capítulo 27

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Las calles estaban vacías, la brisa de la madrugada erizaba mi piel, el miedo en cada parte de mi cuerpo.

—No estoy loca, no estoy loca-Me intentaba convencer a mí misma di algo que ni creía.

Mis brazos estaban repletos de cortes que no paraban de brotar oro rojo.

No podía frenar los impulsos de cortarme
Uno tras otro
Uno tras otro
Entré en una estrecha calle donde se puede observar mi macabra sombra y la luz tenue de las farolas.

—hija debes parar ya, ¿no ves lo que nos estás haciendo? — lentamente se acerca a mi madre con pasos firmes.

—No nos hagas sufrir más Atenea, por favor— me quitó un mechón del pelo que se había pegado a mi frente.

—Mamá, no estoy loca, no estoy loca, lo juro— mi voz sonaba desesperada, y entonces me cansé.

Clavé el cuchillo lo más hondo que pude en mi estómago, notando como desgarraba mi piel, mi carne.
Sentí que realmente estaba muriendo, que todo acababa.

Entonces me despierto con un grito ahogado y veo que son las doce de la noche todo había sido una pesadilla.

Intento controlar mi respiración porque era irregular.
Ya no puedo ni refugiarme en dormir, hasta mi subconsciente me hace sufrir.

¿En qué  momento esto acabará?

¿Terminará como en mi sueño?

¿decidiré matarme para dejar de sufrir?

¿esto solo acabará con mi muerte?

Es una sensación tan extraña que no sabría explicar, ni tan siquiera con todas las palabras del diccionario podría expresarlo con claridad.

Cómo voy a explicar a los demás cómo me siento si ni yo misma lo sé, cómo se supone que tengo que luchar cuando ya me he rendido.
Son las dos y como cada noche pido el deseo de no despertar, con la esperanza de no continuar.

Al parecer nunca se cumple.
Siento un bloqueo que ni siquiera me deja leer, lo que antes era para mí como respirar, ahora se ha vuelto un vago recuerdo, esos que cada vez que los piensas sientes que tu corazón se quiebra, añoras esos momentos, pero algo dentro de ti te dice que no van a volver.

Esta noche ha sido horrible como todas.

Las pesadillas invadían mi mente, solo podía dar vueltas en la cama y mirar la hora.

No podía dormir más, así que llamé a Luca, no sabía si me lo iba a coger, pero bueno, no se me ocurre otra persona a quien llamar.

Un tono, dos tonos….

—¿Qué pasa Atenea, sabes que hora es?— respondió con voz adormilada.

Me quedé  en blanco, no sabía qué decirle, ¿ cómo iba a tomarse que le he llamado porque no podía dormir?

—¿sigues ahí?

—Sí, perdona, emm no sé cómo decir esto— solté el aire comprimido en mis pulmones.

—¿ha pasado algo, estás bien?

—No, es que no puedo dormir, tengo muchas pesadillas, y mi madre no está, tiene turno de noche, no sabía a quién llamar.

— ¿Estás sola en casa?

—Si

Tras unos segundos de silencio escucho

—Estoy ahí en cinco minutos— de repente la llamada se cuelga.

Aunque me extrañe el hecho que Luca solo ha tardado tres minutos en decidir venir de madrugada a mi casa, me siento aliviada, de tener a alguien.

Luca cumplió su promesa a los cinco minutos mi telefonillo ya estaba sonando, era él.
Cuando le abrí la puerta de casa, vi que estaba en pijama, él solo entró, me agarró de la mano, y me llevó hasta mi habitación.
Me acosté en un lado de la cama y él al otro.

Estábamos sumergidos en la oscuridad,
Mirando al techo, sin decir nada.

—gracias por venir— son las únicas palabras que puede soltar.
Él se giró hacia mí, - no hace falta que me des las gracias, ahora duerme, yo estaré aquí.
Le di la espalda e intenté caer en los brazos de Morfeo.

Me despierto con unas caricias en el pelo, miro el reloj de mi mesita, eran las nueve de la mañana, dios llegaba tarde a clase.

—AAAAA MIERDA LLEGO TARDE – Luca se sobresalta ante mi chillido.

—relájate Atenea, no vamos a ir a clase hoy— dijo con voz calmada desde la cama.

—¿cómo que no?

—Atenea, anoche casi ni dormiste, no puedes madrugar y forzarte, puedes caer enferma.

El hilo de la conversación se perdió al oír la puerta de mi habitación abrirse.

—aún estás en casa Aten…  ,

— ¿PERO Tú QUE HACES EN LA HABITACIÓN DE MI HIJA? Dime por favor que habéis utilizado protección , no quiero ser abuela tan joven.

— MAMÁ POR DIOS QUE DICES, CALLA.— esto era surrealista, , qué vergüenza por dios.

—no, no señora de esta equivocando, no hemos hecho nada de nada – respondió Luca muriéndose de la risa ante semejante barbaridad, estaba soltando mi madre.

—mamá, por favor vete— mi voz sonaba avergonzada, para no estarlo.

Se quedó ahí plantada, miró a Luca, luego a mí con cara de sospecha.

—¿seguro que no habéis hecho nada?

Luca se levantó de la cama - miré estamos vestidos los dos, solo vine porque Atenea no podía dormir.

Mamá respiró aliviada - vale, muchas gracias por quedarte con ella, pero a la próxima avisarme que no veas qué susto— cerró la puerta y se marchó a dormir.

Me senté en la cama, y Luca volvió a reírse como un loco.

—no me lo puedo creer, ha sido buenísimo— le miré con recelo.

— no me mires así  anda, admite que ha sido gracioso.

— bueno vale, jajajá ha sido gracioso, casi le da un infarto a mi madre.

Escuché como yodi rascaba la puerta para entrar, me levanté y abrí la puerta.

Entró un yodi muy contento, se abalanzó hacia mí haciendo que me cayera al suelo.

—yodi, ya porfavorr , no me chupes másss- estaba tirada en el suelo y yodi dándome besos por toda la cara .

Consigo levantarme , y veo como Luca se rie , no dura mucho su burla porque me tiro encima de él.

—quita, que haces— intentaba despegarse de mi, pero no podía, y para rematar yodi se había subido también en la cama, éramos dos contra uno.

—vale, vale me rindo - me aparté de él, pero yodi no.

Yodi apoyó su cabeza sobre la pierna de Luca.

—PERO Qué COSITA MÁS MONA, VEN AQUÍ- fuí  a darle un beso pero para variar me mordió la nariz.

—otra vez, esto ya se está volviendo costumbre.

Luca me miró con cara de, ¿en serio esto pasa de normal?.

No quise darle muchas vueltas, a lo sucedido, ni por qué vino anoche Luca aquí , ni me cuestiona nada, simplemente disfruté el momento.








Mil y una heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora