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. . . . . . . . . 测验 Wed 24/O2/2O21
— No hagas tanto ruido, nena — Susurró en su oído suavemente. Recibió un asentimiento y siguieron con su estudio.
De anatomía humana.
Extrema.
Minho se dejó caer al lado de su novia con un fuerte suspiro, mirándola de reojo como la menor tenía su rostro caliente y lleno de sudor. La atrajo hacia él y besó su frente con ternura.
— ¿Crees que nos hayan escuchado? — Preguntó en un suave susurro, acomodando su cabeza en el pecho de su novio. Él mayor hizo un sonido de negación. — ¿Qué hora es? Se supone que nos tenemos que despertar temprano...
— Las dos de la mañana... Duérmete, mi amor. Estás cansada — Murmuró el pelinegro abrazando el cuerpo de su novia.
— Jaehee va a venir en la mañana y nos va a encontrar así — Murmuró con un hilo de voz, ya que estaba muy cansada luego de su bonita clase práctica de anatomía humana. No estaba demás, si comenzaron a las diez de la noche y eran las dos de la madrugada. Agradecía el hecho de haber aguantado la mitad de las cuatro horas saltando sobre Minho, el resto lo hizo él.
— Ya sabe de esto. La vez pasada encontró las sabanas llenas de fluidos — Al escuchar aquello, Maia levantó la cabeza con sorpresa. De repente ya no tenía sueño.
— ¿Qué dijo?
— Que más bien le sorprendía que no lo hiciéramos antes, considerando que estamos por cumplir dos años.
— Dijiste que no querías quitarme la virginidad hasta cumplir los 19. Osea, hace cuatro meses.
— Lo cumplí, te la quité ese mismo día — Maia rió suavemente y volvió a recostarse en el pecho del mayor, que comenzó a acariciar su cabello con suavidad.
— Este año cumplo 20 — Murmuró la chica con indignación.
— Yo 23 y no me estoy quejando — Comentó el chico con diversión.
— Yah, pero tú ya estás acostumbrado a ser viejo, yo no — El pelinegro la miró indignado, haciendo reír a la chica.
— Duérmete antes de que te vuelva a coger y no te deje dormir en lo que resta de la noche — Ni siquiera pasaron dos segundos cuando la menor dejó caer su cabeza en su brazo y se hizo la dormida. Minho rió bajito y besó sus labios castamente.
— Buenas noches, mi amor — Susurró la menor con una sonrisa, acomodándose entre los brazos del contrario.
— Buenas noches, nena — Contestó el pelinegro con suavidad, y finalmente ambos cayeron dormidos.
