CAPÍTULO 21: UN DIFICIL ADIÓS

186 31 3
                                    

A Matías le dieron el alta cerca de las cinco de la madrugada. Luego que los chequeos terminaron y no encontraron nada preocupante, le dejaron marchar a su casa.

_ ¿Seguro que puedes conducir?_ preguntó Paula de pie junto al deportivo.

_ Me siento bien. Ya te expliqué que fue un mareo, seguramente producto de los nervios y la tristeza. Nada de que preocuparse... Estoy bien.

_ Puedo tomar un taxi hasta mi...

_ No, te dije que te llevaré a tu casa, es muy tarde y no quiero que andes sola por la calle. Te has quedado a acompañarme, lo menos que puedo hacer es llevarte a tu casa.

Los dos entraron al auto en silencio.

Mientras las calles desiertas de la ciudad les abrían paso, el corazón se inundaba de tristeza y pena.

No solo por la ausencia de Cristina y todo lo que iban a extrañarla, sino porque no habría mas motivos para verse cada día. Ya no tendrían esa pieza en común que unía sus vidas, y que los reunía cada mañana y cada tarde.

Paula miró el perfil de Matías.

Iba a extrañarlo.

Su jefe.

El hombre que la había contratado para cuidar a su abuela, había dejado de ser la persona fría, seria y distante que conoció meses atrás en el hospital donde cuidaba a Cristina, para convertirse en alguien cercano, querido, especial y muy importante en su vida.

El cuento de hadas se había terminado. Debía ser realista, ella era una simple enfermera que cuidaba a su abuela. Matías tenía seguramente muchas mujeres interesadas en él. Mujeres finas, de alta sociedad, que podían hacer una hermosa pareja, una pareja que Álvaro y Clarisa aprobarían.

Debía sacar de su mente la idea de que Matías pudiera fijarse en ella. ¿Qué podía ver en una chica de barrio, estudiante, de familia humilde?

Matías sintió la mirada de ella y apretó la mandíbula con fuerza.

Paula.

Aquella jovencita tímida que llegó al hospital para cuidar a su abuela.

Había dudado de su capacidad de encargarse de Cristina al verla tan joven.

¡Cuan equivocado estaba! Nadie podría haber cuidado y acompañado a Cristina durante esos meses.

Paula y su alegría, su interés en la historia de vida de Cristina. Ella, su simpleza, calidez y humildad le había cambiado su aburrida y triste vida durante esos meses.

De solo pensar que la casa volvería a ser un lugar frío y solitario el corazón se le estrujaba en el pecho.

¿Cómo podría seguir su vida sin ella? ¿Con que excusa volvería a verla?

Debía admitir que la relación siempre se había mantenido dentro de lo profesional.

Salvo esa noche, que habían ido a cenar y conversaron como dos viejos amigos, el resto de las veces que terminaron juntos, había sido gracias a la intervención de Cristina.

Paula desvió la mirada hacia la ventanilla.

Pensó en Cristina y Antonio. Ahora estaban juntos en el cielo.

Luego de años separados, podían reunirse otra vez. Aquella hermosa historia de amor que tanto la había cautivado, había llegado a su hermoso final, reuniendo a la pareja para toda la eternidad junto al Señor Jesús allí en las moradas celestiales.

Sonrió mirando el oscuro cielo, y sabiendo que Cristina descansaría feliz y en paz para siempre.

_ Si te parece bien, te alcanzaré el pago de tu sueldo el martes_ propuso Matías rompiendo el silencio.

_ No hay apuro, seguramente tu mente tendrá otras cosas en que pensar estos días.

_ La verdad... prefiero no pensar...

Era real. Prefería no tener que pensar en el dolor que le causaba haber perdido a su abuela, que era como una madre, y sumado a eso, saber que la perdía a ella. Que quizás no volvería a verla.

_ Está bien, cuando lo decidas, puedo pasar por la casa y recoger el dinero_ respondió Paula.

Un nuevo silencio hizo que solo en el auto se escuchara el palpitar agitado de dos corazones.

El auto se detuvo frente a la humilde casa de Paula. Los primeros rayos del sol comenzaban a verse en el horizonte. Estaba amaneciendo.

El albor de un día triste, de despedidas para los dos.

_ Gracias por todo lo que has hecho en este tiempo, por mi abuela y por mi también_ dijo antes de que ella bajara del auto para marcharse.

_ Ha sido un gran honor trabajar cuidando a tu abuela. ¿Crees que podría ir al velorio y al entierro? Me gustaría despedirme de ella.

_ Seguro, creo que ha ella le agradaría. Te enviaré un mensaje con la dirección de la funeraria.

_ Bien. Descansaré un poco y luego iré.

_ Nos vemos allí.

...

La familia y conocidos muy temprano en la mañana llenaron la casa funeraria donde sería el velorio de Cristina.

Durante el transcurso de la mañana la noticia fue corriendo de boca en boca y mucha gente de la iglesia se acercó a saludar a las hijas de Cristina.

Paula llegó pasado medio día.

Saludó a Clarisa, Laura y sus hijos. Cruzó miradas con Álvaro, pero no se dijeron nada.

Matías llegó minutos después que ella.

Clarisa corrió a abrazarlo y preguntarle como estaba y que habían dicho los médicos.

_ Estoy bien mamá, no tienes de que preocuparte.

_ ¿Has descansado? Sería mejor que te hubieras quedado en tu casa unas horas más.

_ Estoy bien. Ya habrá tiempo para descansar. Ahora debemos despedir a la abuela.

Paula se acercó a Carmen que estaba sentada en un rincón solitario. Ambas se quedaron allí conversando y recordando aquellos últimos días al lado de Cristina.

Matías saludó a sus familiares y recibió los saludos de los visitantes. No le agradaban demasiado los velatorios, pero por su abuela permanecería allí hasta el último momento.

Caminó hasta el ataúd y se quedó unos minutos en silencio contemplando el cuerpo sin vida de Cristina.

_ Parece dormida_ comentó Paula que había caminado hasta llegar a su lado.

_ Su rostro transmite mucha paz.

_ La misma paz con la que ella vivió. Y la paz que nos transmitió a todos los que la conocimos. La paz que solo da Dios.

_ Es lo que me consuela_ dijo Matías secando una lágrima de su mejilla_ saber que ella está bien, completamente sana y feliz con mi abuelo en el cielo.

_ Así es, Y siempre tendrás los hermosos recuerdos que compartiste a su lado... y sus historias para recordarla con cariño.

_ Lo sé... pero es un adiós demasiado difícil. La voy a extrañar.

Paula se conmovió ante las lágrimas de Matías mirando a su abuela.

Un impulso de lo más profundo de su corazón la llevó a rodearlo con sus brazos en un tierno abrazo.

_ Todos la vamos a extrañar.

DÉJATE QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora