IMPERIO DE MENTIRAS.[1]

Capítulo 24.

Angelic.

Aún no me creo lo que acaba de pasar, continuo observando con detenimiento al chico que mantiene sus ojos cerrados mientras que yo tiemblo cerca de él. Adonis me aprieta más hasta pegar mi frente con la suya, su mano llega a mi rostro para dejar un casto beso sobre mis labios.

—Muñeca, creo que debemos irnos.

Me toma de la mano y me lleva con él, no me aparta, no me lastima. Simplemente caminamos colina abajo hasta llegar a la entrada, unos chicos salen de una cabina de fotos la máquina llama la atención de Adonis, quien se detiene y me mira, yo solo arqueo una ceja como respuesta y me lleva hasta la cabina. Deposita varios centavos y entramos. El asiento es pequeño, por lo que Adonis me sentó sobre su regazo, me tomó por la cintura evitando que cayera.

—¿Qué debo hacer?.— le preguntó nerviosa al ver el conteo en la pantalla.

—Solamente se tú, muñeca.

Analizó lo que acaba de decir y es donde se quien se mostrará para él. El chico toma un mechón de mi cabello y se lo deja por debajo de la nariz aparentando un bigote, el tiempo está por terminar por lo que me toma desprevenida mirando hacia arriba.

—Vamos muñeca, dame una linda foto para recordar.

Dejo una sonrisa vacía por lo que él toma mi rostro apretando mis mejillas haciéndome reír, el conteo se termina y nos toma la segunda foto. Sobran cuatro oportunidades de salir bien por lo que las siguientes poses me esmero en ser yo misma.

—Angelic,

Adonis pronuncia mi nombre haciéndome mirarlo, sus ojos son tan emblemáticos que mandan un hechizo a mi cabeza, todo me gira hasta que besa mi nariz. Saca las fotos y arranca una en especial, donde yo me encuentro admirándolo, por algo su nombre. Adonis es un hombre de gran belleza.

Me lleva hasta casa pero no me deja ir hasta que le dé un beso, jugamos un poco y logra besarme. Antes de irse me da un beso en la nariz.

—Descansa.— me susurra antes de bajar del auto.

Le doy un último vistazo al chico que admira desde su auto, alzo una mano y él corresponde a la despedida. Mi estómago revolotea y me es inevitable no sonreír como tonta al recuerdas lo que acaba de pasar esta noche. Llegó a mi departamento yendo directo al baño, necesito quitarme este vestido que ahora es una porquería debido al barro y ramas que se aferran a la falda.

Me ducho y voy a mi habitación para lanzarme a la cama dispuesta a soñar con lo que paso esta noche.

Por primera vez en meses duermo como un bebé, el sol es tan hermoso esta mañana que nada podrá arruinarme el día. Patt y Jordan me observa analizando mi semblante, se que irradio felicidad, por que puedo sentirla pero sobre todo tarareo una melodía cualquiera mientras me sirvo café.

—Son las 10 de la mañana y amaneciste de buen humor, ¿tan increíble estuvo la fiesta ayer?.— me pregunta la morena.

—Había olvidado por completo lo mal que la
pase hasta que la volviste a mencionar.—me senté junto a ellos.— se perdieron de mi presentación a la alta sociedad y sobre todo el enterarse que Adrien pago la fianza de Natalia.

El café que bebía Jorda y el cereal que comía Patt fueron expulsados por la nariz de ambos. Les ofrecí servilletas a ambos intentando ayudarles.