capítulo 8

29 2 0
                                    

Me dolía todo el cuerpo, llevaba toda la noche llorando, pero tenía que ir a clase, no me apetecía nada, pero tenía que hacerlo.

Después de que Luca me contará su historia, me quedé pensativa , porque, nunca pensé que un chico como él hubiera pasado por algo parecido.

Agarro. La mochila para salir de casa, al abrir la puerta lo veo ahí.

Apoyado en la pared esperándome.

¿-que haces aquí Luca?

— esperarte obviamente, así vamos juntos.

No dije nada más, simplemente empecé a caminar y él me seguía.
Mentiría si dijese que no estaba aterrada, por lo que podría pasar al volver a la escuela, después de lo que pasó ayer. Vi como en mi Instagram empecé a recibir un montón de videos míos en el suelo llorando, o miles de memes.

Al llegar al instituto la gente me miraba raro, pero yo al principio no me daba cuenta hasta que eran más notables las caras de asco, de burla, o cosas así y me sentía muy pequeña, frágil.

Al tocar la campana para ir al recreo, me fui directa al baño, me metí en un cubículo a esperar.

Escuché como entraban unas chicas al baño y estaban hablando

Habéis visto como iba vestida, la Atenea esa?, qué vergüenza, ¿no se da cuenta de que va ridícula?

Ala tía, tampoco te pases, no es su culpa que esté tan gorda, que no se pueda poner otra ropa

A este punto ya sentía como mi cuerpo se estremecía ante esas palabras, mis ojos se empañaron.

Abrí mi mochila y saqué mi compás, y la aguja que había al final de este se clavaba poco a poco en mi piel.

Una

Y otra

Y otra vez...

Así hasta que mis brazos trazaron líneas sin sentido alguno, con cada herida sentía que me liberaba un poquito más, que notaba como salía poco a poco el dolor que sentía en todo mi ser.

Cuando tocó la última campana del día, significaba que ya era hora de ir casa, justo cuando estaba por terminar de recoger el material, la orientadora del instituto me pidió hablar un momento con ella, ya que se enteró de lo que ocurrió ayer.

—Dime Inma, que querías hablar conmigo

— Atenea, ayer me enteré de lo que ocurrió ayer, y quería saber si querías que tomáramos alguna medida contra victoria.

—No, no quiero.

—¿pero por qué?, mira lo que te hizo , ¿por qué no quieres?, ¿a qué tienes miedo?

No sabía el porqué de esta conversación, y encima con ella, eso me confundían aún más.

— a que todo empeore, ahora si no te importa me tengo que ir a casa.

Y así, sin más, me fui aún más cabreada, y cansada de toda esta mierda.

En la salida estaba Luca, pero no quería hablar con nadie, además sabía que me iba a preguntar por qué había tardado tanto.

Escuchaba como gritaba mi nombre, pero yo le ignoraba, cuando ya no escucha mi nombre supuse que ya había pillado la indirecta.

Hasta que noté un dolor insoportable en mi brazo derecho.  Era Luca, me agarró del brazo y así haciendo presión sobre las heridas.

—AHHHH, JODER JODERR QUE DAÑO— el grito ahogado salió de mis cuerdas vocales sin poder evitarlo.

—¿qué pasa?, ¿qué pasa?— su cara de confusión era notable. — porque me ignoras Atenea, y me puedes decir por qué gritas así , si solo te he cogido del brazo.

— uno no te ignoro, y dos tengo un moratón y me duele.

—¿pero de qué vas Atenea?, un día eres una chica fantástica , otro día eres una capulla, no te entiendo, quiero, pero no puedo.

Como si una idea se le viniera a la cabeza, mira fijamente el brazo y me dice

— remángate la sudadera Atenea

—no

— Atenea hazlo

—a ver si lo entiendes, Tú. NO.ME. MANDAS

—COMO NO LO HAGAS Tú, LO HAGO YO.

Y de repente pam… sucedió, mi brazo quedó expuesto y su mirada se oscureció.

—que cojones Atenea, ¿cómo te has hecho eso?— se tocaba el pelo desesperado mientras caminába de un sitio a otro.

— me caí— mentí tan descaradamente que ni yo misma me lo hubiera creído.

- ya claro, eso no son heridas de una caída y lo sabes perfectamente - me mira fijamente para seguir hablando— ¿por qué te haces esto Atenea ?, ¿porqué te destruyes tú misma?

— no me destruyo, y no me hago daño cuando lo hago.

— claro que lo sientes, te estás autolesionando.

— no me autolesiono, simplemente es una forma de evadirme y sentirme mejor.

—esa no es la solución para sentirte mejor.

— Me da igual, tú no sabes como me siento , ni yo misma lo sé.

— tienes razón, no sé cómo te sientes, pero sé que cortarte no es la mejor solución para calmar tus demonios internos.

— que te calles, que te calles, DÉJAME EN PAZ, NO QUIERO TUS PUTOS CONSEJOS.

—TE ESTÁS MATANDO ATENEA, JODER.

Me harté de todo y simplemente corrí, corrí tan rápido como pudieron mis piernas, necesitaba huir de ahí , él no me siguió , tampoco quería que lo hiciera, estaba furiosa, por qué tenía que meterse donde no lo importa.

Era mi vida, y sabía lo que me podía calmar, y lo que no, él no podía entender que mi propia cabeza, mi corazón, me hacen más daño que cualquier  corte en mi cuerpo.

Mil y una heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora