Capitulo 16 - El mar

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Mi maleta estaba lista, Martha me ayudó a empacar, ropa casual para la playa, además, de unos vestidos de baño que me compró la señora Fatima para la piscina así que esos fueron los que metí.

Estoy ansiosa por conocer el mar, ¿será como lo muestran en la televisión? Ya quiero estar allá.

Nos vamos todos, Zulema, la señora Fatima, Martha, León y yo, me alegre mucho más de compartir con ellas también mi visita a la playa, aún no contemplo como es donde vamos, solo se que es una de las casas de mi castaño pero Martha me ha dicho que es muy bonito.

Le insistieron a Eckan que fuera con nosotros y llevara a su familia pero no quiso, dijo que mejor se quedaba al cuidado de la casa y la señora Fatima se dio por vencida.

— ¿Ya están listas? — pregunta mi castaño entrando por la puerta de la habitación, lo veo y me gusta más, usa unos pantalones cortos que hacen ver sus piernas de manera atractiva y se adhiere a su trasero, lleva una camiseta casual azul puesta, unas gafas azules con bordes negros y su reloj en la mano izquierda, voy hasta él, me empino para besarlo y León me recibe gustoso.

Ya en casa saben que tenemos algún tipo de acercamiento, realmente no nos han dicho nada, creo que lo sospechaban y han sido prudentes con el tema.

— Ya estamos listas — le respondo y él me sonríe, me desordena el cabello y yo me quejo.

— Yo la bajo, vayan entrando al auto, ya mi abuela y Zulema están ahí — dice dirigiéndose hasta mi maleta.

Martha y yo asentimos, saliendo de la habitación, bajando las escaleras y saliendo por la puerta de la entrada para visualizar el auto, la señora Fatima y Zulema estaban en la parte de atrás por lo que Martha no lo pensó y también se monto, ubicandose entre ellas dos, no me toco de otra que montarme en el copiloto.

A los pocos minutos León salió con un bolso en su hombro y mi maleta, ya las de mis acompañantes estaban en el baúl del auto, por lo que una vez llegó hasta nosotras metió las que hacían falta cerrando esa parte y montandose del lado del conductor encendiendo el carro.

Me hizo señas para que me colocará el cinturón y le hice caso, estaba más que alegre, esta sonrisa no me la va a quitar nadie.

— Mis auriculares se quedaron en mi maleta y no se en que parte, ¿Señor puede colocar música para no hacer el viaje tan aburrido?— le pregunta Martha un poco cautelosa.

— Solo son tres horas de viaje, mejor estar en calma — le contesta León con seriedad.

— Pero, hijo, coloca música, yo también quiero escuchar algo, al menos, para distraerme — lo regaña la abuela.

— He dicho que no, además, esa música de ahora solo da dolor de oídos — se mantiene en su palabra.

Que aburrido que es, nos va a tener en silencio todo el viaje como si fuéramos para un sepelio.

No se muy bien cual es el radio, pero estiro la mano en un botón rojo y por arte de magia empieza a sonar una emisora que dice: 93.1 estéreo en la pantalla azul pequeña que se ve ahí, vuelvo a estirar la mano y ruedo un botón más grande que los otros y la música se empieza a escuchar más fuerte, Martha aplaude atrás alegre, Zulema la regaña pero no le presta atención a la mamá, ya que, empieza a cantar la bilirrubina de Juan Luis Guerra. 

Retiro mi mano del aparato, alzo la vista a León y este me mira con cara de pocos amigos, su mandíbula está apretada y sus ojos me taladran, yo solo doy una enorme sonrisa y le tiro un beso a lo que él niega, se enojó, me quita la mirada y enciende el motor del auto para empezar nuestro viaje.

¿Porque será tan enojon? Tan bonito y mal encarado.

El viaje fue ameno, la señora Fatima se quedó dormida a la media hora, Zulema se la pasó regañando a Martha todo el viaje porque cantaba toda canción que colocaban en la radio, le decía que iba a despertar a la abuela de León pero no le hacia caso, además, que la viejita estaba profunda y ni la bulla la movia, yo solo reía de sus payasadas, no sabía que era tan efusiva.

Te Quiero, ChiquillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora