capítulo 37

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Era muy pronto, prácticamente ni había amanecido, era otra noche la cual dormía mal, era otra noche la cual tenía esas pesadillas donde hay muchas muertes y yo era la causante de todo eso. Mis músculos estaban tensos, estaban entumecidos de toda la tensión que corría a través de ellos, mi respiración era irregular intentaba controlarla pero era inútil ya que parecía que cada vez aumentase más la ansiedad, podía notar como los latidos de mi corazón acelerados, prácticamente sentía que se me fuera a sobre salir del pecho.

No aguanté más.

Me levanté de la cama, me vestí, y salí de casa, me puse a correr, necesitaba hacerlo, necesitaba que toda la ansiedad se marchara de una forma u otra. Esto se supone que era lo más sano, hacia un tiempo que dejé las autolesiones, lo estaba intentado, hay veces que se hacía insoportable las ganas que tenía de soltar toda la rabia acumulada, de sentir ese escozor que me hacía sentir más viva.

Llevaba más de una hora corriendo, y aun así la ansiedad no se iba, notaba como cada vez mis músculos se hacían más tensas. mi garganta ardía y cada vez sentía que no podía más.

Iba tan concentrada que no me di cuenta de una rama que estaba en mitad del camino , haciendo que vaya de cruces contra el suelo.

- Joder- me miré las rodillas y estaban todas raspadas y sangrando, justo cuando me iba a levantar , un hombre alto corpulento se acerca a mi.

- ¿Estas bien, ángel?, me ofreció su mano para ayudarme a levantarme.

Pero yo no pude , todo me llevaba a lo mismo , intenté mentalizarme con que estoy paranoica e intenté sacar una sonrisa lo menos forzado posible, recibí su mano y me ayudo a levantarme.

- Si estoy bien , iba algo distraída y no lo vi- hice el amago de marcharme pero su mano me sostuvo .

- Ves con más cuidado, ángel.- me susurró y me dejó marcharme , no entendí nada de lo que había ocurrido ,pero, no me dio buena espina .


Cuando por fin llegué a casa , me metí en el cuarto de baño para así darme una ducha bien caliente.

Como si ya fuese una rutina, me quité ropa quedándome así , solo en con la ropa interior , mis ojos recaían una vez más sobre las marcas de mis brazos, sobre la grasa que cuelga sobre ellos, mis pequeños pechos.

Mi poca cintura, mi gran estómago, lo apreté con toda la rabia posible dejando marcas rojas sobre él. Y como cada día maldigo el a ver nacido, el tener este cuerpo.

Cuando salí de la ducha, me puse lo más cómodo que tenía, me tumbé en la cama, esperando a que todo se solucionase por arte de magia. O por lo menos hasta que mi madre entró a la habitación.

- ¿Cariño, podemos hablar? - le asentí con la cabeza y se acercó hasta mí , se sentó en los pies de la cama.

- ¿Qué pasa mamá?, ¿todo va bien? me estaba irritando, no sabía lo que estaba ocurriendo, el miedo se expandía en mi sistema, de la misma manera que el agua fluye por sus caudales. Esperaba que mamá me dijera que le ocurría, pero simplemente me depositó un suave y dulce beso en mi frente, me dijo cuanto me quería y se marchó de la misma forma en la que vino. Todo estaba siendo tan extraño que ya no sabia ya ni que pensar.

Intenté volver a dormir , pero no pude , y recurrí a la única persona que iba a estar para mi agarré mi móvil para así escribir a Luca.

-Estás despierto?

Pasaron unos minutos y me cansé de esperar y justo cuando ya me había dado por vencida, la pantalla se enciende , lo que significa que ha llegado una notificación.

Mil y una heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora