I
—Levane, no es la gran cosa. En mi época nos hacían comer a nuestras mascotas. Yo tenía un cabrito, el pequeño Pompón, era mi mejor amigo. Y una vez, cuando volví de la escuela, me dieron de almorzar una carne extraña con un gusto y aroma más intenso. Luego me enteré que era él.
—Lo lamento, eso debió ser espantoso.
—Así es, pero la desgracia te hace más fuerte. Ahora vamos, mata a ese animal.
—Pero.
—Si te he contemplado comer varios platos de Cassoulet en las reuniones familiares.
—Es diferente tener que hacerlo con tus propias manos.
—Es casi lo mismo. Aparte, ambos tienen una función. En un caso cumplen la utilidad de ser comida, y en otro, evitan que el mundo se extinga.
—Si me lo pones así, no se vuelve más fácil.
Angela quería que yo fuera la que ejecutara la ofrenda al cuadro esta luna llena, yo no quise, lo consideré muy pronto, sin embargo, ella me convenció asegurándome que sino, yo sería la próxima alma virgen que sacrificaría.
Encima la muy buena señora, le hizo una llamada a mi madre regalándole el premio de una noche en un hotel de tres estrellas para tres personas por haber participado en una rifa solidaria para ayudar a tres familias afectadas por el terremoto soviético. Supuestamente, ella no podía ir porque justo para esa fecha había quedado en visitar a una amiga de su infancia que formaba parte de la mafia irlandesa. Y a los mafiosos no se les cancela.
No sé que es peor, la idea que se le ocurrió a Ángela para sacarse a mi familia de en medio, o mi mamá que se creyó ese cuento.
Así que actualmente estaba disfrutando del rústico spa del alojamiento con mis hermanas, mientras yo tuve que fingir un resfriado para más tarde tener que andar de carnicera. De modo que las mejores amigas pudieran ir juntas sin sentirse culpables de hacerlo sin mí. Aunque debería causarles más remordimiento.
II
Está clara la razón por la que mi abuela me pidió disculpas en aquel sueño. Sabía que el peso de la condena caería sobre mis brazos y no es simple de sostener.
Yo soy fiel creyente de que incluso si aniquilas una araña, su espíritu te persigue, y por eso es que en algunas ocasiones sentimos cosquillas en la piel, son sus patitas rencorosas.
Tengo que abstenerme de deambular por mi propio laberinto de Creta, algún día la madeja de hilo va a dejar de ser suficiente para salir. Ya hice lo que tenía que hacer, así que no vale la pena seguir torturandome. Solo espero que con la edad se vuelva más ameno, lo que significa que voy a tener que transformarme en una persona más fría.
Escuchando música, escondida dentro del fuerte que armé con almohadas y cobijas de mi dormitorio, siento como unas garras comienzan a trenzar mi cabello. Al principio me tenso un poco, pero en seguida me relajo a medida que el procedimiento se vuelve terapéutico.
—Nunca me contaste cómo te fue en el encuentro con tus amigos —Ams verbaliza ante mi sonrisa, en un susurro melodioso que no corta la atmósfera del momento.
—La pasamos bien. Prisco le hizo creer al resto de personas del lugar que él era el salvavidas. Fue gracioso ver cómo asustaba a los niños para que no corrieran por el borde, hasta que el verdadero socorrista lo descubrió y lo retó a un duelo de nado mariposa. Y él solo sabía de crol. Fue una batalla trágicamente hermosa.
Ambrosia río desarmando su obra de arte ante el repentino espasmo.
—Podrían poner una piscina inflable aquí. Extraño jugar al tiburón. —Voltea para mirarme con ojos de ili pika.
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Levane Y Las Almas Desorientadas
Teen FictionCon el misterioso fallecimiento de la abuela de Levane, surge la idea de mudarse a su casa para ahorrar gastos. En ella, una serie de fantasmas la esperan junto con una pintura extraña. La historia transcurre entre conflictos con sus amigos mortales...