El amor que recibo de las personas a mi alrededor es lo más hermoso que he sentido, me siento con una felicidad impresionante por dentro, ya se que lo he dicho muchas veces el día de hoy pero es que no hay más descripción para esto.
Ya llevábamos varias horas en este plan, Gabriel y yo, hicimos el asado, Martha y Martina nos ayudaron a servirlo, quería dejarle un plato con comida a León pero me dijeron que no era necesario, ya que no vendría, si no, hasta la noche.
Me dio tristeza porque esperaba se despertara a mi lado o que fuera a mi habitación a despertarme con su hermoso rostro y sus labios felicitandome pero en vez de eso desaparece, sin saber dónde está y tampoco me quieren decir aquí pero no me preocupo más pensando las cosas, sus razones tendrá y seguro estará aquí junto a mí más tarde.
Me rio de Martina a lo lejos, estaba en la orilla de la piscina y se ha resbalado casi al borde de esta, cayendo al agua de manera ridícula aunque me preocupe después pudo haber recibido algún golpe pero bueno, gracias a Dios no fue así.
— Amor mío, ten más cuidado — le dice Gabriel una vez la toma en brazos, ella se limpia el rostro y se echa el cabello hacia atrás ya que lo tenía en toda la cara empapado.
— Pues, valió la pena ahora me tienes en brazos — le responde ella y le mira embobada.
Realmente no me acostumbro todavía a esas muestras de afecto entre los dos, pues, los veía solo como amigos, aunque, veo que se aman más de lo que desean y es tan lindo amar y ser correspondido.
— ¿Siempre son así de empalagosos? — me pregunta Martha y yo asiento afirmandole.
Ella les echa agua a los dos, ellos le dicen que es envidia ya que no tiene novio, pero está no se queda atrás diciéndoles que no necesita de un novio y estos se carcajean al recibir esa respuesta.
Y así pasamos la siguiente media hora metidos en la piscina molestando y jugando, no podía ser más perfecto mi día.
Se nos fue prácticamente toda la mañana y parte de la tarde, la señora Fatima y Zulema ya no estaban con nosotros terminaron cansadas según ellas.
Martina y Gabriel se fueron dos horas después y me quedé con Martha en la piscina y bueno también recogiendo todo lo que sé utilizó para hacerme esta bonita sorpresa.
En estos momentos, ya estaba en mi habitación recién bañada y peinandome el cabello hasta que escucho la puerta ser tocada, dejo el peine en el tocador y voy a abrir.
— Eckan — lo saludo una vez lo veo, bajo mi mirada a sus manos que traen una caja azul redonda con un lazo amarillo arriba y alzó mi vista a él de nuevo.
— El señor León le mandó esto — me dice y estira sus brazos para que reciba el regalo, mi sonrisa se ensancha cuando se que él no se olvido de mi cumpleaños y que seguramente ha estado ocupado, agarro la caja muy ansiosa por ver lo que hay dentro.
— Te lo agradezco Eckan — le digo por haberme traído hasta acá el regalo — ¿Por cierto, León está en casa? — le pregunto, quiero verlo me hace falta.
— No, pero créame le va a gustar lo que hay dentro de esa caja — me responde con picardia y miro de nuevo el objeto azul — Mire, también le traje un presente, Feliz cumpleaños — me felicita de manera afectuosa y me da una bolsa de regalo pequeña, recibiendola en una de mis manos ya que con la otra tengo la caja.
— Muchas Gracias Eckan — le digo y le doy un medio abrazo, asiente y se va, yo volteo para entrar a la habitación y cierro la puerta con el pie derecho.
Voy hasta mi cama y dejo la caja azul en esta, abriendo el regalo que me trajo Eckan, hay un cofre pequeño que al abrirlo deja ver una cadenita de plata con un sol de dije en el medio, es muy bonita, lo aprecio un poco más para luego cerrarlo y lo dejo en la cama, posando mi vista en el regalo de León.
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Te Quiero, Chiquilla
Teen FictionLeón Carvaggio es un hombre de treinta y dos años, un hombre frío, distante a todo lo que le rodea, trabaja impartiendo clases en la Institución Fund Nueva Granada, tiene una vida muy ordenada, es uno de los mejores profesores a nivel nacional, muy...