Paula estaba hermosa, como siempre... pero no se sentía así.
Tímidamente caminó dentro de la iglesia contemplando a las demás chicas tan elegantes, sonrientes, tan seguras de sí mismas... quería poder ser como ellas...
En la ceremonia se mantuvo lejos. Evitó cruzarlos en todo momento. Y aunque Marcos volteó la mirada buscándola, ella se pudo ocultar detrás de otras personas.
Al llegar a la fiesta, para su desgracia, Miriam los había asignado a todos los jóvenes juntos en la misma mesa.
Ya un grupo estaba sentado, y entre ellos estaban Agustina y Marcos. Frente a ellos don lugares vacíos, uno debía ser ocupado por ella.
_ ¿Puedo cambiarme de lugar?_ preguntó al muchacho de la recepción.
_ No señorita, los novios así lo han dispuesto, y el resto de los lugares está todo ocupado_ respondió amablemente.
Hubiera preferido sentarse con sus padres o con cualquier otro desconocido, pero al parecer, todo estaba en su contra aquella noche.
No fue a la mesa hasta el momento de la comida.
Tímidamente se sentó saludando desde lejos a todos. Evitando tener que saludarles con un beso. No quería acercarse a Marcos.
Él le clavó la mirada desde que logró ubicarla en la fiesta y ella no pudo evitar ruborizarse y sentirse aun peor.
Luego de unas palabras del padre de la novia y de dar gracias por los alimentos, comenzó el bullicio de charlas y risas de los invitados.
Agustina tenía un vestido rojo fuerte y brillante, su cabello recogido y unas mechas que caían sobre su rostro. Estaba despampanante no solo era bella... estaba bella y se sentía bella con todo lo que eso implicaba.
Paula no podía tragar ni un bocado de la comida. Sentía la fuerte mirada de Marcos que no se apartaba de ella. Eso la ponía tan incómoda.
¡Quería desaparecer! ¡Ser completamente invisible!
Una cálida mano se apoyó sobre su espalda mientras una voz ronca y conocida decía:
_ ¡Buenas noches! ¿Está libre este asiento?
Su rostro cambió radicalmente. La primera sonrisa de aquel turbio día se dibujó en su boca y un brillo especial iluminó sus ojos.
_ ¡Matías!_ exclamó poniéndose de pie y dándole un abrazo y un beso_ ¡Qué alegría que hayas venido! _ Su felicidad era genuina y su exclamación fue completamente sincera. Si a alguien necesitaba a su lado esa noche era a él.
Matías se sorprendió gratamente ante tal efusivo recibimiento, y el resto de la mesa también lo notó.
_ Estás hermosa, el turquesa te sienta muy bien_ le dijo en voz baja mientras se sentaban a su lado_ ese vestido me encanta...
_ Muchas gracias_ respondió ella bajando la mirada y sonriendo ante aquellas hermosas palabras_ Debo reconocer que también te ves muy bien. Me encanta ese perfume que traes.
_ Gracias.
Por un instante los dos se abstrajeron del mundo para mirarse solamente el uno al otro. Los ruidos, las personas, la fiesta... habían desaparecido y solo estaban los dos.
Matías sintió que el corazón le explotaba de alegría. Su abuela tenía razón. Era su oportunidad, y no iba a desaprovecharla.
Matías dirigió su mirada al otro lado de la mesa, con un gesto serio y frío, encontrándose con Marcos quien no pudo evitar contemplar con desagrado y celos a la bella pareja y los efusivos saludos.
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DÉJATE QUERER
RomanceTodos queremos un amor para siempre. Un amor que llene de alegría y color nuestras vidas. Paula es una jovencita soñadora que quiere enamorarse y conocer al amor de su vida. Aceptará el trabajo de cuidar a una anciana enferma, sin imaginar que la hi...