Capítulo 17.

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Angelic.

Al día siguiente, los increíbles y molestos rayos del sol se comenzaron a colar por las cortinas. Me negaba a levantarme más al estar disfrutando de lo increíble que era la cama. Al tratar de acomodarme me percaté que algo me impedía moverme y sobre todo tocaba mi cintura. Levanté un poco la vista mirando detrás mío encontrándome con el enorme brazo de Adrien sujetando mi cuerpo, esto hizo que abriera los ojos de par en par.

Una cosa era aceptar que me calmara por los truenos de ayer en la noche, y otra muy diferente estar en esta posición tan cerca de él.

Intenté mover el brazo con cautela pero al hacerlo como reacción él me giro tomándome por la cintura con mayor fuerza haciéndome quedar cara a cara. Podía sentir su respiración caer en mi rostro y sobre todo no podía dejar de mirar como los rayos del sol hacían que sus pestañas se volvieran aún más claras.

<<Es muy lindo.>>

No me lamenté el pensar eso, mucho menos el sentir las mariposas que revoloteaban en mi estómago.

—¿Te gusta lo que ves?.— me preguntó con una voz extremadamente ronca. El oírlo decir eso hizo que apartara la cara de él, para darme la vuelta en la cama.

Él me soltó lo que me hizo más fácil salir de ahí.

—Así que al Ángel le gusta admirar a la gente mientras duermen.— soltó risueño mientras me veía atar mi cabello en una trenza.

Aún estaba recostado en la cama, traía el cabello alborotado y sobre todo una cara de recién levantado. Mirándome con cierta picardía mientras por detrás de su cabeza se pasaban sus antebrazos.

—No te admiraba, solo esperaba el momento para que me soltaras.

—Claro, como digas.—soltó una risa.

En un movimiento rápido ya lo tenia enfrente de mi.

—¿Por qué no admites que me veías mientras dormía?.— me acorraló contra la pared.

—No te subiré el ego.— ladee la cabeza.

—No puedes subir algo que ya está hasta el tope, Ángel.

Me miraba con esos encantadores ojos azules, que hacía que mis piernas temblaran.

<<Necesitó moverme de aquí.>>

Me agache lo suficiente como para pasar de él.

Observé nuestra ropa en la cómoda que decoraba la habitación. Tomé mi ropa y lo miré, estaba de espaldas y de brazos cruzados en la pared.

—¿Quieres ir primero?.— negó y se devolvió a la cama.

Tomé eso como un "no" Angelic puedes ir al baño tu primero y morirte.

Así que después de cambiarme nuevamente me encontré con Adrien a medio vestir, estaba terminando de colocarse la camisa cuando yo salí.

Unos golpes en la puerta nos hicieron callarnos, pero la voz que estaba del otro lado nos hizo abrir.

—¡Buenos días, muchachos!, ¿cómo durmieron?.— Amybeth traía una sonrisa de oreja a oreja.

IMPERIO DE MENTIRAS.[1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora