CAPÍTULO 8: LA BODA

194 33 4
                                    

Paula llegó puntual como cada mañana. El calor era intenso, y esa mañana había optado vestir un vestido corto color azul con flores amarillas. Se veía muy bonita y sus delgadas piernas no pasaron desapercibidas a Matías que estaba saliendo para la oficina.

_Buenos días señor_ dijo bajando la mirada.

A Matías le molestaba la forma en que ella lo trataba tan formal y distante.

Debía reconocer que él mismo había marcado la diferencia y la distancia cuando la contrato, cuando le dijo las pautas de trabajo y cuando la trato de usted.

Pero al verla cada mañana atender y cuidar a su abuela, el amor que le demostraba, la forma en que sonreía... anhelaba tener un trato más cordial y cercano con ella.

Esa mañana se había propuesto pedirle que no lo tratara más de usted. Al fin y al cabo, tampoco eran tantos los años que los separaban. En otro contexto ellos podrían ser buenos amigos, hasta quizás algo más.

Levantó la mirada con intención de decirle lo que había pensado... pero las palabras no le salieron.

Paula se veía tan bonita en ese vestido corto, que Matías solo pudo desviar la mirada a las largas y delgadas piernas de la muchacha y se sintió avergonzado de él mismo.

_Buenos días, déjale mis saludos a la abuela_ soltó y con rapidez y caminó hacia su auto.

Con el puño golpeó el volante del deportivo y maldijo su cobardía.

No era la primera vez que tenía trato con una mujer, ni que se sentía atraído por el cuerpo de una. ¿Por qué le avergonzaba mirar las piernas de la muchacha?

Es que Paula era diferente.

No tenía esa insinuación, ni desfachatez de muchas féminas que había tratado.

Parecía un ser puro, inocente, delicado, hasta un poco ingenuo.

Quizás todas estas características eran las que más lo seducían, las que comenzaban a volverlo loco.

Todavía no había descubierto la manera de romper el hielo con ella. De poder tener una charla menos formal y fría.

Cuando la contemplaba de lejos hablando con Carmencita o atendiendo a Cristina, Paula era dulce, amable, cariñosa. Pero simplemente bastaba que él entrara a la cocina, para que el silencio llegara y la mirada de Paula se apagara.

¿A caso ella le temía?

Se propuso regresar de la clínica más temprano aquella tarde.

Si tenía la oportunidad, quería tener una charla con ella y poder romper la formalidad y distancia de una buena vez.

...

Cristina todavía dormía. Así que Paula se acomodó en el comedor y encendió el televisor para ver alguna película.

Un mensaje sonó en el celular.

» Hola... estaba pensando en vos... todo bien?

Era Marcos.

Las manos le temblaron un poco.

Un nuevo mensaje: »Ya quiero que sea sábado para verte.

Paula sonrió.

Quería decirle algo especial... algo que fuera directo, pero no tan obvio.

Otro mensaje más.

»¿Esta tarde estarás en tu casa? Quisiera pasar a visitarte.

¡Oh no! Paula se lamentó. Escribió con rapidez:

»Estoy cuidando a Cristina.

»Cierto, chica trabajadora_ respondió Marcos.

DÉJATE QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora