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Llegó al Sunny-Go entrada la noche.

Bajó de la cabeza de Izel y vio a los chicos durmiendo en cubierta con la falta de Sanji y Usopp.

En despedida le dio caricias al gran animal, viéndolo sumergirse y desaparecer.

Sintió un peso en sus hombros, acariciando a quien los había ocupado y caminando a proa, sentándose en el asiento del timón, apoyando la espalda en el respaldo.

--¿Cómo están Usopp y Sanji? --preguntó con tono bajo.

--Bien, se han mantenido tranquilos durante la tarde --se tumbó como una bufanda.

--¿Y el resto? ¿Cenaron? --se preocupó.

--No... Nami era la única que sabía cocinar y quería cobrarles, Zoro se negó y se durmieron sin cenar --suspiró con cansancio.

--Tsk... --gruñó con enojo. --Mañana me encargaré de la comida --acarició la cabeza del animal.

--Hueles bien --ronroneó.

--Gracias --rio bajo. --Compré de este aceite en Water 7, lo escondí para que Nami no me lo robe.

--Huele muy bien, como bosque, es agradable --se acomodó mejor y cerró los ojos.

--Me alegra que te guste --volvió a reír sin dejar de acariciarlo, disfrutando de las cosquillas que el ronroneo del animal le hacían en el cuello.

Estuvo despierto durante toda la noche hasta que comenzó a amanecer, que despertó a Ryōta y caminó hacia la cocina, entrando y comenzando a moverse por el lugar, preparando el desayuno.

A las 8 el desayuno ya estaba hecho, saliendo a cubierta y viendo a algunos ya despiertos.

--Chicos, a desayunar --llamó con tono tranquilo.

Todos se apuraron a ir a la cocina, abriendo los ojos ante el gran banquete que había.

Comenzaron a comer sin esperar más, sacándole una sonrisa a su capitán.

Las chicas de la tripulación llegaron poco después, sentándose a comer, pero Luffy puso un pie en la mesa delante de Nami, levantando algunos platos y deteniendo a todos de su comida.

--¿Por qué debería dejarte comer? --preguntó con tono grave y los brazos cruzados. --Págame y comerás, así es como quieres jugar, ¿no? --gruñó en amenaza.

Nami tembló, era la segunda vez que estaba bajo la amenaza de su capitán, y no era agradable ninguno de los casos. En el primero salió con la mandíbula rota, tenía miedo de ver cómo saldría de este segundo.

--Responde, así quieres jugar ¿no? --agravó un poco más el tono.

--N-N-No...

--Entonces por qué no le hiciste de comer a tus nakamas hambrientos anoche a sabiendas de que nuestro cocinero no puede y eres la única que sabe cocinar, ¿eh? --habló al segundo de que la chica respondiera, recibiendo silencio. --¡Responde! --golpeó con la planta del pie la mesa, haciendo temblar al resto de sus nakamas. --Responde o juro por dios que te tiro por la borda y le digo a un Rey Marino que te coma --susurró de manera peligrosa.

--Y-Y-Yo n-n-no puedo evitarlo --intentó ser cuidadosa con sus palabras. --Desde lo ocurrido con Arlong me volví muy exigente con el dinero.

--No me vale como respuesta --irguió la espalda. --Son tus nakamas, ¡familia! Por la familia se muere, el dinero da igual y menos entre familia, ¿qué haces queriendo cobrarle a tu familia? Y no me vengas con Arlong, has tenido tiempo de sobra para superar eso.

Gato de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora