Capítulo 8.

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Dara.

Al morir me imaginé ser recibida por una luz blanca de la que mi madre solía hablar, jamás fui muy devota a una religión, solo aceptaba lo que mis padres me ordenaban y como orden era rezarle a una fuerza mayor y creer en él. Así qué no, no logré ver aquella luz que daba comienzo a mi nueva vida al contrario, obtuve una caída en picada y al caer fui arrastrada por la gran corriente Tareen que recorría Ebonywood. Al caer en el agua recibí varios golpes de ramas y rocas las cuales empeoraron mi estado.

Una de las rocas me golpeó en la cabeza haciéndome perder la razón. Sentí que comenzaron a sacarme del agua hasta la orilla del río donde la persona que me había socorrido murmuraba junto a alguien más.

—¿Creés que sea una criminal?.—era la voz de una mujer.

—Lo dudo, es demasiado bonita para serlo.—confesó la voz de un hombre.

—Le dispararon.—la mujer descubrió el disparo que estaba en el costado de mi cuerpo y yo me quejé.— debemos llevarla a la casa para ayudarla.

Sentí como sus manos y brazos tomaron mi muy lastimado cuerpo.

El camino se me hizo eterno y más ante sus movimientos lo que hacía que mi dolor aumentara, gracias a ello volví a desmayarme, ahora sí perdiendo la razón.

Aún aturdida logré abrir los ojos, desconocía la cantidad de horas que me mantuve inconsciente pero de un momento para otro me levanté sobre una cama. Mi cerebro no lograba conectar mis ideas pero al quererme levantar un insoportable dolor me hizo caer de nuevo en la cama. Había olvidado por completó la herida, al tocar el origen de mi dolor me llevé la sorpresa que esta había sido atendida. Al igual que el corte que me habían dado.

<<¿Quién me curó?>>

Retire las sábanas de mi cuerpo percatándome que llevaba un vendaje que me cubría el pecho y la mitad de mi abdomen, lo único que me cubría el cuerpo era aquel vendaje y mis pantaletas.

Volví a intentar levantarme para buscar mi ropa e intentar salir del lugar donde estaba.

Observe por toda la habitación para ver si lograba ubicar mi ropa pero esta no se encontraba en la habitación, así que fui al aseo donde encontré una bata de baño. A duras penas logré salir de la habitación, y conforme fui avanzando comencé a observar la enorme casa en la que me encontraba, baje las escaleras hasta el recibidor dispuesta a salir por la puerta, al tomar la manija el carraspeo de alguien me hizo asustarme dando un saltó lejos de la puerta.

Me di la vuelta encarando a la persona.

Era una mujer un tanto mayor quien mantenía ambas manos en el aire mostrándome que no llevaba con ella algo con lo que pudiera lastimarme.

—Tranquila nena, todo está bien no voy a lastimarte.—confesó.

Comencé a rodear la mesa del recibidor que nos separaba una de la otra.

—¿Dónde estoy?, ¿quiénes usted?.—pregunté.

—Estas en mi casa, en Ebonywood y yo soy Grace Magnus.

—¿Usted fue quien curó mis heridas y me sacó del río?.

—Yo te cure, mis empleados te encontraron y te trajeron acá.

—¿Dónde esta mi ropa?.—me reparo de pies a cabeza.

—Janeth la chica que trabaja en la casa las metió a lavar, toda tu ropa estaba mojada llena de sangre y barro. En un rato más te la entregará

Negué y regresé al lugar donde estaba la puerta para ya irme de una vez.

—Le agradezco que curara mis heridas, pero debo irme.

IMPERIO DE MENTIRAS.[1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora