I
—Despierta —Una voz tétrica me sacó de mis fantasías.
Estaba hundida sobre mi excesivamente blando colchón de espuma.
Las sábanas se habían deslizado hasta el suelo e inmediatamente sentí el frío de la noche recorrer mis huesos.
Estaba acomodando mi cama para dormirme nuevamente, cuando volví a escuchar un susurro en mi oído.
—Está aquí, ten cuidado.
Los vellos de mi brazo se erizaron y confirmé que no se trataba de mi mente engañándome.
El cuarto estaba a oscuras casi por completo, la luz de la luna llena y las estrellas parecían ser la única compañía brillante.
De repente, un ruido estrepitoso en el piso de abajo acentuó la inquietud en la atmósfera.
Mi primer impulso fue el de ir a la habitación de mis padres para avisarles de la existencia de un posible intruso en la casa.
No era raro que escuchara cosas por estas horas, pero el chirrido tan fuerte de hace unos segundos no era signo de un espíritu normal.
Me sorprendió que ni siquiera Coco saliera a ladrar desde el cuarto de mi hermana como efecto de lo ocurrido.
No tenía más opción que ir en busca de mis papás y atravesar el pasillo de puntillas tratando de hacer el mayor silencio posible.
Mi respiración era acelerada y mi corazón latía como el tambor de una tribu del África Subsahariana. Podía notar como el pánico crecía a cada paso.
Cuando vi la puerta de la recámara ante mí, una pequeña sensación de alivio recorrió mi ser.
Comencé a mover a mi mamá lentamente para que reaccionara. No abría los ojos.
Con desesperación movía su hombro con más fuerza, sin embargo, los intentos eran en vano porque sus párpados se mantenían en su lugar.
Coloqué la palma de mi mano sobre su nariz con la intención de corroborar si estaba viva, afortunadamente era así. Sólo que su respiración era pesada, seguía en el sueño profundo, lo que me hizo pensar que probablemente se había tomado unas muy buenas pastillas para dormir o esto era algún tipo de pesadilla extremadamente realista.
Sea como fuera, tenía que avisar a un mayor. No estaba del todo segura de cómo podrían proceder, no obstante, sabía que era una de las primeras cosas que se hacía ante una de estas situaciones. Buscar un adulto responsable.
Con esperanzas probé despabilar a mi papá que se encontraba a un lado. Nada.
Lo mismo que con ella, estaba petrificado como si se hubiera pinchado el dedo con la misma rueca de la Bella Durmiente.
Otro estruendo alarmante hizo eco. Mierda, mierda, mierda. Hoy iba a ser la fecha de muerte para alguno, a menos que sólo fuera un ladrón interesado en los asaltos con limitada violencia. Su poco sigilo hacía evidente que no era un simple hurto.
Pensé en volver a mi cuarto en busca de mi teléfono, quizás llamar a la policía.
Todavía me cabía la duda de si se trataba de un humano o un animal salvaje, y no sé qué me pasó por la cabeza que decidí bajar para cerciorarme.
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Levane Y Las Almas Desorientadas
Novela JuvenilCon el misterioso fallecimiento de la abuela de Levane, surge la idea de mudarse a su casa para ahorrar gastos. En ella, una serie de fantasmas la esperan junto con una pintura extraña. La historia transcurre entre conflictos con sus amigos mortales...