capítulo 13

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El cielo azul me calmaba demasiado, viendo pasar fluidamente las nubes, y con esa brisa fría que recorre todo mi cuerpo. Me hacía pensar en todo y a la vez en nada, simplemente desconectaba, acariciaba con mis manos el limpio césped, hasta que Luca habló:

—¿en qué piensas? —dijo observándome.

— en qué me encanta este lugar, me relaja - dije con simpleza.

— ¿y tú en qué piensas?

—en lo agradable que es estar contigo

—¿en serio?-hice una pequeña pausa para asimilar lo que había escuchado— nunca me habían dicho eso.

—pues hay que ser idiota para no darse cuenta. ¿ tú crees en el destino?

—puess… en cierta manera sí, creo que algunas cosas pasan por algo y no es una casualidad, también creo que nuestra historia aún no está escrita, siempre estamos a tiempo de cambiarla. ¿Y tú que opinas?

— yo no creo el destino, las cosas pasan porque tienen que ser así, pero estoy de acuerdo con lo de que nuestra historia aún no está escrita.

—supongo que tenemos puntos de vista diferentes.

— queda poco para Halloween ,¿ya sabes lo que vas a hacer?

No entiendo como una oración podía provocar tanto en mí, de repente noté como mi humor se iba desvaneciendo, y como todo mi cuerpo irradiaba pánico, contando solo nombrar ese día.

—no y tampoco saldré de casa ese día— respondí secamente.

— ¿y se puede saber por qué?, de normal la gente se va de fiesta, sale, se divierte y esas cosas.

—no te importa, y ya te he dicho que ese día no voy a salir de casa

— vale, vale, tampoco te pongas así— dijo un tanto confundido.

— ¿bueno, nos vamos a casa? - solté levantándome del suelo.

— emm… si claro, te acompaño a casa.

De camino a casa estábamos en silencio lo que antes era risas y conversaciones entretenidas, se ha convertido en una brecha entre los dos, estaba deseando llegar a casa y estar en mi habitación.

— bueno, gracias por traerme a casa, nos vemos mañana en clase.

— no hay de que, hasta mañana.

Cuando llegué a casa saludé a yoda y me metí en la habitación, no tenía ganas de hablar con mi madre, me quité las zapatillas y me tiré en la cama.

Empecé a llorar como nunca, todos los recuerdos venían a mi cabeza como automáticamente, mi cabeza dolía, mis brazos ardían, y las sábanas estaban manchadas con pequeñas gotas de sangre por los rasguños  que estaba haciendole a mis piernas, en estos momentos es donde realmente me sentía sola.

Todos tienen a esa persona o ese grupo de amigos donde tienen mucha confianza, que pueden estar meses sin hablar, que realmente seguirán estando el uno para el otro, yo nunca tuve eso, y supongo que ya será tarde para conseguirlo.

En lo que quedaba de día no me levanté de la cama, no tenía fuerzas suficientes como para hacerlo, sentía que todo me daba vueltas.

A la mañana siguiente me levanté, para ir a clase, me puse una sudadera ancha para que no me doliese de más las heridas, aunque al ponerla rozaba y escocía.

Al llegar a la primera clase, me acordé de que no hice los deberes, y sabía que eso iba a ser un gran problema. Me pusieron negativo como era de esperar, pero es que realmente no me acordé y la verdad, aunque lme hubiera acordado no los habría hecho por la sencilla razón de que, no me apetecía, sentía que todo mi mundo se estaba cayendo a pedazos, solo quería estar aislada en mi habitación.

Hoy tenía clase de música por la tarde y lo odiaba, porque uno se me daba fatal y dos por el profesor.

Ese profesor es lo más repugnante que he conocido en mi vida, y sinceramente lo paso muy mal en sus clases, siento como que en cualquier momento fuera a atacarme, en el sentido de humillarme delante de todos mis compañeros.

—buenas tardes, clase, sacar el libro y abrirlo por la página sesenta y siete, me vais a leer el pentagrama en orden de filas.

En ese momento yo estaba a punto de desmayarme, porque aunque parezca una estupidez, yo no sabía leer un pentagrama, no lo entendía y nunca nadie me lo había explicado estaba a punto de tocarme leer la siguiente fila, cuando un compañero mío dijo que esto era demasiado fácil que esto era de primaria, entonces me dio mucho más miedo a equivocarme.

— yo no sé leer un pentagrama- susurré.

—¿perdón que has dicho?, ¿lo puedes repetir? - dijo con una sonrisa de prepotencia.

— que no sé leer un pentagrama— dije con toda la fuerza que pude.

— ¿esto es verdad?, es ridículo que a esta edad no sepas leer un pentagrama, a mí me daría vergüenza, ser igual de analfabeto que tú.— escuché como casi toda la clase empezó a reír junto a él.

— es que nunca me lo explicaron y tampoco me aclaro.

En ese momento escuché como victoria decía de fondo

— pero que te esperas de ella profesor, pero si se ve desde lejos que es tonta e inculta.

Y todos empezaron a reírse de nuevo, simplemente me quedé mirando a un punto fijo a esperar que se rieran de mí, porque no podía hacer nada más, solo podía contener las lágrimas para no romperme allí mismo, aunque realmente ya lo había hecho hace mucho tiempo.

Mil y una heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora