capítulo 18

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Estaba en trance cuando noté cómo su cabeza se giraba hacia mi dirección, automáticamente se me quedó mirando a los ojos, y soltó la primera lágrima.

—¿Por qué lo hiciste?— dije con la voz más dulce que podía poner en ese momento. Ella solo suspiró.

—por muchos motivos, pero veo que nunca me salen bien las cosas.— dijo con dificultad, ya que aún estaba algo dormida por los calmantes.

—¿Qué pasó, que pasó para que hicieras algo como esto?— dije mirándola fijamente a sus iris.

—hizo un año, un año desde que pasó. — hizo una pequeña pausa y siguió hablando— el Halloween del año pasado, estaba con victoria y algunas amigas suyas, estábamos dando una vuelta por la calle celebrando esa noche.

Yo era la única que iba disfrazada de angelito, pero no me importaba mucho, todo fue genial hasta que se hicieron cosa de las ocho de la tarde, ellas iban a cenar todas juntas, yo no, por qué no me invitaron y tampoco quería estar donde no me querían, entonces dije que iría a casa pasearía  a yoda y ya luego nos volveríamos a juntar. —su voz se tornaba cada vez más apagada, más angustiada, no quería cortarla con mis preguntas porque sé que luego no seguiría contando - de camino a mi casa, yo hablé con mi padre para decirle que estaba de camino a casa y tal.
Recorrí todo el lugar para ir a mi casa, para llegar tenía que pasar por una calle poco transitada y justo ese día falló la iluminación y estaba todo sumergido en la oscuridad.
Al principio bien, yo solo caminaba y ya está, pero de repente me vino un escalofrío por todo mi cuerpo, sentía un miedo, un pánico que nunca había experimentado, me giré y a lo lejos vi a un chico, pero estaba todo oscuro y no llevaba gafas, básicamente veía muy mal . Sentí la necesidad de correr, de huir, pero no lo hice.

Cuando pasé esa calle, ya todo estaba iluminado, al girar y ver que ya no estaba ese chico me sentía estúpida por preocuparme por esa tontería.

Cuándo llegué a mi portal, saqué las llaves para poder entrar, escuché como había alguien atrás mía, por el reflejo del cristal pude ver como era la misma persona, solo que estaba vez estaba hablando por teléfono, cosa que yo ignoré y me adentré al patio, supuse que era un amigo de algún vecino o algo por el estilo.

Estuve un minuto o así esperando al ascensor, cuando se abrió entre y saqué el móvil, y él entró, yo apreté al número cuatro y él al cinco a los pocos segundos, yo jamás le miré a la cara. Cuando se paró el ascensor en mi piso, salí del ascensor, no me dio tiempo ni a dar dos pasos en el pasillo cuando noté, que alguien me tapaba la boca - no podía evitar tener un nudo en la garganta, estaba a punto de llorar, pero tenía que ser fuerte por ella, y por desgracia sabia cómo iba a acabar la historia, pero me permití seguir escuchándola— yo me alerté y empecé a moverme bruscamente, intentaba gritar pero no podía.
Mientras él intentaba volver a meterme en el ascensor para dios, sabe que, me manoseó los pechos, y por fuera del pantalón. Yo me asusté mucho más y me lancé al suelo para que no pudiera tocarme más, y grité.

Grité como si no hubiera un mañana, y nadie salía, nadie me escuchaba, mi tiempo se agotaba mientras él intentaba ponerse encima de mí.

Por suerte una vecina me escuchó y salió, él se marchó corriendo por las escaleras, y yo simplemente me quedé en el suelo llorando, en shock.

—Al terminar de hablar, yo tenía muchas preguntas, pero no sé si era el momento indicado, cogí todo el valor que me quedaba para poder preguntarle - ¿qué pasó después?— suspiró y siguió hablando.

—La vecina me acompañó hasta mi puerta, y abrió mi padre la puerta, yo me quedé unos minutos en el recibidor mientras ella le contaba los hechos que yo le conté anteriormente, en ese momento salieron todos los vecinos. Mi padre estaba en shock, solo llamó a la policía local.

Cuando llegaron me encontraron llorando en cama abrazada a un peluche de un minion. Me hicieron unas preguntas, dijeron que teníamos que ir a la comisaría del centro, ya que era la única que estaba operativa.

Me pasé toda la noche hasta la madrugada en una comisaría, llorando, viendo a policías entrando y saliendo.

Cuando tome declaración para la denuncia, fui lo más escéptica, y fría posible, ya que aún estaba en la fase de shock. Esa noche dormí con mis padres porque me daba miedo dormir sola.

—Los dos éramos un mar de lágrimas, toda la fortaleza que me quedaba se había esfumado, ahora entendía muchísimas cosas, era como si de repente todas las piezas del puzzle se hubieran juntado, me dolía que se tuvieran que haber juntado en estas circunstancias— lo siento, lo siento tanto Atenea.

—No lo sientas, no podía hacer nada ni siquiera nos conocíamos.

— Mientras yo esté aquí no te pasará nada, me oyes, nada ni nadie te hará daño. — Le envolví más fuerte con mis brazos y le deposites pequeños besos en la sien.

Y entonces entendí que ese era mi lugar, junto a ella.

Mil y una heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora