capitulo 1

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Bip, bip, bip, bip...

Efectivamente, así empieza mi día con ese sonido tan desagradable después de la voz de la profe de mates.

Me levanto con un sueño de los mil demonios para arreglarme e irme al insti, aunque ahora mismo hay cero ganas, pero mejor me voy vistiendo, ya que si no vendrá la jefa, aunque mayormente le llamo mama.

Al estar lista voy hacia la cocina para saludar a mi madre mientras en mis cascos escucho (Friends , chase Atlantic), pero de repente me cruzo al amor de mi vida, efectivamente mi perro llamado yoda, pero para los amigos yodi , es un perro de estatura mediana, de color café y manchas blancas. Nos lo encontramos hace unos años en un vertedero, no sé cómo hay gente tan mala, pero bueno al fin y al cabo gracias a eso yodi ha acabado en nuestra casa, me agacho y le doy besos por toda la cara hasta que decide darme un bocado en la mano:

—Ahhhhh - en ese momento aparece mi madre con cara de burla porque esto pasa más a menudo de lo que me gustaría

—Te lo tienes merecido Atenea deja al pobre perro y tira ya para clase que llegaras tarde otra vez.

Con la misma cojo la mochila y me voy sin desayunar, y con un mordisco. Qué divertida es mi vida, espero que notéis mi sarcasmo, mientras caminaba escuchando mi música tranquilamente observaba cada calle de Valencia iluminada por las farolas, ya que aún era de noche y sentía una sensación de soledad, que tanto tiempo llevaba conociendo y con cada paso sentía que mi cabeza iba a estallar de todos los recuerdos que intento bloquear.

Al llegar a clase todos hablaban de que harían esta noche, comentaban que irían a alguna discoteca o harían algún botellón por la calle, a mí particularmente no me apetecía demasiado ir a esas cosas, además, que no tengo con quien ir, por lo tanto, no iba a ir yo sola sería más patético que yo y mira que eso es difícil de superar. Supongo que este viernes me quedaré en casa con un buen libro y un té con limón bien caliente.

Al salir al recreo no sabía dónde ir, ya que no encajaba con nadie y las demás personas no eran demasiado simpáticas que digamos, pero finalmente encuentro a victoria una chica de tez morena con unos grandes ojos cafés y un precioso pelo ondulado, nos conocimos hace un año, pero ella repitió y se quedó en cuarto de la ESO, pero eso no ha impedido que nuestra amistad siga su curso.

—¿Qué tal Ate?

Me miraba con unos ojos de preocupación que tanto conocía, pero que no me gustaban en absoluto, la mire con una cara irritada porque ya sabía lo que me iba a decir y no me iba a agradar

—Sabes que ya estamos en octubre y se acerca ese día, sé que no te gusta hablar sobre ese tema, pero ya es hora, ha pasado casi un año— inquiere con un tono irritado.

Lo sé —admito— pero no quiero hablar sobre esa mierda ni quiero ni me apetece.

Y la dejé ahí con la palabra en la boca, pero tan difícil era entender que no quiero hablar sobre el tema, bastante que hablo con la psicóloga, que la verdad me está ayudando bastante, pero no sé si lo suficiente.

Decidí saltarme la última hora, ya que no me apetecía hablar con nadie y mucho menos escuchar. Iba caminando hacia la parada de bus para ir al único sitio donde consigo paz mental, donde puedo descansar y no pensar en nada o en todo a la vez.

Al bajarme del bus voy hacia el paseo de la playa para adentrarme en la arena y llegar a la orilla, donde tiro la mochila y me siento en la fría arena.

La brisa fría hace que mi nariz se convierta roja y que mi pelo se ondé a su ritmo, escuchaba como las olas rompían, los pájaros cantaban y sentía que quería quedarme ahí para siempre, aunque sabía que eso no iba a poder ser, por desgracia.

