Capitulo 6 - Curiosidad

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Me levanto de la cama, anoche me di cuenta que en la habitación se encontraba un baño, era primera vez que veía un cuarto con tantas comodidades e iba a aprovecharlo, además había un tina para bañarse, cosas de los ricos pero no supe como usarla, así que no, insistí.

Me meto a la ducha y dejo que el agua toque mi piel, nunca me había dado un baño tan delicioso, sintiéndome tan segura, tan tranquila, tan libre de lo que es mi vida, duro como veinte minutos y salgo, enrollando la toalla en mi cuerpo, mi cabello esta goteando por lo que me pongo otra más pequeña en mi cabeza.

Al salir me encuentro una chica como de veinte años en la habitación, cabello ondulado un poco más alta que yo, no tan flaca, se parece mucho a Zulema.

— Hola, me dijeron que te llamas Dasha, mucho gusto — me transmite confianza así que le doy la mano en saludo — Yo soy Martha, te traje ropa para que te cambies, León me dijo que te comprara ropa cómoda y te traje dos vestidos, mira — dice emocionada y yo también me emociono, es ropa nueva — ¿No esta bello? — va a la cama donde los ha dejado y toma uno amarillo con flores y me lo muestra.

— Si, esta muy lindo, gracias — le respondo sonriente

— También te compre ropa interior, se la talla porque la señora Fátima te vio al ojo y me dijo, espero te queden — Yo asiento y me mira — León me dejo estas pastillas que te recetó el doctor para que te las tomes y me dio esta crema para los golpes, debes echártela — me menciona de manera rápida y me los pasa — Baja al jardín a desayunar.

Veo que va de carrera ya que después de decirme todo eso, sale de la habitación corriendo, frunzo mi ceño que extraño.

Me cambio y me peino para bajar, mi estomago tiene un poco de hambre quizá la señora Zulema me regale algo de comer.

Salgo de la habitación, recorro el mismo pasillo de ayer, realmente es una casa muy bonita, elegante y muy espaciosa, es cuatro veces más grande que donde vivo, llego hasta el final de la escalera pero no se para donde ir en estos momentos, ayer solo entré y no fui más allá, solo a la habitación donde dormí.

Como gato curioso camino hacia la derecha de la casa, pasando una gran puerta, encontrándome con un comedor en vidrio demasiado hermoso y sillas blancas cada una bien acomodada en su lugar, doce puestos para ser exacta, al fondo un piano color negro brillante con su propia silla, nunca había visto uno en vivo y en directo así así mis pies cobran vida propia y me dirijo hacia el instrumento.

Toco la superficie, alzo la tapa viendo maravillada como niña pequeña, la curiosidad me ataca y toco una tecla pero esta resuena en casi toda la casa por lo que brinco en mi puesto y cierro rápidamente la tapa pero resuena también haciendo un eco gigante y mi corazón se acelera con nervios de que todos hayan escuchado, y no me equivoque ya que Zulema y la señora Fátima aparecen en mi vista, caminando hacia mí.

— Niña nos has dado un gran susto — habla la abuela de León, y me pongo más nerviosa.

— Los siento, no quise...

— Tranquila no te preocupes, salimos despavoridas porque nadie lo toca, solo León — comenta Zulema y viene hacia mi, tomándome del brazo para caminar conmigo y la señora Fátima también — Es muy odioso con ese aparato no le gusta que nadie lo toque — dice negando con la cabeza, menos mal no está mi profesor, creo que me salve de un regaño y una mala cara.

— Pero tu secreto esta a salvo con nosotras — me comenta riendo — Zulema, hoy se desayuna en el jardín, hace mucho no lo hago ahí, hoy tengo compañía a parte de la tuya así que lo amerita.

— ¿Reniegas de mi compañía? — reclama Zulema haciéndose la ofendida

— No seas ridícula y trae el desayuno al jardín — le contesta sin darle importancia, es algo chistoso como se tratan las dos, al parecer se dicen de cosas y ninguna se ofende, no sería capaz de tratar así a nadie, yo lloro por todo.

Te Quiero, ChiquillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora