capítulo 14

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Luca

Llevaba un tiempo sin ver a Atenea, no respondía mis mensajes, ni llamadas, nada, simplemente nada. No entendía que había pasado el otro día, juraría que todo iba bien, pero fue nombrar el tema de la noche de Halloween y se transformó en otra persona, su mirada fría era tan inexpresiva que daba hasta miedo, no sé quién le hizo tanto daño en su día, pero, una cosa estaba clara, ella se estaba rindiendo lentamente.

Este viernes era Halloween, me había invitado Marcos a ir a una fiesta que hacía un amigo suyo, iba a invitar a Atenea, pero ya me dijo que iba a quedarse todo el día en casa, así para qué iba a decirle nada.

Nuestra relación era muy extraña, solo sé que hemos creado un vínculo más cercano que el de dos hermanos, más eterno que una amistad.

Estaba en la azotea de mi edificio, solo, mirando viejas fotos de hada, su ausencia seguía doliendo y seguiría haciéndolo. Ella era mi vida entera, era la pintura que le daba alegría a mi ser.

No había ni un solo día que no pensase, en esa pequeña, con un corazón enorme.

Estaba sumergido en mis pensamientos hasta que noté una vibración de mi móvil, vi que era mi madre y deslicé la pantalla.

— dime mamá, ¿pasa algo?— estaba un tanto confundido, ya que mi madre no solía llamarme, solo me escribía un mensaje o me dejaba una notita en casa.

— no pasa nada cariño, ¿puedes venir ya a casa?— su voz era algo tensa pero intenté ignorarlo.

— sí, claro.

(fin de la llamada)

Cogí todas las fotos y bajé hacía mi casa, tenía mala espina, sentía que algo no iba bien, ¿por qué mi madre me habría llamado?, ¿porqué estaba tan rara?, no entendía nada.

Al llegar a la puerta pude notar un silencio profundo, como si no hubiera nadie, cosa que era imposible porque estaba mi madre en casa, me pasee por el pasillo hasta llegar al salón y realmente no estaba preparado para esta situación.

Ahí estaba mi padre sentado en el sofá y mi madre al lado, me quedé paralizado,  no sabía que este momento iba a llegar tan pronto.

—¿ qué haces aquí?— en mis ojos se veían la frialdad, el vacío que sentía hacia esa persona.

—Hola hijo,¿ qué tal van las cosas?— su mirada a lo contrario de la mía se veían melancólicos.

— bien - respondí secamente.

— mentir está mal— esa fue la gota que colmó el vaso, como se podía atreverse a soltarme eso, cuando él fue el primero en mentirnos, cuando él fue quien destrozó nuestra familia, él fue quien me la arrebató.

—hacer que te importa también y aquí estás, hace cosa de un año tampoco te importó mentirnos a todos, fuiste un puto hipócrita que prefirió quedar bien a salvar la vida de su hija, de mi hermana, no vayas ahora con la pena, ni con el cuento de que ya has ido a rehabilitación porque ese cuento ya no me lo creo, otra vez no, y si te piensas que porque estás aquí todo se va a solucionar y vamos a volver a ser una familia, es que realmente sueñas mucho, porque ya es tarde para que cambies— y con esas simples palabras sabía que había dado en el clavo, él esperaba eso que yo le perdonase, y que todo sería igual, pero ya es tarde, demasiado.

Con las mismas me dirigí hacia mi madre que hasta ahora no se había metido en la conversación

— ¿Cómo has podido dejar entrar a este hombre en nuestra casa otra vez?, con todo el daño que nos ha hecho, que te ha hecho y tú le abres la puerta de casa. — mi madre seguía llorando desde que había llegado a casa, pero es que realmente no podía entender como había hecho tal cosa.

— lo siento cariño, lo siento de verdad, pero las cosas se dieron así, apareció en casa y dijo que quería otra oportunidad para volver a ser una familia— no me podía creer lo que estaba escuchando.

—¿pero como vamos a volver a ser una familia?,¿vas a ignorar que él mató a Hada?, a tu hija, ¿Qué ahora vamos a hacer como que no existía y que vamos a ser superfelices juntitos otra vez?

—dime mamá, ¿ en serio lo crees?— antes de que pudiera responder me fui de la sala no quería volver estar en ese sitio con ese señor.

Como se atrevía a volver otra vez a mi vida, a la de mi madre, con todo el daño que nos había hecho y encima, hace como que se preocupa por nosotros, no entiendo nada.

Estaba tan agotado psicológicamente que llamé a Marcos, para qué se bajara y fumarnos un piti .

Mil y una heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora