CAPÍTULO 12: CENICIENTA

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Mientras miraba el vestido que Carmen acababa de dejar sobre la cama, Paula se preguntaba en qué momento había quedado comprometida en acompañar a Matías a la fiesta de la clínica.

La mano invisible de Cristina estaba detrás de todo, de eso no le quedaban dudas.

Miró el hermoso vestido negro brillante de arriba abajo. Debía admitir que era bellísimo. La tela de encaje tenía unos pequeños brillos aplicados a mano de manera uniforme y prolija, era largo pero con un tajo pronunciado en uno de sus costados.

Se quitó su ropa y deslizó la suave tela desde su cabeza hacia sus pies.

Parecía que le quedaba a medida. Como si lo hubieran diseñado de manera especial.

Caminó unos pasos hacia el gran espejo que había en la entrada del baño.

<¡Por Dios! ¡Es bellísimo!> se dijo a sí misma con asombro.

Cristina y Carmen opinaron igual.

Las sandalias le quedaban un poquito flojas, así que Carmencita se encargó de hacer un ojal más a la hebilla de ajuste.

_Te ves preciosa_ aseguraron las dos mujeres, dejando a Paula sin escapatoria.

Alisaron su cabello. pintaron sus uñas de un rojo brillante y maquillaron sus ojos y labios.

Una hora después, peinada y lista frente al espejo, Paula se contempló asombrada.

Estaba hermosa. Se sentía hermosa.

Se brindó a si misma una amplia sonrisa.

Después de los desplantes y palabras hirientes de Agustina, era la primera vez en un tiempo que ella se sentía especial.

<Merezco disfrutar de esta noche> se dijo a modo de exigencia <Quiero volver a sentirme feliz y bien conmigo misma>

...

Matías en su habitación se preparaba para la Cena de Gala.

Había decidido dejar el tema de Paula en manos de su abuela y Carmen.

Debía confesar que estaba feliz de que la convencieran de acompañarlo. Sería una oportunidad para conocerla y estar más cerca.

Luego de una larga ducha, caminó a su vestidor para buscar su atuendo.

Debía verse perfecto para impresionarla.

Eligió un traje color gris perla corte italiano y una camisa negra entallada en la cintura que marcaba muy bien su figura.

Se puso la colonia francesa que solo usaba para ocasiones especiales y un reloj rolex finísimo regalo de su padre cuando se recibió de médico.

Bajó las escaleras a las siete y media.

No quería llegar tarde.

Su padre exigía puntualidad y como dueños de la clínica debían estar en la entrada para recibir a los invitados.

Estaba distraído mirando la hora cuando el sonido de unos tacones en la escalera llamó su atención.

Quedó con la boca abierta al ver a Paula enfundada en ese vestido.

Parecía una modelo de revista.

Le quedaba ajustado perfectamente en la cintura y más suelto en sus caderas, el tajo dejaba ver poco más arriba de su rodilla. Esas hermosas y delgadas piernas que Matías había contemplado en otras oportunidades. Y el escote, realzaba sus virtudes de manera provocativa y sensual.

Matías tragó el nudo que se formó en su garganta y siguió contemplando a esta nueva muchacha que estaba parada frente a él.

El cabello alisado le quedara perfecto y brillante.

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