Jessica
-¿A dónde vas con eso? -preguntó Max al ver el tamaño de mi maleta cuando íbamos a salir de casa de camino al aeropuerto. Nunca era capaz de meter tan solo lo necesario. Siempre acababa llevando la maleta a punto de explotar. Pero esta vez tenía mis motivos. Íbamos a estar un largo tiempo fuera de casa.
-Max, son tres semanas fuera -le recordé. Había sido él el que había llegado a la conclusión de que, estando juntos, no valía la pena andar de una lado para otro. No volveríamos a casa hasta que terminase la temporada.
-Pero, ¿Qué llevas ahí? ¿Tu vida entera? -rio, y no era para menos. No me atrevería a decir cuántos kilos pesaba, pero sí sabía que yo no podría llevarla. Alguien tendría que ayudarme.
-Compadécete de mi. Voy a subirme a esos aviones por estar contigo -ni yo podía creerme lo que estaba a punto de hacer. Nunca me había enfrentado a tantas horas de vuelo, pero no podía negarme. Si Max se acababa proclamando campeón del mundo, quería estar a su lado. Quería ser de las primeras personas a las que abrazase cuando eso sucediese. Y sabía que sería un momento inolvidable para ambos.
-Jess, si vas a estar más tranquila, puedes quedarte -no lo decía en serio. Tan solo lo sugería por cortesía, pero tenía tantas como yo de que estuviésemos juntos en aquellos momentos.
-No, he dicho que voy, y voy. Además, me espera una sorpresa, ¿no? -pregunté. Habían sido miles las veces que había intentado sonsacarle aquel secreto, pero había sido imposible. Y he de reconocer que yo podía llegar a ser realmente insistente. Lo era antes de quedarme embarazada, y lo era mucho más gracias a las hormonas, que hacían estragos en mi.
-No empieces otra vez, por favor -dijo riendo, pues sabía lo que le esperaba.
-La culpa ha sido tuya, por decirme que tenías algo preparado -era la verdad. Él sabía perfectamente cómo era y, aún así, me lo había dicho. Debía atenerse a las consecuencias.
-Vamos a dejar este tema antes de que empieces otra vez -sonrió agarrando nuestras maletas como pudo, dispuesto a salir de casa. Miré a mi alrededor antes de cerrar la puerta, pensando en que, la próxima vez que volviésemos, todo podría ser diferente, y a la vez igual. La carrera de Max podría dar un vuelco, pero nosotros seríamos los mismos.
||🖤||
-¿Y bien...? -preguntó Max en el mismo instante en el que entramos en la habitación del hotel. Mi estómago todavía estaba asentándose después del vuelo. Empezaba a pensar que había cometido un grave error al aceptar ir con él. Hacía mucho tiempo que no tenía aquella sensación de ardor en el estómago, y la comida ingerida horas antes revolviéndose, luchando por quedarse en mi interior.
-Bueno... -murmuré apoyándome en la pared con una de mis manos, con esa sensación de mareo y estómago revuelto yendo en aumento. Sentí que, todo lo que había comido, quería salir como fuese. Busqué como pude el cuarto de baño, corriendo, mientras cubría mi boca con las manos. Y tan pronto como llegué a la taza del váter y la abrí, no pude retenerlo. Vomité como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Había olvidado esa sensación tan desagradable en la que notas cómo la comida se hace una bola antes de salir, y asciendo por la garganta, rascándola a su paso.
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Dangerous game | Max Verstappen
FanfictionTen cuidado con los juegos. Algunos pueden ser peligrosos.