como lo oyes... nadie le daba esperanzas.

Álvaro detuvo su narración para aclarar su garganta.

_ Sabía que mi hijo era fuerte y podía resistir el tratamiento. Pero... no contaba con la propuesta del director del hospital... aceptarían el tratamiento y la investigación, pero debía hacerlo yo y bajo mi responsabilidad. Nadie tocaría a Matías, excepto yo y las enfermeras

» ¿Qué hubiera hecho usted señorita Paula? ¿Lo habría dejado morir, o buscaría por todos los medios salvarlo?

Paula comenzó a entender un poco más la actitud de Álvaro. Pero también el rechazo de Matías ante la contaste intervención de su padre durante su internación.

_ Pero el precio que pagó fue muy alto... _susurró Paula.

_ Se equivoca. La vida de mi hijo no tiene precio, aún mi propia vida estaba dispuesto a dar para salvar a Matías.

_ ¿Por qué no lo habla con él? Ahora que es adulto y como médico, seguramente entenderá su actitud.

_ Es inútil. De todas formas, esa ira y enojo hacia mi, ha sido lo que motiva a Mati a ser mejor, lo que lo impulsa a ser un mejor médico y una mejor persona. Es por eso que siento que valió la pena. Salvé su vida, y lo hice una mejor persona.

_ ¿Cristina sabía todo esto?

_ El sufrimiento de Mati era su mayor preocupación, nunca aprobó mis métodos, ni entendió que era la única manera de salvarlo, siempre creyó que era mi conejito de indias, y aunque en cierta manera el concepto no era errado, no tenía otra alternativa.

» Gracias al año que Matías permaneció internado se pudo crear en Argentina el primer tratamiento para la enfermedad. Muchos otros niños se salvaron gracias a esa investigación.

_ La crisis de Matías... ¿tiene que ver con la muerte de Cristina o con volver a este hospital?_ preguntó Paula.

_ Una mezcla de las dos cosas. Bien, debo irme hasta la funeraria a arreglar todo lo del velatorio. ¿Puedes quedarte con Mati? No quiero dejarlo solo.

Ella asintió con la cabeza.

_ Recuerda lo que te pedí. Matías va a necesitar cariño y contención en estas semanas, si su enfermedad despierta, no se si podrá vencerla otra vez. Ya su corazón ha sufrido demasiado. Intenta distraerlo conversando de otras cosas...

_ Lo tendré en cuenta.

_ Bueno, nos veremos mañana en el velorio.

...

Paula se asomó a la habitación donde Matías estaba recostado con los ojos cerrados.

Su camisa desprendida permitía que un monitor colocado en su pecho marcara las pulsaciones.

Un sachet de suero colgaba junto a la cama y sus pies sobre una almohada indicaban que había bajado su presión arterial.

Luego de su análisis detallado, Paula se atrevió a acercarse a la cama y tomar la mano de Matías, que de inmediato abrió los ojos.

_ ¿Cómo te sientes?

_ ¿Qué haces aquí todavía? Es madrugada. Deberías haberte ido a tu casa_ soltó con rapidez.

_ No te preocupes por mí, ya les avisé a mis padres. Me preocupas. ¿Estás bien?

_ Sí, bueno... no_ soltó con angustia_, todavía no puedo creer que haya muerto.

_ Lo sé, yo tampoco lo creo. Estaba tan bien esta tarde. No note nada extraño.

_ Su corazón estaba débil, y los médicos nos habían advertido que algo así podría pasarle... pero nunca imaginé que sería tan 'pronto...

_ Voy a extrañarla mucho_ afirmó Paula.

_ Ya lo creo que vamos a extrañarla. A ella, y sus historias, sus sabios consejos... sus palabras siempre oportunas...

Matías se secó una lágrima y miró hacia el otro lado de la habitación.

_ ¿Sabés? En este hospital estuve internado.

_ Sí, tu padre me contó.

_ ¿Mi padre?

_ Estuvo afuera hasta hace unos minutos. Está preocupado por vos.

_ Sí, bueno, quizás le afecte su economía si falto dos días al trabajo.

_ No digas eso. Quizás deberías escuchar a tu padre. Te ama.

Matías meneó la cabeza.

_ No lo creo.

Paula sabía que sería muy difícil interceder entre padre e hijo, pero no estaba dispuesta a darse por vencida.













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