Cuando se hicieron la una me dispuse a volver a casa antes de que mi madre me pregunte dónde había estado, al montarme en el bus puse mi Spotify y le di Play a la canción (happier than ever, Billie Eilish), cuando de repente noté cómo alguien se sentaba en el otro asiento al lado mío, no le di mayor importancia hasta que noté como alguien me miraba fijamente y enseguida reconocí quien era efectivamente el chico que estaba al lado mío.

Era un chico de tez blanca con el cabello negro y unos ojos muy peculiares porque eran verdes y marrones, pero eso no fue lo que me pareció peculiar de sus ojos, sino que se parecían a los míos porque estos también portaban esos rasgos de tristeza, pero a la vez vacíos de alguna manera, de un momento a otro salí de mi trance

—quieres una foto de mi cara o que - solté de tal manera esas palabras que el chico se quedó asombrado, luego formó una pequeña sonrisa, para luego responderme...

— creo que te equivocas, estaba mirando por la ventana, pero si me das esa foto tampoco me quejaría— inquirió con un tono sarcástico.

Era tal vergüenza que pasé en ese momento que ni me digné a mirarle a la cara y estuve todo el trayecto hasta mi casa mirando el paisaje.

Al llegar a casa me recibió yodi saltando como un loco para que lo paseara, pero antes tenía que dejar la mochila en mi habitación.

Una vez paseando fuimos a un parquecito para perros que no estaba muy lejos de casa, yodi corría y jugaba con otros perros mientras yo estaba con el móvil, pero en un abrir y cerrar de ojos todo se descontroló, vi como yodi salía corriendo de ahí y yo iba gritándole para que volviese, pero nada, estaba corriendo como nunca para atraparle, pero fue inútil, como si fuese un ángel vi cómo a lo lejos una persona salía de un bar y se tropezaba yodi, aproveché ese momento para gritarle que lo agarrara y pude acercarme, estaba hecha un asco con el pelo revuelto por correr, estaba toda sudada, roja y por supuesto con una cara de pocos amigos, cuando iba a darle las gracias a la persona reconocí esos ojos ...

Esos ojos peculiares, y por un momento solo existíamos nosotros con una complicidad que no sabía que teníamos ni por qué, pero quedó arruinado con un ladrido de mi perro que me devolvió a la realidad.

— yoda eres malo, muy malo, pero como me haces esto, perro del infierno sabes lo que he corrido por ti, te parecerá bonito - le regañaba a mi perro como si fuera a entenderme por alguna casualidad. Sin darme cuenta de que varias personas se me habían quedado mirando como si estuviera loca.

—Sabes que no puede entenderte, ¿verdad? - respondió el chico con una sonrisa burlona - a lo que respondí muy amablemente, sacándole el dedo corazón, mientras ataba a yoda para volver a casa mientras estaba siendo observada por la atenta mirada de aquel joven.

—¿cómo te llamas chica del bus?

¿Espera qué?, me acaba de llamar chica del bus, capullo

Eso a ti no te importa, y gracias - comenté mientras me daba la vuelta camino a mi casa. Pero no tuve tanta suerte, ya que se puso a mi lado inmediatamente, me di la opción de detallarlo un poco más, era alto quizás un metro ochenta o cosa así, vestía un uniforme y deduje que era camarero de aquel local, eso explicaría varias cosas, mis pensamientos fueron interrumpidos por un carraspeo de garganta, le observé atentamente.

—Está mal hacerle una peineta a alguien, chica del bus

No lo está cuando ese alguien es igual de capullo que tú, así que porque no te piras y me haces un favor— le dije con una sonrisa - por cierto, no me llamo chica del bus, me llamo Atenea, ¿y tú?

Eso a ti no te importa— me repitió las mismas palabras que yo le dije anteriormente y ahora sé lo que se siente, maldito.

No me di cuenta, pero llegamos a mi edificio, abrí la puerta y entré cuando estaba la puerta a punto de cerrarse escucho como dicen...

Me llamo Luca - y se fue así como si nada, se marchó dejándome una cara de boba impresionante.

HOLAA, espero que os haya gustado el primer capítulo, lo he hecho con mucho amor.

PD: votar y comentarrr <3

Mil y una heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora