Capítulo 20

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Llevo unas horas hablando con Luca, después de haberle contado todo, me preguntaba que tal llevaba las comidas del hospital y tal, nunca mencionamos más la noche de Halloween. Estábamos hablando de temas triviales hasta que nuestra conversación fue interrumpida por unos toques en la puerta. 

 Entra mi madre, y el mundo sé, cae al suelo, estaba con unas ojeras evidentes por falta de sueño, y ya no se apreciaba ningún resto de felicidad que siempre Portaba con ella, pero, aun así, hizo un intento de sonrisa y habló. 

 —hola chicos, no nos han presentado, soy Ava la madre de Atenea - le dijo a Luca, acto seguido le extendió la mano, en forma de cortesía. 

 —Encantado, soy Luca, un amigo de Atenea, o eso creo - me echó una mirada de reojo para ver mi rección, al notar que era inexpresiva se levantó del borde de la cama y se despidió de mi madre y de mí. Dejando un silencio sepulcral en la habitación.

 —¿desde cuándo?, ¿desde cuándo empezó todo? —rompió el silencio. 

 ¿Desde cuándo qué? —pregunté, intentando hacerme la que no sabe, a lo que ella dio una profunda respiración.

 —desde cuando empezaste a volver autolesionarte, desde cuando dejaste de comer, desde cuando volvieron los ataques— tomó una segunda bocanada de aire para contener un sollozo— desde cuando dejaste de ser feliz hija.

 —no lo sé mamá, no te puedo dar una respuesta clara cuando ni yo misma lo sé, esto no tendría que haber acabado así, ahora es más complicado todo - antes de que pudiera continuar hablando fui interrumpida. —¿y como tendría que haber acabado, con mi hija muerta en el suelo de su habitación? Dime —exigió, al notar mis lágrimas cayendo sin césar, relajó su expresión y se acercó a mí por primera vez desde que estoy despierta. Se sienta en el borde de la cama y extendió su mano para acariciar la mía. —creí que te perdía para siempre, encontrarte ahí tirada en el suelo, ha sido la peor experiencia que he vivido —levanta la cabeza y mantiene su mirada con la mía - saldrás de esto, te lo prometo, hija, tú eres fuerte, siempre lo has si do, además tienes también a ese chico tan guapo que ha venido antes, se nota que le importas - a modo de respuesta le dediqué una sonrisa y me dejó descansar.

 A los días más o menos me dieron el alta, aunque tenía que estar en reposo en la cama. El médico le dio instrucciones claras a mi madre de que guardara bajo llave cualquier tipo de medicamentos u objetos afilados, tenía que seguir una dieta estricta de cinco comidas al día con alguien controlándome. 

 Todo era tan extraño, parecía que todo estuviera avanzando, aunque para mí era como si fuese a cámara lenta.    

Mil y una heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora