CAPÍTULO 3: NUEVO CONTRATO

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Matías estacionó el auto nuevo frente a la entrada de la clínica. Hacía meses que esperaba que la agencia le enviara el coche. El deportivo rojo brillante se destacaba notablemente en el estacionamiento. Solo había dos como el suyo en el país. Lo había hecho traer de Alemania.

Años atrás hubiera pensado que gastar semejante cantidad de dinero en un auto era un despropósito, pero en este último tiempo, su vida se movía en un nivel que podía darse el lujo de gastar lo que quisiera sin ningún reparo.

Aun así, luego de tenerlo y pasearse por las calles ante la envidiosa mirada de todo el mundo, tampoco era feliz.

Una sensación extraña en su pecho le impedía sonreír como antes lo hacía, disfrutar de la vida y la salud que gozaba en este momento.

De solo recordar una pizca del pasado, de su infancia... la piel se le erizaba.

Ahora tenía lo que siempre había soñado, lo que durante años había anhelado y tampoco era feliz.

Para poner alguna excusa válida, podía culpar a la enfermedad de su abuela y su gran preocupación por su salud, aunque en el fondo sabía, que la raíz de su insatisfacción y tristeza era mucho más profunda.

Tampoco tenía que ver con su vida amorosa.

Pero también podía citar que meses atrás había terminado su última relación amorosa. Tania llevaba dos años siendo su novia. Se conocieron en una reunión familiar para los 60 años de su padre. Ella era muy bonita y alegre, y Matías se dejó seducir por la apariencia. Con el correr del tiempo pudo conocerla y confirmar con decepción que lo único que le importaba a Tania era el dinero, las salidas, las fiestas, y la ropa costosa... Matías se había cansado de la superficialidad de la rubia y por mensaje de texto le pidió romper el noviazgo.

Sus padres se decepcionaron, ya que tenían la esperanza de que Matías, sentaría cabeza al fin y formaría su propia familia.

Tania era la hija de un matrimonio amigo, dueño de una famosa industria textil, ambas familias muy adineradas se sentían contentas con la relación de sus hijos, que aseguraban el legado.

Matías se bajó del coche y entró saludando a las secretarias con una inclinación de cabeza, sin decir una palabra, ellas le sonrieron y vieron pasar directo a su consultorio.

Tres mujeres esperaban ansiosas en la sala de espera.

Matías se colocó la chaquetilla blanca y descolgó el teléfono para hablar con las secretarias.

_¿Quiénes son mis consultas del día? _preguntó con voz monótona y cansada.

_Hola doctor Chávez, la señora Ambrosini regresó para control, Milagros D'Guiantonio es la primera vez que asiste, quiere consultar personalmente con usted por una cirugía y Dolores Moreno tiene los análisis pre quirúrgicos que le pidió.

_Bien. Hagan pasar a la señora Ambrosini.

_Doctor... _susurró la secretaría, sabiendo que su jefe se disgustaría con tal noticia_, Tania volvió a llamar.

Matías cerró los ojos con fuerza ante aquellas palabras.

Durante aquel mes que llevaban separados, su ex novia había dejado cientos de mensajes en su celular, a las cuales el nunca había respondido.

Ahora optaba por llamar a su trabajo.

_Bien_ respondió a secas.

_¿Qué le digo si llama nuevamente?

Matías lo pensó unos minutos.

_Nada. Solo reciba la llamada.

_Como usted diga.

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